El comisario de la Bonaerense Hernán David Martín fue masacrado de siete disparos. Así lo determinó la autopsia que se dio a conocer en los últimos días. Se trata del jefe policial de la DDI de Avellaneda-Lanús que estaba siendo investigado por la presunta extorsión a una mujer y a su esposo, de origen dominicano, a quienes Martín y otro grupo de uniformados de esa delegación habrían pedido dinero a cambio de no abrirle una causa por narcotráfico. La noche del 29 de marzo pasado, miembros de la Policía Federal vestidos de civil y mezclados entre los clientes de la estación de servicio de Acceso Sudeste y Madariaga, en Avellaneda, donde se entregaría el dinero, sorprendieron in fraganti a los bonaerenses. La primera información sostenía que se produjo un tiroteo entre ambas fuerzas, que terminó con la muerte del comisario. El resultado de la autopsia siembra serias dudas sobre esa versión: ninguno de los impactos que recibió Martín fue de frente, todos ingresaron o por la espalda o de costado, de izquierda a derecha, uno de ellos en el rostro.
Al no conocerse el resto de las pericias, aún permanecen abiertas todas las hipótesis. Incluso, la que sostiene la defensa de Sandra Ojeda, la viuda del comisario, que argumenta que Martín fue emboscado y que los dos policías de la Federal que resultaron heridos recibieron fuego amigo. «A mi marido lo ejecutaron. Le tendieron una trampa», dijo la mujer.
Martín había sido ascendido en enero por la gestión del ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo. Llevaba apenas dos meses como jefe del Gabinete de Drogas de la DDI Avellaneda-Lanús. El día anterior a su muerte, una mujer acudió a la UFI 4 de Avellaneda, a cargo de la fiscal Soledad Garibaldi, para denunciar que era extorsionada por una patota de la Bonaerense, que la había secuestrado en un auto, le había hecho entregar 30 mil pesos y le exigía 170 mil más. Entonces se ordenó el operativo de la División Antidrogas Urbanas de la Federal.
Si bien estas maniobras son típicas entre bandas narcopoliciales, ya que se presupone que las víctimas no denunciarían a sus extorsionadores, no tanto por el temor que les puedan infundir, sino porque el dinero que se les exige es producto de ilícitos, esto no significa que este sea el caso. Por el tenor de las heridas que provocaron la muerte de Martín, no se descarta que haya un trasfondo más denso detrás.
«A Martín lo fusilaron. Él estaba armado pero no llegó a disparar como quieren instalar las autoridades a cargo de la seguridad provincial y nacional», insistió Ojeda, madre de las tres hijas del oficial.
Ese días fueron detenidos otros tres integrantes de la DDI, entre ellos el capitán Eduardo Franicevich, quien fue sorprendido en el momento de recibir el dinero.
Para los abogados de la familia del comisario, como los federales de civil no se identificaron, este pudo haber pensado que se trataba de delincuentes y abandonó la escena a toda velocidad. Según los videos de seguridad, no se aprecia que desde el Toyota Etios que conducía Martín se hayan realizado disparos, pero sí se observa a los federales que inmediatamente empiezan a tirar. Metros más allá, el coche se detiene y Martín cae muerto. Las armas utilizadas esa noche están siendo peritadas por Gendarmería, pero aún no se saben los resultados. Esas pruebas, más la planimetría de los impactos, serán clave para establecer cómo fue la secuencia, y si efectivamente Martín disparó su arma.
En cualquier caso, los elogios que desde un primer momento desparramaron la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el jefe de la Federal, Néstor Rocanglia, para avalar la actuación de las fuerzas a su cargo, quedan relativizados por la sospecha. «La ministra salió a hablar de que los Federales eran héroes y se va a terminar mostrando que actuaron como delincuentes», advirtió Edgar García, abogado de Ojeda, y agregó que, recién llegado a esa repartición, no tenía lazos suficientes con el personal y podría haber sido engañado para ir al lugar.