Se les dice “perros potencialmente peligrosos” en las normas que pueden encontrarse en las provincias. Los definen así por su raza, tamaño, potencia de la mandíbula. En general, pesan más de 20 kilos, el perímetro torácico va de 60 a 80 centímetros, cabeza voluminosa y cuello corto, fuerte musculatura, mandíbula grande y boca profunda. Resistencia y carácter marcado. Tienen, de esta manera, una capacidad particular para causar la muerte o lesiones graves a personas u otros animales.
Cada vez que hay un ataque y, sobre todo, cuando se produce una muerte, rebalsan las noticias sobre qué hacer con esos perros. Lo fueron este último mes y medio. Primero, dos pitbull mataron a una niña de año y medio en Santa Fe. Después fueron dos dogos que asesinaron a una niña en Córdoba. En ambos casos los dueños quedaron imputados. Entre el punitivismo, la creación genética de las razas y la falta de normativa nacional, horas después de cumplirse el Día del Perro (21 de julio) diversas organizaciones conversaron con Tiempo sobre los caminos posibles hacia estos animales.
Una ley nacional con penas más severas
El pasado 9 de julio una adolescente de 15 años, en Córdoba, fue atacada por dos dogos que se escaparon de una casa. Murió desangrada. Luego, se abalanzaron hacia dos niños en una casa lindante, allí el padre mató a los perros con un cuchillo. Celeste Ávila, de la Fundación Garra de Córdoba, dice que para entender cómo pudo suceder y prevenirlo, la mirada política debe posarse en lo humano y no en los rasgos animales: “el perro en sí mismo no nace peligroso, se hace peligroso con los factores de crianza, falta de límites, de educación y, muchas veces, por la carencia de alimentos y asistencia veterinaria”.
“También la diferencia de tamaño hace que una mordida de caniche no sea letal como quizás sí lo sea la de un dogo, ahí tenés la mirada juzgadora de la sociedad”, afirma.
Si bien reconoce que existen razas que se encuentran genéticamente predispuestas para ciertas actividades, el factor clave es el entorno. Considera necesario que exista una ley que contenga la habilitación de un registro de tenencia de estos perros, implante de chip, castración temprana, que se cumplan las normas de seguridad al momento del paseo por la vía pública, y que se controle que los perros de caza vivan en una propiedad adecuada. Que no estén libres para accionar: “Y necesitamos una ley que tenga penas más fuertes, que las multas no sean solo 10 unidades como en Córdoba”. La Fundación está inscripta como depositaria judicial de animales que atacaron a personas en la provincia. “No hay un seguimiento, todos los gastos corren por cuenta del depositario”, asevera.
Formación gratuita
En los últimos casos los canes ya habían tenido antecedentes violentos. Igual quedaron sueltos. “El comportamiento de un perro está vinculado en un 20% a la genética y en un 80% al ambiente, a cómo se lo educa, si los estigmatizamos como peligrosos no solo fomentamos los abandonos, sino que dejamos de atacar la raíz del problema que es la educación”, dice Matías Tomsich, secretario general del Sindicato de Trabajadores Caninos.
Tomsich considera que la creación de un simple registro de tenencia y la contratación de un seguro –tal como lo dispone la ley de CABA- no aporta soluciones. “Es como sacar el registro de manejo sin hacer ningún curso para conducir, se necesitan capacitaciones gratuitas para los tutores de este tipo de raza de perros”, asegura. La formación debe contener conocimientos mínimos para una buena calidad de vida de los perros, cómo interpretar su comportamiento, alimentación y cantidad de paseos necesarios.
Con respecto a los criaderos de razas de perros, asegura que su posición no es contraria a que existan como tales ya que “hay muchos perros que necesariamente tienen que ser de una raza determinada porque detectan drogas o ayudan en la búsqueda de personas”.
No obstante, apuntó a la necesidad de que sean controlados por el estado para asegurar la calidad de vida de los perros. “Hay un montón de criaderos ilegales o incluso legales que lo que hacen es maltrato animal”, concluye.
Por una política no especista
Carla Zapata, coordinadora de Che Galgo, sostiene que actualmente prevalece una mirada especista y antropocéntrica que debe cambiar: “hay otros seres sintientes que deben considerarse al momento de pensar las políticas”.
