Cuando finalizaba la última semana del 2017, los 250 operarios de Fanazul –la Fábrica Militar de Explosivos de Azul– terminaron su jornada y se volvieron recorriendo los 35 kilómetros que los separan de la ciudad ubicada en el centro bonaerense. Como todos los días. Al rato les empezaron a llegar mensajes. Habían retirado los micros de la fábrica. Decidieron ir a ver qué pasaba. Ya estaba la Federal en la entrada. El lunes se presentaron a laburar. Les negaron de nuevo el ingreso. Estaban despedidos. Por decisión del gobierno nacional dirigido por Mauricio Macri se cerraba la fábrica. Sin previo aviso ni justificación. Y la desguazaron. Cinco años y cinco meses después, Fanazul volvió a producir. Y van a exportar material a Perú.
La Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos “Azul” se inauguró el 3 de octubre de 1946 con la misión de producir bienes y servicios para la Defensa, la Minería y actividades afines. Pertenece a la Sociedad de Estado Fabricaciones Militares. Llegó a ser la única productora de TNT en Sudamérica. Manejó la carga de proyectiles y producía para la industria civil. Buscaba la soberanía nacional en Defensa.
En 2014 ganó una mención al Premio Nacional a la Calidad. Tenía cinco plantas funcionando (entre ellas la de TNT), y contratos con clientes privados, cuando el macrismo la cerró. Como estaban contratados (una falencia histórica del Estado), las y los fabriqueros –un 12% era personal femenino, había embarazadas– no recibieron indemnizaciones.
El Plan de Lucha incluyó ollas populares, mil días de acampe frente a la Municipalidad, cortes de rutas, marchas. En mayo del 2020, plena pandemia y aislamiento, empezó el resurgimiento. Por Zoom. Designaron al ingeniero y veterano de Malvinas, Oscar Espinosa, como nuevo director. Tenía años de experiencia dentro de la fábrica. Hoy son 120 operarios, la gran mayoría parte de los cesanteados en 2017.
Explosivos, nitroglicerina y Master Mix
En septiembre de 2022 vio la luz el servicio de Destrucción de Explosivos para fuerzas armadas, productores de explosivos y juzgados. Hay empresas con explosivos vencidos o en desuso que a través de la ANMaC (Agencia Nacional de Material Controlado) determinan su disposición final. También juzgados, como los de Comodoro Py, que hacen el oficio judicial y luego la fábrica le eleva las filmaciones de la destrucción al juez que la pidió.
Calderas de vapor, equipos de refrigeración, tanques de ácido, cañerías, sistema de calefacción de la glicerina. Todo debieron reponerlo. Este mes pusieron en marcha el proceso de Nitroglicerina y Master Mix, con el ácido que proviene de Río Tercero. Por al menos tres años le venderán este material a la firma peruana minera EXSA, del grupo Órica. El objetivo es concretar 350 kilos de Master Mix por hora. Esta semana alcanzaron las 280.
“Arrancamos el 16 de mayo con pruebas de ajuste después de más de cinco años parados. Dijimos: ‘comencemos y vamos corrigiendo’. Y nos sorprendimos porque todo salió óptimo de una. Poder reincorporar compañeros que ya trabajaban acá, con experiencia, dio estos resultados. La gente arrancó como si hubiera parado ayer, con la misma seguridad y responsabilidad, fue increíble. No pensamos que íbamos a arrancar tan fácil. Y lo bueno es que lo que vamos haciendo bien en la etapa de prueba ya es parte de la producción a vender”, comenta a Tiempo el supervisor de Mantenimiento, Sebastián Madío, a punto de cumplir 52 años.
Como para tomar magnitud de lo que significa traer a alguien nuevo: un operario de la planta de nitroglicerina necesita mil horas de capacitación para aprender el oficio.
De los 120 fabriqueros, solo el 5% no estuvo antes. Varios consiguieron trabajo o se jubilaron. “Hay puestos muy específicos que tuvimos que salir a concursar: enfermería, ingeniería, TIC. Y hay mucha gente que no pudo reingresar, porque fue un golpe muy duro para varios. Muchos no quieren volver a sentir lo que se sufrió en diciembre de 2017”, relató Espinosa a la prensa.
Tan bien arrancó la producción de Master Mix, que el comprador peruano está interesado en que también le fabriquen dinamita. Además, iniciaron el proyecto de reactivación de la línea de Carga de Proyectiles de Mediano y Alto Calibre, con una capacidad instalada de 2000 proyectiles por mes; comenzaron el proyecto de fabricación de dinamitas (a base de nitroglicerina), donde prevén 60 toneladas al mes, y el Centro de Destrucción de Chalecos de Seguridad, que puede alcanzar los 5700 chalecos por mes: cada chaleco tiene su número y fecha de vencimiento. La tarea de Fanazul es separar de la tela el kevlar que compone la parte “dura” del chaleco, triturarlo y reciclarlo.
Hay otra puesta en marcha emblemática. Es la nueva torre de Denitración de Ácidos Residuales. Un edificio vidriado de cinco pisos, importado de Alemania. “Se iba a inaugurar en 2017, habían invertido millones, estaba listo y cerraron la fábrica. Ahora se la va a volver a poner en marcha, para recuperar el ácido residual que se use”, se entusiasma Madío.
Una miniciudad entre el campo y las sierras
Destaca que en la fábrica hay generaciones enteras. Define a Fanazul como una “miniciudad”. El día que entró le dieron dos cosas: la ropa de seguridad y una bicicleta. Después se dio cuenta para qué: desde su taller hasta la guardia hay 700 metros.
