En 2021, Guido Rodríguez decidió darle un giro a su vida. De 34 años, porteño, fotógrafo, se propuso hacer de los viajes que tanto disfrutaba desde los 20, una forma de vida. En el motorhome que había comprado en 2018 para viajar con sus tres perros, empezó a recorrer algunos poblados cercanos. Hizo trayectos cortos, de adaptación para sus mascotas y también un poco para él. Después, empezó a adentrarse en lugares poco o nada turísticos. Y a mostrarlos en sus redes sociales. Su forma de contar esa Argentina menos conocida se volvió viral. Casi sin quererlo, se volvió un influencer de viajes.
“Visito lugares no turísticos y los voy mostrando en Instagram, Youtube, Twiter y Tik Tok. Elijo pueblos, en general, de menos de mil habitantes; porque a mí me gusta la tranquilidad, no los lugares masivos o turísticos”, cuenta Guido a Tiempo.
Disfruta la naturaleza y los poblados le dan la posibilidad de hacerlo junto a sus mascotas Timón, Pumba y Barú. A fines de 2021 se viralizó su contenido: «entonces, en enero de 2022 se acercaron algunas marcas y logramos acuerdos para hacer las visitas”. De esta manera, los viajes de Guido se transformaron en una fuente de trabajo. El nombre elegido: Proyecto Argentina.
Guido Rodríguez y la gente de pueblos
“En la ciudad, muchas veces se está entre la inseguridad y la desconfianza. En los pueblos es lo contrario, la gente se acerca a ver si necesitás algo: agua, electricidad, saber algo del lugar. Uno camina y ve que dejan las puertas abiertas, también las ventanillas del auto, las bicis sin candado, las motos en marcha mientras compran en el almacén”, describe.
A diferencia de las ciudades anónimas que aturden, los vecinos de los pueblos se saludan en la calle y las ventanas de las casas no tienen rejas: “se respira distinto, tienen otros problemas que en la ciudad, pero a nivel tranquilidad es otra cosa”.
También hay otros gestos solidarios: “estaba en Telén, en el oeste de La Pampa, cerca de Victorica, un pueblo muy lindo, y salí a caminar a la mañana con mis perros. Dejé la camioneta con la puerta abierta. Cuando volví encontré en el asiento un montón de paquetes con yerba, latas, galletitas”. Luego encontró en su Instagram el mensaje de un vecino, Diego: “decía ‘pasé y como no había nadie te dejé unos regalos’. Yo estaba totalmente sorprendido, había dejado ahí la computadora, el celular y sin embargo, en vez de pasar algo malo, fue todo lo contrario”.
De todos los que visitó, cuenta que Pueblitos, un paraje de 25 de Mayo en Provincia de Buenos Aires, es de los que menos habitantes tiene: “viven cuatro o cinco personas. Los pueblos tienen una plaza con iglesia y demás alrededor, en cambio los parajes tienen una estación y algunas casas en el campo, en el monte. No pasa ni el camión de basura”.
Otro inolvidable: Bahía Creek, en Río Negro. “Se va por la Ruta 1, de los más lindos de todos mis viajes porque va paralelo al mar, y en el medio está Bahía Creek, que tiene solo nueve habitantes estables. Es hermoso”.
Vivir viajando no es vacacionar
El 14 de marzo, Guido partió a un viaje por más de siete meses, que terminó el miércoles. Recorrió unos 50 pueblos de Río Negro, Neuquén, La Pampa, San Luis, La Rioja, Catamarca y Tucumán. Nunca había viajado por tanto tiempo.
Cuando es un estilo de vida, asegura, no es lo mismo que viajar de vacaciones: “en Río Negro me quedé más de tres meses, pensaba quedarme solo uno. Me encantó, pero más allá de eso era también conocer los tiempos del motorhome, hice pausas en lugares donde me quedaba una semana y avanzaba con las ediciones de los videos. Porque vas trabajando, no es turismo sino que estás viviendo tu vida. Si parás cada dos días, no llegás a terminar”.
Lo más rico del camino
Hay dos cosas que parecen dificultarle más al influencer viajero. La primera es sostener el ejercicio físico. La vida en motorhome tiene otras urgencias que resolver, como el agua que se requiere a diario, la conexión de electricidad, la conectividad. Pero también las comidas: “soy vegetariano. Muchas veces elijo cocinarme pero en Londres, un pueblo de Catamarca, probé una humita tan rica… Un plato regional que recomiendo, en el comedor del sitio arqueológico El Shincal”.
Durante sus viajes también degustó diferentes tipos de alfajores. Su favorito lo elabora una emprendedora de Chimpay, en Río Negro. “Son los Piwké, los mejores que probé en mi vida, con una masa de chocolate y dulce de leche que no puedo describir. Están a otro nivel”, sentencia. Y entonces se le suma a los recuerdos las mejores manzanas y peras que degustó. Fue en una chacra de General Roca, en el Alto Valle.
Por ahora, Guido sostiene que se quedará a Exaltación de la Cruz, Buenos Aires, mientras termina de editar sus trabajos, reorganiza su vida y visita a sus familiares y amigos. “Argentina es infinita –concluye–. Mi recorrido por los pueblos no va a terminar nunca porque hay uno al lado del otro, es imposible de abarcar.
Tres pueblos de la Provincia
Guido recomienda tres poblados bonaerenses: Berdier, en Salto, de los pocos a los que regresó una segunda vez (“es muy verde y arbolado»); Villa Lía en San Antonio de Areco (“hermosa plaza central y un comedor tipo bodegón»); y Las Marianas, en Navarro: “tiene una huerta agroecológica y en la estación hay un museo en el que fueron recolectando distintas reliquias de los vecinos y enfrente, el restaurante de Doña Irma y sus ravioles caseros”.