Hugo Waldemar pasó nueve de sus 33 años en prisión. Entre rejas comprendió que la palabra podía transformarlo y se convirtió en sujeto crítico. Estuvo alojado en distintas instituciones de encierro provinciales. Cuando llegó a la Unidad 48 del Complejo Carcelario Zona Norte, comenzó a estudiar Sociología en el CUSAM, la sede que la Universidad Nacional de San Martín fundó en ese establecimiento. Allí, junto a un grupo de compañeros, se dedicó a trabajar en las causas del resto de los detenidos. En libertad, lo siguen haciendo, en las villas La Cárcova y Sarmiento.
A fines de 2011, Waldemar salió y fundó la Biblioteca Popular La Carcova, así, sin tilde, como llaman los vecinos a su barrio. Al poco tiempo fue liberado Mario Cruz, de 33 años, quien se cruzó con Darío Basualdo, de 34, otro ex detenido. Ambos crearon el Merendero los Amigos, en el barrio Sarmiento. Las dos organizaciones, que trabajan en conjunto con la UNSAM y cuentan con el acompañamiento de la Defensoría General de San Martín, formaron el Equipo de Reflexión y Aplicación en lo Jurídico Penal. De este modo intentan suplir los retrasos burocráticos que aquejan a la población carcelaria bonaerense, de la que resultan víctimas sus propios familiares y vecinos. Ahora son ellos los defensores, y se proponen acompañar los procesos y las ejecuciones de las penas privativas de la libertad.
Sostienen, ante la faceta punitiva del Poder Judicial, que hay leyes de la naturaleza que superan la faz jurídica: aquellas que proponen garantizar los Derechos Humanos de la personas. También que se necesita prevención ante el delito y no reprimirlo una vez que ya ocurrió. Quieren agilizar las causas, trabajando en conjunto con los juzgados mediante el consenso vecinal. Atienden decenas, y hasta el momento, lograron que tres presos salgan en libertad. Pero su tarea no termina con la salida de la cárcel. Ayudan a los que siguen detenidos y guían a sus familiares para que aprendan a desenvolverse y a comprender el lenguaje que usan los jueces. El esfuerzo y la perseverancia del equipo obtuvo el reconocimiento del Poder Judicial de San Martín. Fue posible gracias a la organización popular que se gestó en la biblioteca y el acompañamiento del defensor general Andrés Harfuch.
Waldemar, Mario y Darío empezaron por entrevistar a toda la población de la Unidad 48: descubrieron que hay gente que no tendría que estar detenida, pero siguen allí porque les falta hacer algún trámite. Es la consecuencia negativa del estancamiento de las causas en la justicia provincial, y que una iniciativa como esta apunta a democratizar.
En forma paulatina, Waldemar logró uno de sus objetivos: se recibió de licenciado en Sociología y es estudiante de posgrado de la UNSAM. Explica que la mayoría de las personas que participan en la biblioteca tienen o han tenido alguna relación con la cárcel. El taller surge por la organización y la sensibilidad de las madres, que vieron a sus hijos en libertad. Se dieron cuenta de que esto sirve y se apropiaron de la herramienta que ellas mismas crearon. El colectivo comenzó a presentar escritos en los juzgados de San Martin y San Isidro. Con el pasar del tiempo, el logo que lleva plasmado cada uno de los papeles fue adquiriendo institucionalidad, construyendo legitimidad.
Empezamos a trabajar con casos jurídico-penales, pero luego surgieron otros temas de los que también nos hicimos cargo. Por ejemplo, problemas de familia. Es lo que nos encontramos en el camino y no podíamos dejarlo de lado. La mediación entre los vecinos debe complementarse con el Poder Judicial, explica Waldemar.
En San Martín funciona la Casa de Derecho y Asesoramiento Jurídico, que atiende de lunes a viernes de 8 a 14 horas. Allí van personas a pedir por sus familiares que están detenidos. Les toman los datos y les dicen que vuelvan en 15 días. En la biblioteca de La Cárcova es distinto: son atendidos en todo momento y a cualquier hora. Uno de los miembros del equipo de reflexión acompaña al juzgado a la persona para hacer la presentación en legal tiempo y forma, como lo indica la ley. Le muestra de qué modo se hace cada trámite y le enseña a manejarse en ese contexto a menudo hostil. El objetivo es sencillo: que luego sea ese vecino quien acompañe a otro, que se vayan sumando.
Esto es un trabajo social, que pasa por ver cómo se encarnan el delito y la pena en nuestra comunidad. Nuestra pretensión es hacer más comunicable la mediación entre lo jurídico y las condiciones sociales de vida, a través de una organización para el aprendizaje colectivo, reflexivo y crítico, concluye Waldemar. «
El vínculo con los barrios
Tanto en el barrio La Cárcova como en el Sarmiento, el año pasado se realizaron jornadas para que los vecinos puedan tramitar documentos, vacunas y lentes en forma gratuita. Estos fueron algunos de los tantos logros alcanzados por la biblioteca popular y el merendero, que trabajan en conjunto con el arco de organizaciones sociales del Río Reconquista, en el partido bonaerense de San Martín.