El 8M nos encuentra organizadas, volvemos a salir a la calle con las centrales sindicales, los movimientos sociales y la economía popular. Partimos de la consigna de que trabajadoras somos todas y todes, y eso habla de cupo laboral trans y la necesidad de que el trabajo sea un derecho para las compañeras, y habla también de que es indispensable reconocer el trabajo comunitario que durante la pandemia fue evidente.
La pandemia mostró la situación de esencialidad del trabajo de las mujeres, pero también la precariedad. Somos las trabajadoras de la educación, las trabajadoras de la salud, las trabajadoras de limpieza, las trabajadoras comunitarias que se bancaron las ollas, que se bancaron el plan Detectar, que bancó las mujeres víctimas de violencia y a los chicos que se quedaron solos, las que acompañaron con los kits de limpieza a los adultos mayores. Ese trabajo lo hicieron ellas y es indispensable reconocerlas.
Otro eje fundamental es plantear que hay que detener la inflación. Necesitamos un salario que nos permita sostener la vida, que la deuda es con nosotras no con el FMI, y se expresa en la crisis habitacional y en la falta de trabajo. Además, hablar de femicidios porque las cifras son aterradoras. Esta justicia tal como está no funciona, nos abandona y nos juega en contra. Necesitamos avanzar en qué justicia necesitamos, esta es patriarcal. Y que tiene como brazo para protegernos una policía corrupta, violenta, mafiosa sin formación. Eso tiene que ser también parte de la tarea fuerte de los Estados. Celebramos un presupuesto con perspectiva de género y que no esté enfocado a desarmar la brecha. Creemos fundamental avanzar en el debate de la distribución del tiempo de cuidado de manera igualitaria.
Las compañeras que están teletrabajando asumieron trabajo productivo y reproductivo al mismo tiempo en una sobreexplotación enorme durante la pandemia y en esta hibridez de la presencialidad escolar, estamos viviendo una situación de mucho caos para las compañeras trabajadoras. «