Rita tiene la voz quebrada y de tanto dolor, las lágrimas no le brotan fácilmente. Acaba de salir del edificio de Tribunales junto a su mamá Mercedes y su hermana Romina, viene de escuchar la sentencia en la que condenaron a prisión perpetua a los dos policías que mataron a Facundo, su sobrino de 12 años.
“Es una buena noticia, pero a nosotros Facundo nadie nos va a devolver. Perpetua, pero quién nos devuelve a Facundo”, dice con emoción a Tiempo Argentino. Al igual que su mamá y sus hermanas, casi no duerme ni come desde el día que comenzó el juicio. “Luchamos mucho por esto, para que Facundo descanse en paz”.
En algún momento, tuvo miedo de que la condena no sea la que esperaban. “Cáceres siempre dijo que tenían una familia grande en Tribunales. Y es verdad porque cada vez que entraba acá una de sus primas me hostigaba”.
Frente a una bandera repleta de fotos de víctimas de gatillo fácil, se abrazan Romina (la mamá de Facundo), Mercedes (su abuela), Malvina, María y Rita, las tías quienes adoraban al Negrito y que llevan adelante un merendero en su nombre a metros de la casa donde vivía el nene.
Era marzo de 2018 y en una Argentina gobernada por Mauricio Macri ya se hablaba hacía de la Doctrina Chocobar cuando asesinaron a Facundo. La entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich rápidamente respaldó a los policías y mintió acerca de los hechos. “Lamentablemente un chico de 11 años disparó a la policía, es la prueba que hizo la fiscal. La policía tiene todo el derecho a defenderse”, dijo la ministra. La fiscal de la causa en esa etapa jamás realizó tal afirmación.
“Se han dicho tantas mentiras de Facundo, pero ahí están los jueces que dijeron que Facundo era inocente y me lo han matado como un perro por nada. Ahí está la verdad, los jueces juzgaron a los asesinos, se ha hecho justicia por él, nosotras sabemos qué clase de personas somos, nunca me voy a avergonzar de decir que mi mamá lo ha criado lavando ropa y limpiando casas”, expresa Rita.
Por su parte, Romina, la mamá de Facundo vive en Santa Fe pero hace unas semanas volvió a Tucumán para presenciar el juicio. “Siento que se hizo justicia por mi hijo, estamos conformes porque sabemos que quienes han asesinado a Facundo ahora están donde debían entrar. No le creo nada desde el primer momento mintieron, pero cómo les puedo creer a unos mentirosos que dijeron que mi hijo había tenido un accidente de tránsito. No tienen sangre para matar a un niño por la espalda, para ejecutarlo como lo hicieron. Espero que no haya ningún otro policía como ellos esperamos que marque y que haya justicia por los niños que son asesinados por gatillo fácil”, resaltó la mujer. “Ellos tienen perpetua pero van a poder mirar el sol. Mi hijo está muerto”.
Las palabras a Maley
En septiembre de 2018, luego de que Mercedes Ferreira, la abuela del niño denunciara un nuevo atropello por parte de la policía, el ministro de Seguridad de la provincia la llamó a una reunión. Cuando llegaron había algunos fotógrafos y luego se repartió una breve nota de prensa que algunos medios replicaron en ese momento. Sin embargo, en ese momento no se difundió que el funcionario le había ofrecido a la familia un subsidio y ante la negativa de ellos, ofreció instalarles una panadería. “¿Usted cambiaría la vida de su hijo por un kilo de pan?”, le respondió la mujer y le reafirmó que ellos habían acudido a la reunión para pedir justicia.
Al momento del asesinado de Facundo, el ministro de Seguridad de gobierno de Juan Manzur, coincidió con Bullrich, su par de Nación y negó absolutamente que se tratara de un caso de gatillo fácil y agregó el cuestionamiento a la familia, “qué hacía un chico a esa hora en la calle”. Cuando se comprobó que uno de los policías había dado en positivo las pruebas toxicológicas de cocaína no dio declaraciones y en muy pocas ocasiones se refirió al caso.
“Al ministro le pido que haga públicas sus disculpas. Queremos que pida disculpa por lo que dijeron de Facundo. No era ningún delincuente, fue un niño asesinado por la policía. Que se disculpe ante el pueblo de Tucumán. Hoy siento que se hizo justicia por Facundo esperaba esta decisión de los jueces”.
La abuela también denunció que los familiares de los policías condenados pasaban por frente de su casa haciendo disparos. “No me importa. Acá estoy parada firme, no le tengo miedo porque he luchado por mi hijo, para que se haga justicia por mi hijo. Ahora estoy fuerte”.
Facundo tenía 12 años y había salido con un amigo a ver una picada en el Parque 9 de Julio. Fue perseguido por dos policías que lo ultimaron de un tiro en la nuca, pero su espalda tenía alrededor de 11 balazos de goma. Cuando cayó, los policías no llamaron de inmediato a la ambulancia y cuando lo hicieron dijeron que había sido un accidente de tránsito.
Sus amigos y su familia recuerdan la sonrisa de Facundo, sus bromas, su dulzura, su picardía y sus ganas de jugar al fútbol. Tenía listas un par de zapatillas para comenzar la escuela secundaria en el barrio que lo vio crecer. Toda su alegría quedó detenida en esa noche del 8 de marzo en que los policías lo mataron.
A media cuadra de su casa, sonríe desde una gruta donde los chicos del barrio le prenden velitas. También su rostro está en la esquina donde funciona el merendero, un cobijo para los chicos en las épocas de crisis. “El Negrito”, como lo llamaban soñaba con ser Messi para que su abuela dejara de trabajar y para poder ayudar todos los pibes del barrio.
La condena del Tribunal resulta ejemplar para una policía acostumbrada a perseguir a los chicos de los barrios pobres. Tal vez el crimen de Facundo y esta justicia que llegó tres años después sirvan para terminar con el gatillo fácil en las calles.