Se pregunta: “¿Por qué el hombre siente que tiene el derecho de inventar razas de perros para usarlas en cacerías, asesinar a otros animales y encima, cuando esto se pone en evidencia, esos animales son señalados como potencialmente peligrosos?”.
Zapata considera que el registro de tenencia de este tipo de perros, habilitado en la CABA, entre otros distritos, no es útil ya que no existe ningún tipo de control. “El caso de la adolescente de 15 años asesinada por perros en Córdoba nos muestra que hay que prohibir la caza con perros. Los que la atacaron eran justamente utilizados para cazar pumas, desde cachorros se los incentiva a matar”. Y concluye: “si el registro hubiera sido efectivo, lo que sucedió en Córdoba se hubiera podido evitar”.
Leyes: «perros potencialmente peligrosos»
No existe una ley nacional que aborde la tenencia de “perros potencialmente peligrosos” en el país. Sin embargo, once provincias han aprobado regulaciones propias como estrategia para evitar los ataques contra personas, bienes u otros animales. En Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, entre otras, crearon registros donde los dueños declaran la raza de perro que poseen y otras especificaciones.
El único proyecto de ley nacional en estado parlamentario plantea, que plantea también crear un registro, fue presentado en 2022 por la senadora Cristina López Valverde. El articulado habla de diferentes obligaciones para el dueño, como presentar el certificado de sanidad actualizado, acreditar la situación sanitaria, colocación de chip y cartel en el domicilio, responsabilidad civil y penal del propietario, entre otras.
¿De dónde vienen los dogos y los pitbull?
Según la Asociación de Etología Clínica Veterinaria Argentina, durante los años 2019 y 2020 hubo trece muertes por ataques de perros en el país. Nueve de esas víctimas conocían a los animales, quienes a su vez tenían en su mayoría antecedentes de violencia. La mayoría fueron dogos y pitbull. ¿Pero de dónde vienen estas razas?
De las más de 300 variedades en el mundo, el dogo argentino es una de las dos razas caninas desarrolladas en el país, por un médico cordobés en los ’20 que buscaba el perro de caza perfecto. Antonio Nores Martínez (1907-1956) fue un cirujano cordobés, amante de la caza. Quiso crear un perro que cazara jabalíes, zorros, pumas y otros animales de la zona. Para eso fue cruzando varias generaciones entre diferentes razas (bulldog, bull terrier, mastín de los PIrineos, alano español, pointer, boxer, gran danés, dogo de Burdeos e incluso Irish Wolfhound. Tomó como base al “viejo perro de pelea cordobés”, de gran poder y fortaleza. Pero por su agresividad hasta su apareamiento era dificultoso.
Para la recría fue eligiendo ejemplares totalmente blancos, de allí su pelaje clásico con el que buscaba que sea fácil de localizar en zonas rurales. Para 1947, el dogo argentino ya estaba totalmente creado, en 1964 se reconoció oficialmente a la raza en la Argentina y en 1973, a nivel internacional.
El pitbull proviene de Gran Bretaña, del bulldog inglés. El origen se remonta a principios del siglo XIX y se ubica en diferentes regiones de Inglaterra, Irlanda y Escocia. Estos perros fueron criados a partir del antiguo bulldog inglés, raza que por aquel entonces había ganado popularidad en una práctica conocida como “ceba de toros”, que consistía en atar un toro para que uno o dos perros lo hostigaran durante horas hasta hacerlo colapsar. Al ser prohibida en 1835 surgieron otras ilegales como la caza de ratas y las peleas de perros.
Como requerían más agilidad y destreza los criadores comenzaron a cruzar bulldogs y terriers. Así nació el primer pitbull, una combinación perfecta entre agilidad, velocidad, tenacidad y fuerza. El pitbull americano se dio con la llegada de los primeros ejemplares británicos llevados por inmigrantes a Norteamérica.
De las peleas pasó a la granja. Conducía el ganado, cazaba cerdos salvajes y osos, protegía contra los intrusos, y era amable con la familia. Y fiel con su dueño. Incluso llegó a ser animal predilecto del ejército.