La lista es tan extensa como para considerar que, en realidad, los diccionarios raros no son tan raros. Sin embargo, existe uno aún por escribirse que se llevaría todas las palmas de la rareza: el diccionario del macrismo. ¿En qué radica su carácter extraño? En que no define objetos de la realidad, más bien los crea o pretende hacerlo; en que deja significados abiertos para ciertas palabras o frases que debe completar el consultante; en que incorpora las onomatopeyas más extrañas y trastoca las acepciones más corrientes de las palabras.
He aquí algunos ejemplos de las entradas del diccionario más extraño del mundo.
Ah, ah, mm, mm, este… cómo se llama, eh, oh, ah, ah, cómo es, ah, ah… Onomatopeya de los borborigmos cerebrales de la vicepresidenta Gabriela Michetti en situación de responder a una pregunta periodística.
Alivio. Palabra que repetida como un mantra opera milagros. Dicha por el presidente desde la casa de una ciudadana de a pie a la que se le ocurrió espontáneamente ir de visita, y por el ministro Dujovne en una conferencia de prensa, generará una sensación de alivio en los más necesitados. Pronunciada no menos de 20 veces seguidas por los funcionarios, hará que los niños del Chaco que comen escasamente con los pies sumergidos en el agua de la inundación sientan que en realidad están en un hotel 5 estrellas.
Agroquímico. Excelente producto que mejora las cosechas y cuya fumigación no está probado científicamente que sea dañina en niños y adultos. Aunque, por las dudas, la primera dama cultiva en Olivos una huerta orgánica.
Arrepentido. Persona que hace un curso acelerado de declaración creativa bajo la consigna «Incriminá a quien yo te digo o vas en cana.» Experiencia similar a la de asistir a un taller literario de narrativa oral, pero sin la opción de abandonarlo por voluntad propia.
Brotes verdes. Fallida metáfora agraria del renacimiento económico, imagen poética desmentida por la realidad.
Combustible espiritual. Título de un libro del visionario Ari Paluch. Único tipo de combustible con que se podrán llenar los tanques luego de que Aranguren pasó por la cartera de Energía y dejó su huella.
Christine. Hada buena de las finanzas, mujer de la que se enamoran los argentinos, contracara de la bruja Cristina.
Deuda externa. Una de las formas en que Argentina se abre al mundo, aunque sería deseable que no se abriera tanto. Préstamo que piden los vivos para que lo paguemos los giles.
¡Es aquí, es ahora! Muletilla presidencial que indica que estamos en el lugar y el momento indicados no se sabe bien para qué.
Escuela pública. Un sitio abyecto en el que se cae sólo por desgracia, como se cae a un pozo ciego.
Fiesta. Loca creencia de un trabajador que supone que tiene derecho a vivir dignamente, comprar lo que necesita, tener un celular y hasta irse de vacaciones a Las Toninas.
Inflación. Fenómeno de descontrolado aumento de precios que delata, según el presidente, incapacidad para gobernar. A confesión de partes, relevo de pruebas.
Inútil. Todo individuo que pertenezca al mejor equipo de los últimos 50 años. En sentido filosófico, una paradoja.
Justicia. Se representa como una mujer con los ojos vendados aunque todo hace sospechar que se cansó de jugar al gallito ciego y se quitó la venda.
Kirchnerista. Dícese de la persona vaga y mal entretenida amiga de lo ajeno. Localismo: amante del choriplan.
Lo peor ya pasó. Grosero, muy grosero error de cálculo.
Pobreza cero. Aunque el gobierno no presentó aún la fe de erratas, se supone que quiso decir «pobres cero» o «cero pobres, por favor, que desaparezcan de una vez por todas».
Próximo semestre. Véase en Wikipedia «ucronía»: tiempo que no existe o tiempo que no existió.
Se robaron un PBI: Frase pegadiza como cantito de cancha acuñada por el arrepentido Leonardo Fariña y repetida por quienes no saben cuál es valor de un PBI y están convencidos de que los ricos no roban. Frase lista para usar que evita la engorrosa tarea de pensar.
Tormenta. Nuevo fenómeno político-climático que hace temblar los bolsillos.
¡Vamos, argentinos!, ¡Vamos los jóvenes! Alocución que invita a ir a un lugar no precisado en la frase, aunque es fácil descubrir cuál es. «