Los días más crudos del invierno se sienten en las calles, en las escuelas, pero también en los hospitales, especialmente en el Gran Buenos Aires y La Plata, donde los números alarman: de acuerdo a relevamientos de los trabajadores de la salud,31 de los 60 hospitales de esos distritos padecen algún problema de calefacción, lo que genera casos extremos, como derivar pacientes a que duerman en comedores. Mientras la gestión de María Eugenia Vidal enfoca toda la inversión en las guardias (el lugar más visible para el público), el resto de la infraestructura de los edificios sufre los avatares del frío y la desidia.
Tres cuartas partes de los 77 hospitales bonaerenses están en el Conurbano y La Plata. No son prioritarios para la gobernadora. Mientras Salud ocupaba el 10% del presupuesto hace 15 años, en 2019 representa un 5,5%, y se le destina un 28% más de fondos nominales que en 2018, por debajo de la inflación interanual.
«La situación de infraestructura de los hospitales provinciales sigue siendo muy problemática, más allá de que por decisión unilateral del gobierno avanzaron en la refacción de guardias. Son muchos años de falta de mantenimiento y en todos los inviernos esa dificultad se agrava, con la incidencia de las enfermedades respiratorias y problemas concretos que aparecen cuando no hay atención adecuada», afirma Fernando Corsiglia, presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia (CICOP).
Tres meses atrás, el gobierno bonaerense se comprometió en una audiencia judicial a destinar 23 millones de pesos para la externación de 40 de las más de 400 personas internadas en el hospital psiquiátrico Dr. Alejandro Korn, en Melchor Romero. Aún sin novedades sobre el avance de ese plan, los lugares de alojamiento se reducen día a día. Según denunció el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), en plena ola de frío las salas de internación crónica Lasegue y Solanet, del Korn, no tienen calefacción ni frazadas suficientes, y hay ventanas y puertas que no se pueden cerrar: «Pedimos al Juzgado en lo Contencioso y Administrativo N° 3 que ordene la implementación de un plan de contingencia y la reparación de la calefacción». El fin de semana largo, debieron trasladar a varios usuarios a los comedores de los pabellones para dormir: «Son pacientes crónicos. Por ejemplo, hay una sala de 37 hombres. Como no entraban las 37 camas en el comedor, colocaron camas en la ropería», relata Loana Ramírez, trabajadora del hospital.
El Oñativia, de Rafael Calzada, sufrió un incendio el 17 de diciembre. Sigue con guardia de contingencia, y permanece inoperativo en cirugías, partos, terapia intensiva, neonatología, internación de maternidad y de adultos. «Entre otros problemas que tuvimos el año pasado, quedaron inutilizados los radiadores y ya no hubo calefacción», precisa María Rosa Álvarez, trabajadora del centro de salud.
El Belgrano, de San Martín, tampoco tiene calefacción central. El sector de neonatología es uno de los más críticos. «No tiene arreglo. Se quemó la plaqueta y tienen que cambiar el equipo –se lamenta Orlando Restivo, trabajador de la salud–. Dicen que van a poner unas resistencias en la ventilación para mandar aire caliente. Por ahora estamos con estufa eléctrica. Los bebés en incubadora zafan. A los de cuna, se los ‘emponcha’ bien. Los que más sufrimos somos los 30 neonatólogos y enfermeras».
De acuerdo a un informe de la Dirección de Arquitectura bonaerense, la Provincia tiene 900 mil metros cuadrados de superficie de hospitales, de los cuales un 70% necesita algún tipo de refacción. «Desde la gobernación se priorizó sólo lo que es emergencias, con un gran énfasis en las guardias y el SAME, que es lo que más se ve, como el Metrobús, y en lo que es internación y consultorios externos no hubo inversión. En su mayoría son edificios grandes, viejos, con problemas estructurales», enfatiza Jorge Yabkowski, presidente de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de Argentina (Fesprosa), y sostiene que «más de la mitad de los hospitales provinciales del Gran Buenos Aires tienen problemas de calefacción».
