Nikola Tesla, uno de los inventores más determinantes de la historia, vivió postergado por el mundo académico y murió pobre, solo y eclipsado por otros científicos de su época, como Thomas Alba Edison o Guillermo Marconi. Fundador de la tecnología moderna, a Tesla se lo conoce como «el genio al que le robaron la luz».

Pero el reconocimiento llegó con el tiempo. Uno de los síntomas de eso se refleja en los documentales y exposiciones que pretenden contar la historia detrás del genio, como la que comienza este viernes en Buenos Aires y que estará vigente hasta el 4 de febrero del próximo año («Nikola Tesla. Inventor del siglo XXI») en el Espacio Fundación Telefónica (Arenales 1540, CABA), con entrada gratuita. Realizada en colaboración con el Museo Tesla de Belgrado, propone un recorrido por la vida y obra de una de las figuras más influyentes de la ciencia.

Tesla, sumamente obsesivo, fue un personaje visionario y fundamental para la vida como la conocemos hoy -inventó la corriente alterna que reciben actualmente todos los enchufes, o la transmisión inalámbrica como la de cualquier control remoto- traza un recorrido casi en penumbras, con ejes temáticos que se van iluminando, casi como un paralelo con la vida del homenajeado.

«Sus ideas eran visionarias. Tesla anticipó que en el futuro las noticias iban a poder ser leídas en un dispositivo que llevaremos en el bolsillo del chaleco… sólo se equivocó en que ya no usamos chaleco», dijo la española María Santoyo, curadora de la exposición en Buenos Aires y de la versión que ya se vio en las sedes de Telefónica de Madrid y Bogotá.

Nikola Tesla nació en 1856 en la ciudad Smiljan, ubicada en el imperio austríaco (actual Croacia). Una vez, cuando era niño y estaba acariciando el lomo de su gato Macak, su mano provocó una lluvia de chispas. Entonces «le preguntó a su padre qué era aquello, a lo que este le respondió: ‘es la electricidad’. Y ésa fue una quimera que persiguió el resto de su vida», relató la curadora.

La museografía, según Télam, permite acercarse a Tesla a través de textos, como sus escritos, su correspondencia y otros documentos. Se pueden ver, por ejemplo, sus apuntes de 1921, cuando Tesla presentó el primer diseño de una aeronave capaz de despegar verticalmente (prototipo de los portaaviones).

A los 28 años Tesla «llega a Nueva York, para poder trabajar junto a su admirado Thomas Edison, quien termina siendo su némesis», explica Santoyo. Tras una pelea, abandona la empresa de Edison y nace la Tesla Electric Company. En 1890 se desata la «guerra de las corrientes», en la que Edison defiende la corriente continua a través de maniobras sucias y Tesla, la alterna.

Pero además, gracias a su inteligencia, gran intuición y enorme capacidad de trabajo, Tesla «sentó la bases que han permitido el desarrollo posterior de la telefonía móvil, el wi-fi, la electricidad sin cable», se puede leer en los textos de sala.

Aunque siempre tuvo una peculiar personalidad, al final de su vida su extravagancia se acentuó. Desesperado por volver a lograr la atención de los medios, Tesla, que murió en 1943, realizó anuncios a la prensa de inventos disparatados (como «el rayo de la muerte» o la comunicación interplanetaria con extraterrestres), no tuvo discípulos, nunca difundió sus escritos a la academia, y «al final de sus días, sólo bebía leche tibia y cereales, probablemente tuviera síndrome de Asperger», deslizó la curadora.