Pasó el verano, pasaron los turistas, quedó el plástico. De acuerdo a los datos de la última Jornada de Limpieza de Playas y Censo de Residuos, llevada a cabo en las costas bonaerenses por varias organizaciones de la sociedad civil, se recolectaron casi 40 mil residuos no orgánicos de los cuales el 82% corresponde a plásticos en cualquiera de sus formas: envoltorios, bolsas, botellas, tapitas y fraccionados por la acción conjunta del sol, las mareas y la arena. Las consecuencias de esta contaminación son graves y van desde la muerte de más de 550 especies marinas y costeras, hasta alteraciones en el paisaje y la salud humana.
El trabajo incluyó el esfuerzo de más de 300 voluntarios, que cubrieron un total de 1.2 millones de metros cuadrados en diferentes sectores de Ensenada, Punta del Indio, San Clemente, Santa Teresita, Villa Gesell, Mar de Cobo, Mar del Plata, Necochea, Monte Hermoso, Punta Alta, Villa del Mar, Pehuen-Có y Bahía Blanca. Si bien las localidades censadas difieren en cuanto a la cantidad y tipo de basura que se deposita en sus playas, todas coincidieron en que el ítem plástico fue el más abundante.
«La enorme cantidad de plástico que encontramos a nuestro alrededor es producto del aumento en su producción y consumo, sumado al pobre manejo que hacemos de la basura», explica Verónica García, de la Fundación Vida Silvestre Argentina, una de las ONGs participantes del censo.
La basura marina continúa es un problema global que contamina el ecosistema entero, altera los paisajes, tiene impactos en la salud humana y las economías regionales y está causando la muerte de más de 550 especies marinas y costeras.
En general, el 80% de la basura plástica en el mar y en las playas proviene del continente, pero esta cifra cambia según la ciudad. En el caso de nuestro país, la mayor proporción de basura proviene de los barcos comerciales y pesqueros, incluyendo redes, boyas, cajones de pescado, y alimentos. Distinta es la situación en las playas bonaerenses. Los desperdicios que quedan en la vía pública llegan a las bocas de tormenta, viajan por los pluviales (conductos utilizados para desagotar el agua de lluvia donde hay asfalto) y terminan en las playas o directamente en el mar. Aquellos de baja densidad (bolsas de plástico, tapa de botellas, sogas) flotan en la superficie mientras que los de alta densidad (telas, filtros de cigarrillos, sogas de nylon, botellas enteras, utensilios) viajan al fondo.
Luego, la acción del clima reduce ese plástico abandonado en la arena o que flota en el mar en partículas pequeñas con gran capacidad de dispersión. En ese sentido, la mayoría de los plásticos encontrados en las «islas de basura» provienen principalmente de los continentes y corresponden a partículas menores de 1 centímetro (ver recuadro). Según el registro de los ambientalistas, desde 1950 hasta el 2015 se generaron 6300 millones de toneladas de basura plástica. De ese volumen, casi 5000 millones de toneladas están aún en el ambiente, es decir, en nuestros barrios, la playa o el mar (sólo un 9% de toda la basura plástica que generamos ha sido reciclada).
Con esta tasa de producción, de reciclado y descarte, los científicos estiman que para el año 2050 unas 12000 millones de toneladas de plásticos terminarán en los basureros o en el ambiente. En palabras más crudas: si no se hace nada al respecto para ese año podría haber en el océano más plástico que peces.
Una solución
Los plásticos encontrados en los océanos contienen una gran concentración de agentes tóxicos, conocidos por generar enfermedades con impedimento del desarrollo (alteraciones neurológicas, anomalías en el crecimiento y desequilibrios hormonales), alteraciones endócrinas, cambios de comportamiento, artritis y cáncer, entre otras. Por otra parte, el plástico es ingerido por la fauna marina y persiste en el sistema digestivo, provocando una disminución del apetito, obstrucción gastrointestinal, disminución de las enzimas gástricas y disminución de los niveles de hormonas esteroideas, que lleva a problemas en la reproducción. Las sogas, restos de redes y tanzas provenientes de las actividades pesqueras provocan asfixia, laceraciones y deformidades en la mayoría de los vertebrados marinos que quedan enredados. Conocer cuál es la composición de la basura marina nos permite identificar cómo podemos mejorar nuestros hábitos de consumo, con la finalidad de frenar y revertir esta contaminación, avisa García.
La solución, entonces, debe abordarse desde distintos aspectos. En primer lugar, cuidar el ambiente a través de una correcta disposición de los residuos, incluyendo acciones de reciclado, así como también una disminución del consumo excesivo de plásticos. Por otro lado, la aprobación y correcta implementación de políticas públicas que incluyan leyes de responsabilidad extendida al productor, efectivo manejo de la basura (urbana y marítima), la instalación y correcto funcionamiento de las plantas de separación y reciclado, y acondicionamiento de las bocas de tormenta y los pluviales, son fundamentales para afrontar el problema del plástico. Solo así se contribuirá a disminuir, considerablemente, la entrada de basura a nuestro mar y, por ende, a nuestra vida. «
La isla de basura
Se lo conoce con varios nombres. Los más obvios son «La isla de basura», «La isla tóxica» o «La gran mancha de basura del Pacífico». Otros, más sofisticados, son «Plastisfera» o «El séptimo continente». Cualquiera sea la denominación elegida hace referencia a un mismo concepto: una malformación geográfica como consecuencia de la acumulación de restos plásticos en el océano.
En 1997 se descubrió una superficie de 3,4 millones de kilómetros cuadrados -según mediciones de Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Francia- en el norte del Pacífico conformada por residuos como cepillos de dientes, envases, ropa o bolsas de basura, entre otros.
El motivo de esta acumulación en medio del océano es la confluencia en ese punto de la corriente del Pacífico Norte con los vientos alisios del sur, que se mueven en direcciones opuestas. Esto da lugar a un remolino que impide que los desechos plásticos se dispersen hacia las costas.
En cuanto a la procedencia de estos residuos, el 80% de la basura acumulada en este punto proviene de zonas terrestres llegadas a esta área a través de ríos, aguas residuales y playas. El 20% restante está asociado a barcos y a otras plataformas marítimas.
El descubrimiento de este séptimo continente no es un hecho aislado. Recientemente se han observado concentraciones similares de plásticos en zonas como la costa sur de Japón o en el área norte de Hawái.
Esto hace pensar que pueden existir más áreas donde las condiciones del viento y de las corrientes marinas favorezcan la acumulación de plásticos.