Fidel Frías fue un joven Wichi de la comunidad Vertiente Chica, Salta. Fue, porque murió a los 14 años, en estado de desnutrición, en el hospital de Tartagal el ultimo 11 de marzo.
Podría seguir a continuación contando sobre Fidel y su vida o tal vez sobre si estuvieron bien o no en el hospital de Santa Victoria, donde había llegado hacía unas semanas. Podríamos abrir un debate sobre si se escapó o le dieron el alta, hasta olvidar a Fidel y las verdaderas causas de su muerte. Tal vez luego apenarnos de los pobres sin recursos y consternarnos por la injusticia en el mundo hasta encontrarnos con otro Fidel y así repetidamente hasta la naturalizar la muerte por desnutrición
El Wichi es uno de los pueblos en Argentina que mas ha sido castigado en los últimos años. Vivieron en territorios que para la matriz productiva del país fueron marginales hasta la década de los 90. Entonces, la manipulación genética amplió la frontera de la plantación de la soja, ese poroto que inició su campaña prometiendo terminar con el hambre en el mundo con su alto rinde y como alimento de gran proteína, pero que hasta el momento sólo logró generar grandes ganancias a unos pocos y envenenar todo lo que esté a poca distancia de sus plantaciones.
Vertiente Chica es una comunidad Wichi en los restos del Chaco salteño, a pocos kilómetros de Santa Victoria, alejada de otras comunidades por lo menos entre 10 y 15 kilómetros. En esa zona el agua de superficie no es potable y sólo se accede a ese vital elemento mediante pozos y con camiones. Allí viven unas 25 familias y no hay escolaridad. Sólo a veces, cuando los accesos lo permiten, los agentes sanitarios llegan. No tienen comunicación ni ningún otro servicio básico. Tal vez por la falta de manejo del idioma o por ser conscientes de la historia reciente, muchos pobladores se internan en el monte cuando ven llegar a un hombre blanco.
En una entrevista radial en el Programa Todas las Voces, de FM Noticias 88.1, Susana Peralta y Patricio Poma entrevistaron al concejal Pedro Lozano de Santa Victoria, que aportó un marco histórico: «Esto ahora parece nuevo, pero porque no llega nunca a los medios, a pesar de que nosotros siempre mandamos las notas. Dos años atrás, en 20 días murieron 17 chicos aborígenes y 7 mayores en el hospital de Santa Victoria, todos por problemas similares».
El veloz proceso de deforestación que se llevó a cabo en Salta entre 1996 y 2007 otorga datos alarmantes. La superficie deforestada, en el departamento de San Martín, por ejemplo, pasó del 9 al 28 por ciento. En sólo 10 años los terrenos fiscales pasaron a manos de terratenientes, que despojaron a los habitantes originarios de esas tierras. Así, muchas comunidades quedaron encerradas, sin posibilidad de trasladarse para buscar alimentos, sin acceso a los pozos de agua ni a la recolección y la caza, como venían haciendo desde hace siglos.
Muchos de estos nuevos dueños son -o pretenden ser- quienes manejan el Estado. Entre estos encontramos al actual gobernador Juan Manuel Urtubey, quien tiene un hermano que es dueño de Celulosa Argentina y otros que poseen, a través de sus empresas, grandes porciones de tierra salteña que fue desmontada durante la gestión de su familiar.
La familia del diputado Alfredo Olmedo, por su parte, tiene una de las fracciones más grandes de la Argentina dedicada a la soja: alrededor de 110 mil hectáreas, que lo posicionan como el mayor productor sojero individual con tierra propia, según destacó la revista Fortuna. El cantante conocido como el Chaqueño Palavecino, en tanto, sería dueño de unas mil hectáreas de tierra en el Chaco salteño: ubicadas a dos kilómetros de la ruta nacional 34, limitan con el río Tartagal y comenzaron a ser alambradas en 2003. Estos terrenos son reclamados por habitantes originarios de los pueblos wichi, chorote y chiriguano, que habitan en los poblados Misión Cherenta y Misión Chorote.
Tal vez debemos preguntarnos si la abundancia y acumulación de riqueza que posiciona a estos terratenientes como triunfadores (a tal punto que todos tienen altos niveles de popularidad), sea la que explique que, en la misma comunidad a la que pertenecía Fidel Frías, en septiembre de 2017 haya fallecido por desnutrición Mabela, una nena de 4 años, y unos meses antes, en julio de ese mismo año, corriera la misma suerte Felisa Ventura, una mujer de de 40 años que murió esperando la llegada de ayuda médica.
Respecto a esta cuestión, el concejal Lozano explicó: «A cambio de estas tres vidas que perdimos recientemente, ahora la Secretaría de Asuntos Indígenas nos trajo algo de leche y dulces, pero esto durará un mes, dos y luego vamos a volver a lo mismo. Ya pasó hace dos años y fue así, vinieron un mes y nunca más. Ahora volvió a pasar». En este sentido, Lozano propone una solución: «Hace 35 años que pedimos una partecita. No estamos pidiendo todo Salta como originarios, como dueños que somos, sino una partecita para vivir. ¿Por qué? Porque acá ya no hay animales, ya no hay frutas… La verdad, lo que queda del monte ya está destruido. Abundan animales caseros que no dejan que crezca la planta para consumo humano y echan a los animales que se podían comer. Y por esa razón es que existe la desnutrición»
Mientras escribía este texto llegó la noticia de una nueva muerte en la misma comunidad: Vanesa Fría, una prima de Fidel de 16 años, murió el 12 de marzo porque nunca llegó una ambulancia para atenderla. Estaba embarazada y no tuvo ningún tipo de acompañamiento médico.
Se repiten las muertes como espasmos. El abandono estatal luego del despojo territorial hace recordar a los genocidios planificados en Argentina, como la campaña al desierto o la campaña al Chaco. Los argentinos seguimos siendo hijos de la cultura del exterminio del otro diferente para reafirmar nuestra inexistente identidad, a partir de la idea de una nación blanca, pura y sin ninguna diversidad posible.
Se trata de un legado que viene de fines del Siglo XIX, cuando los grupos fundantes de este Estado moderno pensaron que un Estado es una Nación. Y seguiremos repitiendo la historia hasta que llegue el día en que nos hagamos cargo de nuestra pluriculturalidad como Estado y empecemos a entender que la diversidad es un valor superior al individualismo machocapitalista.
Fidel y los demás wichis, como cada pueblo preexistente de Argentina, merecen que todos discutamos cómo podemos hacer para refundar este Estado a partir de la idea de pluriculturalidad, donde lo colectivo destierre para siempre el derecho a ser rico sin importar las muertes que este derecho ocasiona.
*Realizador audiovisual. Director de «Mapuche, Nación que vuelve»