El merendero Gotitas de Esperanza es un trabajo solidario para los chicos del barrio Fue creado por los integrantes de la Cooperativa 103 del Plan Argentina Trabaja. La pionera de este proyecto colectivo, Paula Rocha, es una vecina de José C. Paz que vio la necesidad de hacerlo. Muchos se sumaron porque comprendieron el propósito.
Omar Di Mauro, de 51 años, colabora en el espacio y explica, que el merendero surge a principios del año 2009. Comenzaron con una casilla de 4 x 4 y ahora están terminando con la construcción edilicia gracias al trabajo de todos. Funciona en el barrio Santa Paula, está ubicado en la calle Alsina entre Canning y Oliden del partido bonaerense de de José C Paz.
Empezaron brindando una copa de leche a los niños. Pero luego recibieron a sus padres. Fue por eso que armaron un micro emprendimiento: hacen pizzas y tienen un taller de carpintería. Con el ingreso de la venta pagan la cuota mensual del terreno que habitan. Pero este año el dinero no les alcanzó para festejar el Día del Niño en la fecha que corresponde y recién pudieron hacerlo hoy.
En los últimos meses se sumaron muchos niño y adultos, la necesidad aumentó. La comida no alcanza y no estamos recibiendo ayuda de ningún tipo. Tenemos que implementar nuevas estrategias que nos permitan seguir adelante, explica Omar.
Pero el esfuerzo y la perseverancia de los colaboradores hicieron posible festejar hoy, un día primaveral. Les debíamos este momento a los chicos. En agosto no teníamos un peso, no lo pudimos lograr. Pero ahora juntamos un poquito cada uno y lo pudimos hacer. Fue muy lindo y emocionante ver a los docentes repartir juguetes, y dando talleres. Fue un gran momento, todos bailando y jugando: un momento de libertad para nosotros mismos, explica Fabiana Altamirano, miembro del merendero.
Los sectores vulnerables son los más perjudicados por el ajuste del gobierno de Cambiemos. El sistema sigue excluyendo gente hacia los márgenes. El merendero en principio atendía a 12 chicos, ahora son 40 y 15 adultos. La situación económica no es buena.
Cuando empezó el proyecto eran 16 colaboradores, ahora son 44 y se siguen sumando. Arman grupos, se turnan, y se reparten el trabajo. También se acercan vecinos que no pertenecen a la cooperativa, porque ven las necesidades que hay. Agradecen a las chicas del Magisterio de San Miguel y Hurlingham por el apoyo que les brindan.
Desde diciembre que estamos con la soga al cuello, nada de lo que conseguimos alcanza. La desocupación creció en gran manera y la gente se va sumando cada vez más. Cuando sobra comida la repartimos para que los vecinos lleven una vianda a sus casas. Pero la realidad es que no podemos tapar el sol con las manos, el país está atravesando una situación muy difícil y la inflación aumenta cada vez más. A raíz de eso se multiplica la pobreza, concluye Omar.