“El tribunal por unanimidad resuelve absolver libremente y sin costas a Diego Ariel Tolaba por el delito de homicidio agravado por el arma de fuego por el que fuera acusado”, leyó desde la virtualidad la secretaria del Tribunal Oral 4 de Morón, a cargo de Pedro Rodríguez, Carlos Roberto Torti, y. Rodolfo Castañares, quienes consideraron que el policía no cometió gatillo fácil contra Pablo “Paly” Alcorta, el joven de 17 años que recibió un disparo en la cabeza en mayo de 2013 y murió en diciembre de ese año, tras quedar en un estado vegetativo irreversible.
El fallo fue en el sentido de lo planteado la semana pasara por la Fiscalía, representada por Horacio Vázquez y Graciela Biassotti. La querella, a cargo de Eduardo Soares y Rosario Fernández, de la Gremial de Abogados, había pedido diez años de prisión. En una primera instancia, el juez Gustavo Robles ya había sobreseído a Tolaba. Pero la querella apeló la decisión.
Ahora los jueces dieron por probado que Alcorta y un compañero estaban armados al intentar robar una moto –pese a que había testimonios en sentido contrario- y “ante la voz de ‘alto, Policía’ le apuntaron al uniformado (…) Los pocos segundos que, según los testigos, transcurrieron entre la intimación policial y la respuesta de los dos que le apuntaron, no hace inviable ni inverosímil la defensa legítima”, plantearon los magistrados. “En otras palabras, cumpliendo el policía el mandato impuesto por la ley, utilizó el arma de fuego, obligado por ese contexto, sin que ello signifique haber sobrepasado las facultades”, concluyeron.
“Los policías tienen privilegios, los condenan y a los tres o cuatro años vuelven a la calle con el arma reglamentaria burlándose de nosotros; festejan que se van absueltos de un homicidio y la vida de ellos continúa normalmente. Y quien garantiza eso es el Estado, el mismo patrón que le paga a la policía, a los fiscales que investigan y piden los allanamientos y a los jueces que firman las órdenes de esos allanamientos. Son una una familia grande donde se conocen todos, se apoyan entre todos y garantizan esa impunidad para que las y los policías sigan haciendo lo que hacen”, dijo semanas atrás Emilia Vassallo, mamá de Paly, en diálogo con Revista Cítrica. Y aunque celebrara que Tolaba estuviera en el banquillo, advertía: “Esperar no espero nada, como decimos con varios compañeros de familiares de víctimas de gatillo y mi familia, nosotros no luchamos por la sentencia, sino por la conciencia, porque la sentencia a mí, a mi familia y a varios de mis compañeros no nos significa nada, en lo emocional o lo personal porque mi hijo no vuelve”.
Vassallo, referenta de las Marchas Contra el Gatillo Fácil, lleva casi una década luchando contra la violencia institucional y policial. El policía le disparó en la cabeza a su hijo a metros de una cabina de peaje de Morón, donde trabajaba de custodia. Las cámaras de seguridad nunca fueron aportadas como prueba: primero porque no se solicitaron desde Fiscalía y luego porque, misteriosamente, desaparecieron.