El Terrorismo de Estado y las dictaduras son amigas del oscurantismo, de la supresión de la libertad de pensamiento. Y sin lugar a dudas, la ciencia ha sufrido mucho los vaivenes de las dictaduras y la democracia. Parte de la crisis argentina que tuvimos que afrontar tras la vuelta de la democracia tuvo que ver con La Noche de los Bastones Largos en 1966, cuando alrededor de 1000 de los principales científicos argentinos se vieron forzados a abandonar las universidades y la gran mayoría se exilió en el extranjero. A partir 1983 comienza la recomposición de la ciencia argentina, con la recreación de la Secretaría de Ciencia y Tecnología por parte del presidente Raúl Alfonsín, que fue encabezada por Manuel Sadosky.
En ese sentido, desde el Ministerio lanzamos el desafío «Inteligencia Artificial por la Identidad«, una iniciativa conjunta con Abuelas de Plaza de Mayo y la Fundación Sadosky, que lleva el nombre de uno de aquellos tantos integrantes de nuestro sistema científico que eligió volver del exilio para reconstruir a la ciencia argentina. El objetivo es desarrollar un software capaz de digitalizar el archivo periodístico de las Abuelas, compuesto de noticias de diarios y revistas que documentan 45 años de lucha en la búsqueda de sus nietas y nietos y por el derecho a la identidad.
En estas últimas décadas las políticas científicas se han consolidado. Siempre recuerdo cómo el área de ciencia y tecnología era una preocupación especial de Néstor Kirchner y también lo siguió siendo para Cristina Fernández, a diferencia de otros que antes los habían mandado a lavar los platos. Y en esa línea continuamos trabajando hasta ahora, con el objetivo de ubicar a la ciencia y la tecnología por encima de los calendarios electorales y coyunturales y tener una mirada a largo plazo, cuyas transformaciones no se puedan ver siempre en la inmediatez.
Por último, considero que es necesario reivindicar la tarea que realizó y realiza el Banco Nacional de Datos Genéticos y el tesón y la voluntad de las Abuelas y las Madres. Y a la vez, desde el Estado –y en particular desde la Ciencia y la Tecnología–, el compromiso continuado de seguir aportando a brindar soluciones a los problemas de nuestra gente. El derecho a la identidad es una demanda muy concreta en la cual la ciencia argentina supo estar a la cabeza a nivel mundial, y que todavía nos compromete a seguir trabajando hasta que la última nieta y el último nieto conozca su identidad.
Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología seguimos trabajando por una sociedad más justa, más inclusiva y con pleno ejercicio de la libertad. «