Un grupo de padres con hijos que padecen autismo y trastorno generalizado del desarrollo (TGD) les reclaman a las prepagas y a las obras sociales que no les corten en 2020 el servicio de terapias a sus niños bajo el argumento de “que no aceptan más profesionales por reintegro”.
“Esto nos provoca un problema enorme para nuestros hijos, cuyo desarrollo depende de este apoyo terapéutico, solo nosotros, como padres, sabemos lo que cuesta conseguir turnos y profesionales capacitados”, argumentaron.
Al respecto, Cristian Velasco, coordinador del grupo Familia TEA Banfield le explicó a Tiempo que “en general, en cualquier tipo de cobertura, tanto obras sociales como prepagas, ponen trabas siempre”. Velazco agregó que “es uno de los problemas más grandes que afrontan los padres en el comienzo de año o cuando recién los diagnostican”.
El ayudante terapéutico detalló que la problemática con la que deben lidiar las familias “es una práctica arbitraria, pero habitual, que realizan las compañías de salud: las familias deben soportar demoras en la coberturas de sus hijos hasta llegar a presentar recursos de amparo”. El especialista agregó que “las compañías rechazan presupuestos ya aprobados con excusas absurdas, por ejemplo, porque no todas las planillas están con la misma lapicera y las familias deben iniciar todo el trámite desde el principio”.
En el mismo sentido, el grupo de padres sostiene que desde las diferentes obras sociales aplican una mala distribución en el pago de honorarios para cada profesional de la salud que lleva adentre la atención de sus hijos. Aseguran que los profesionales siguen atendiendo a cada paciente por vocación y además denuncian que la demanda de profesionales para cada patología en particular está mal designada y los profesionales no llegan a cubrir la demanda.
Siguiendo con la mala atención y administración que brindan las diferentes empresas, los familiares reclaman que las compañías no aprueban la integración de apoyo escolar, así como tampoco reconocen el trabajo de los educadores especiales o acompañante externos, cuyo trabajo es necesario para el desempeño educativo de algunos pacientes.
¿Cómo se diagnostica?
De acuerdo a lo que explicaron los profesionales, se emplean diversas técnicas que apuntan a distintos aspectos. Principalmente, conocer la vida del chico a través de la interacción con la familia, el acompañamiento en sus actividades diarias y un seguimiento de avances permanentes.
La tarea como acompañantes terapéuticos se basa en pilares fundamentales. «Primero, conocer la historia de los chicos, saber qué les gusta, qué no, qué los angustia, todo es parte importante de nuestro laburo, interactuar mucho con la familia, y luego el segundo paso es empezar un proceso de observación y estar abiertos a cualquier indicio”, explica Velasco.
Con respecto a la comunicación, se emplean recursos ilustrativos y los llamados pictogramas, que deben ser sencillos y simples, sin detalles innecesarios y que transmitan una sola idea o mensaje. “La forma más fácil de comunicarnos con ellos es a través de historias contadas paso a paso. A ellos les cuesta interpretar y también se frustran con cosas imprevistas. Necesitan todo trabajo de anticipación previa”, asegura el terapeuta.
“Son secuencias con dibujos explicadas paso a paso para que los chicos puedan realizar una tarea cotidiana como cepillarse los dientes. Esta herramienta visual los ayuda a expresarse y comprender aquello que queremos decirles», enumera el organizador.
La cobertura de profesionales ajenos a la cartilla
La Ley 24.901 especifica que las obras sociales y prepagas deben reconocer la atención a cargo de especialistas, aunque no pertenezcan a su cuerpo de profesionales.
La cobertura de profesionales ajenos a la cartilla y la cantidad de casos diagnosticados de Trastorno Generalizado del Desarrollo ha crecido exponencialmente en los últimos años, posiblemente por los notables avances de la ciencia en su detección temprana.