Yabkowski agrega la falta de profesionales y la escasez de centros de salud para atender la demanda pública que crece a medida que se agudiza la crisis social. «Hoy el salario de un profesional de 32 años, con once de formación, que quiere entrar a trabajar en terapia o neo o neurocirugía, 36 horas semanales, gana 28 mil pesos. Se van al sector privado».
El Paroissien, de La Matanza, también sufre problemas de calefacción. En el partido hay mil camas públicas para internación para 1,8 millones de habitantes. Sin embargo, la gestión de Vidal volvió a rechazar la inauguración de dos centros de alta complejidad (el Presidente Néstor Kirchner, de Laferrere, y el René Favaloro, de Rafael Castillo), casi terminados desde 2015.
La sobrina de Stella Soledad está internada hace días en el Larcade, de San Miguel, «donde las estufas no andan y no hay modo de cubrir a los niños del frío», según denunció en sus redes sociales, junto a un video que refleja la cruda cotidianeidad en el servicio.
El martes 2 de julio, el consultorio para niños y el vacunatorio del Hospital Evita, de Lanús, trabajaron sin luz. La térmica resiste sólo 20 amperes. «Tenés todo un sector de consultorios externos sin gas y los de pediatría con problemas continuos. Hay dos aires frío-calor que no dan abasto, y son 18 consultorios. Terminás atendiendo chiquitos a los que hay que desvestir, después de estar en una sala de espera helada, la mayoría sin desayunar, con las manitos frías, llenos de mocos, con problemas respiratorios», describe la trabajadora Sandra Álvarez.
El edificio del hospital Meléndez, de Adrogué, cumplió cien años en 2002. «Sólo se hizo a nuevo la guardia. Todo lo demás está con serios problemas, desde las cañerías hasta los cables», apunta Mónica Méndez. «La sala de clínica médica y la guardia de obstetricia explotan de gente y hace mucho frío, con embarazadas esperando en el pasillo».
En noviembre del año pasado, el Ministerio de Salud de la Provincia determinó que el edificio del Hospital Erill, el único público para los 220 mil habitantes de Escobar, y que realiza 3000 partos al año, está tan dañado que hay riesgo eléctrico, de incendio y derrumbe, y que había que solucionarlo «inmediatamente». Nada cambió. Tanto en el primer piso como en el sector de consultorios externos sufren problemas de calefacción y agua caliente. «Como no anda la calefacción central, enchufan los calentadores eléctricos en cualquier lado, todo se sobrecarga y saltan las térmicas –explica Alejandro Márquez, bioquímico integrante de la CICOP de Escobar–. En consultorios externos, pacientes y médicos están congelados». «
En la ciudad también
El frío también se siente en los centros de salud porteños. El Hospital Nacional de Salud Mental y Adicciones «Laura Bonaparte» tiene graves problemas de calefacción. «Desde la semana pasada el servicio que atiende niños, niñas y adolescentes recortó la atención a un solo consultorio, el único con una estufa, en horarios limitados porque no hay gas desde agosto de 2018», asegura Leonardo Fernández Camacho, licenciado en Trabajo Social y delegado de ATE en ese hospital. «En la explanada de la entrada hay un techo bajo el cual se refugian unas diez personas en situación de calle desde hace dos años. Hasta 2015 trabajamos con esa población, pero ahora no se hace nada», agrega.
Es una escena habitual en las guardias y pasillos de consultorios externos de los hospitales porteños. Con respecto al caso de la persona en situación de calle fallecida el domingo 7 en el Pirovano, revelado por Página/12, la Fiscalía N° 39 lo investiga como «muerte dudosa». Desde el gobierno de la Ciudad sostuvieron que el hombre solía pernoctar en ese lugar y que tenía «patologías de base, principalmente cardíacas», desmintiendo la hipotermia como la causa de muerte, como si las bajas temperaturas y la vida a la intemperie no complicaran ese tipo de cuadros.