Jorge Jiménez, padrino de la hija de Paulina Lebbos y amigo de su entonces novio, César Soto, fue apresado luego de declarar como testigo en el juicio por el crimen de la joven. El tribunal integrado por los jueces Dante Ibáñez, Carlos Caramuti y Rafael Macoritto consideró que incurrió en numerosas contradicciones y ordenó su detención por falso testimonio y que se lo investigue por «la desaparición y el homicidio» de la joven, ocurrido en Tucumán en 2006.
Por pedido del fiscal Carlos Saltor, al que adhirieron los abogados defensores y se opuso la querella, el hombre fue demorado al mediodía en plena sala de audiencias y quedó alojado en la Alcaidía de Tribunales a disposición de la fiscalía de instrucción número 4.
Según pudo reconstruir Télam, el pedido de detención fue formulado luego de que Jiménez se contradijera reiteradas veces en su declaración, principalmente en relación a las actividades que realizó el día que desapareció Paulina (26 de febrero de 2006), momento en que él afirma haber estado en una fiesta en la ciudad de Burruyacú, ubicada 54,5 km de la capital tucumana.
El tribunal argumentó que la medida fue dispuesta «en atención a la cantidad y gravedad de las contradicciones que surgieron durante la declaración» del testigo, «atento a que reiteradas veces se le preguntó sobre las mismas circunstancias y primero dijo una cosa, después otra diferente y hasta dio una tercera versión de los hechos».
Los jueces sostuvieron que «de los datos y los elementos que se han discutido durante la declaración del testigo pueden surgir elementos que hagan a la investigación del delito de privación ilegítima de la libertad y homicidio presentes en esta causa».
El hombre dijo, también, que no llamó por teléfono a Paulina el día que desapareció, pero informes de telefonía celular que están en manos de la Justicia demuestran que Jiménez hizo cuatro llamadas en cinco minutos a la joven ese día.
Luego, cambió de parecer y dijo a los jueces: «Éramos amigos y siempre la llamaba, no había nada extraño». Además, negó haber perseguido alguna vez a la víctima, pese a que en 2006, mientras Paulina se encontraba desaparecida, su madre declaró ante la Justicia que Jiménez acosaba a su hija e incluso indicó que «en una oportunidad le ofreció plata a Soto para mantener relaciones sexuales» con la joven.
«No me esperaba esto, yo dije lo que me acuerdo porque ya pasaron doce años», afirmó Soto a la prensa tras quedar detenido y agregó: «No tengo nada que ver con lo que le pasó a Paulina, la noche que desapareció yo estaba en una fiesta en Burruyacú, que vayan a averiguar».
En el juicio, hay cinco acusados por el encubrimiento del crimen de Lebbos, cuatro de ellos ex funcionarios del gobierno de Alperovich, y un sexto que es juzgado por el crimen.
En el banquillo están el ex jefe de Policía de Tucumán, Hugo Raúl Sánchez; el ex subjefe Nicolás Barrera; el ex subjefe de la Regional Norte, Héctor Rubén Brito; y el ex secretario de Seguridad, Eduardo Di Lella.
Todos ellos, más el ex policía Hugo Waldino Rodríguez, están acusados del encubrimiento del crimen de Lebbos. En tanto, el sexto acusado es Roberto Luis Gómez, es juzgado por la «privación ilegal de la libertad» y el «homicidio» de la joven.
Gómez es el único de los seis imputados que estuvo preso y que a fines de 2016 fue liberado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación por haberse cumplido los plazos de la prisión preventiva.
El 26 de febrero de 2006, Paulina, de 23 años, salió de un boliche de la zona conocida como el ex Abasto, en la capital tucumana, donde había ido a bailar con su amiga Virginia Mercado. Según determinaron los investigadores, alrededor de las 6.30 de ese día, ambas jóvenes se subieron a un remís color bordó y mientras Virginia descendió primero en su domicilio de La Rioja al 400, Paulina siguió viaje hasta la casa de su novio aunque nunca llegó a destino.
Al cabo de 13 días de su desaparición, la joven fue hallada asesinada al costado de la ruta provincial 341, a la altura de Tapia, a unos 30 kilómetros de la capital tucumana.