Fanazul es un predio enorme de unas 4000 hectáreas. Incluye un dique, campos y el suficiente espacio como para separar cada planta por tema de seguridad y uso de explosivos. Además está ubicado en una zona serrana de gran crecimiento turístico entre Azul y Tandil.
Originalmente se pensó que el macrismo buscaba entregar los terrenos para desarrollos inmobiliarios. Pero se lo terminó encajando a la Armada. “Fue irresponsable porque no era una fábrica de galletitas, era de explosivos. Nunca pudieron sacársela de encima –describe Madío–. Fue un desguace premeditado con maldad, la saña con la que cerraron… y fue un saqueo, se venían de otras sedes de Fabricaciones Militares a ver qué se podían llevar. Un desastre”.
Cuando entró el primer grupo de 30 trabajadores, una vez recuperada la fábrica, se encontraron con “Chernóbil”. Faltaban hasta los inodoros. «Destruyeron todas las instalaciones eléctricas, hubo que arrancar de cero. En la Planta D de Nitroglicerina se llevaron la dosadora, que es el corazón de la planta, sin eso no funciona. Tuvimos que fabricarla a nuevo, por suerte encontramos los planos originales para hacerlo”, comentan los trabajadores.
Ese grupo de 30 le devolvió el alma al complejo. Hicieron de albañiles, pintores, parqueros. Trajeron herramientas de sus casas. Incluso debieron levantar y pintar las letras FANAZUL de material que en el desguace habían tirado y destruido contra el piso. Ni la cartelería había quedado.
¿Y a partir de diciembre? Responde Madío: «Es muy claro que por una decisión política se cerró y por una decisión política se abrió. Hubo compañeros que sufrieron mucho con el despido, problemas económicos, sociales, familiares. Separaciones. Quedó el trauma. Deberíamos estar festejando, pero está el fantasma de qué pasa si vuelve otro gobierno de derecha y por saña quiere cerrarla. Ese fantasma no te lo vas a sacar más».
El objetivo de reflotar la única planta de TNT de Sudamérica
“Sabemos que una cosa es producir, otra es destruir. Nadie encuentra las razones de por qué cerraron Fanazul. No somos una oficina pública, somos operarios que nos levantamos a las 4:30 de la mañana, para tomarnos el micro a las 5, y a las 6 arrancamos a laburar en líneas de producción especializadas, y hasta rentables”, destaca Sebastián Madío, supervisor del área de Mantenimiento.
“La gente muchas veces se mal informa. Tenemos contrato con Perú por venta de explosivos, eso es ganancia. Después está todo el sector de la defensa nacional, la desmilitarización es estratégica para Fabricaciones Militares, en eso se basan sus raíces fundacionales. Se trata de la soberanía nacional. Tenemos que dar un servicio. Todos los polvorines de la Argentina deben estar llenos de proyectiles vencidos, los que los desactivamos somos nosotros. Y encima somos competitivos, tanto que podemos molestar a un sector privado, o a los de afuera”, acota.
Para “poner en valor la fábrica” y dejarla mejor para de cara a un futuro político incierto, se creó semanas atrás en Azul la Comisión para la defensa, promoción y desarrollo de Fanazul, integrada por representantes del Concejo Deliberante, de la fábrica, el Centro Empresario, los gremios y el sector turístico. “El problema es que estamos a 35 kilómetros, entonces mucha gente de la ciudad no sabe lo que hacemos ahí adentro. A muchos les preguntás y la nombran como ‘La base’. Y por temas de seguridad tampoco podés abrir la fábrica a la gente como otros lugares. Por eso ahora se busca hacer parte a la ciudad mucho más activamente”, remarcan desde la Comisión.
El director de Fanazul, Oscar Espinosa, contó que tienen más proyectos a futuro: “volver a reflotar la planta de TNT, éramos los únicos productores de Sudamérica. Se requiere mucho tiempo y mucho dinero. Habrá que hacer el proyecto y su amortización. Nosotros teníamos todo, pero en una planta de nitroglicerina, cuya materia prima es básicamente ácidos, si dejás de trabajar tres meses, automáticamente se rompe todo. No queda nada. Cuando se cerró la fábrica se hizo una parada de planta anual de un mes, y eso hoy lo estamos pagando”.
Bertellys
Hay un funcionario que toda la planta de Fanazul coincide en que no es persona grata: el intendente de Azul, Hernán Bertellys (Juntos por el Cambio). Era el alcalde cuando ocurrió el cierre y desmantelamiento de la fábrica, una de las pocas de gran envergadura que quedó en una ciudad que en las últimas décadas había sufrido el cierre de otras paradigmáticas como Sudantex, o despidos masivos como en San Lorenzo.
En ese momento Bertellys eligió ponerse del lado del gobierno nacional de Mauricio Macri, y el provincial que comandaba María Eugenia Vidal. Si bien los más de 200 fabriqueros recibieron el apoyo de la mayoría del pueblo en su acampe de mil días, sus marchas y ollas populares, el intendente fue reelecto en 2019.
«A la reapertura hay que vivirla como un logro de toda la comunidad. Hay que acordarse que durante las primeras semanas de 2018 hubo un pueblo en la calle; un pueblo con historia de lucha que abrazaba a la causa fabriquera, la de Fanazul», manifestó la dirigente de ATE; Vanina Zurita.
«Además, hoy lo tenemos que vivir como un logro de nuestra ciudad –acotó–. También tenemos que acordarnos de quiénes fueron los autores del cierre de la fábrica, un gobierno neoliberal -el de Mauricio Macri-; con la anuencia de quien era la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal; y con un cómplice necesario: el intendente de Azul Hernán Bertellys».
Claudio Di Bona
29 May 2023 - 10:13
Que importante para el pais que se reabra esta empresa!! Felicitaciones por la nota. En ningun otro medio salio esta noticia