A Alejandro Pipi Rosado se le conocía su cuerpo y su relato pero no su voz. Al joven de 19 años que fue atropellado por una moto de la Policía durante la represión del pasado lunes 18 de diciembre aun le cueste hablar. En una entrevista con Y ahora quién podrá defendernos, de Radio Con Vos, Rosado contó que esa tarde no formó parte de la masiva movilización contra la reforma previsional sino que se encontraba trabajando en el microcentro como todos los días. Estuve internado un día. No entendía nada, estaba completamente sedado. Me habían curado el abdomen y la herida de la pierna, porque cuando me tiraron la moto encima me pisó el caño de escape. Al día siguiente me dijeron que me podía ir a mi casa, que no era nada grave. Me fui a mi casa y al día siguiente me fue a buscar la obra social del Movimiento de Trabajadores Excluidos. Y me internaron otra vez. Estuve una semana. Voy a estar fácil tres meses para recuperarme y poder caminar bien. La herida es muy grande, no se puede coser, hay que ver cómo se cura, contó Pipi en la primera entrevista que da desde haber sido baleado y atropellado hace ocho días.
El video de la moto que pasa por encima del joven caído sobre la calle Hipólito Yrigoyen ya lleva más de una semana circulando por redes sociales. Sin embargo, aun no está identificado el nombre del policía. Estaba sobre Belgrano y Tacuarí con el carro para recolectar. En algún momento me crucé la 9 de Julio, que estaba muy llena pero no había represión, policías ni nada. Fui por la 9 de Julio caminando y llegando a Yrigoyen me cruzo con policías que venían en moto. Me asusté. Empezaron a tirar las granadas esas de gas lacrimógeno. No podía respirar. La gente empezó a correr para todos los lados. Sentí de atrás que me tiran un escopetazo y me pega sobre la parte inferior de la costilla. Fue un perdigón. Me lastimó mal, inicia Alejandro su relato, entrecortado porque aun le cuesta hablar y por los sentimientos que se ponen en juego al contarlo.
Y sigue: Volví corriendo para Belgrano. Una chica me pregunta qué me pasó, porque estaba tapándome la cara con una remera porque no podía respirar y ve que estaba lastimado. Me sacaron una foto. Y la subió: ahí se ve que estoy con el carro, que estaba reciclando las bolsas. De ahí encaro para 9 de julio y voy hasta Hipólito Yrigoyen. Yo iba a seguir trabajando. Pero ahí me los vuelvo a cruzar, veo que vienen un montón de motos. Me asusté y me escondí atrás de un tacho. Eran un montón. Y empecé a correr. Crucé de vereda y ahí venían dos motos más. Siento un ardor y caigo desplomado al piso. Cuando caigo pierdo la conciencia unos dos minutos. Y cuando me levanto ya tenía la bala de goma que me había quemado toda la parte de la costilla y la pierna completamente quemada. No sabía qué me había pasado. La gente estaba rodeándome. La misma Policía no quería dejar entrar a la ambulancia. Desde el estudio de radio y en su primera aparición pública, más allá de un relato en primera persona que publicó La Garganta Poderosa, Rosado aseguró que da su relato para que la gente se entero de lo que pasó ese día, que hubo gente que la pasó peor como un amigo que perdió un ojo por los salpicones de las balas de goma.
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