Alrededor de 1.8 millones de personas mueren cada año por cáncer de pulmón. Es la forma más frecuente de cáncer a nivel global, con unos 2.2 millones de nuevos casos anuales. En la Argentina es la primera causa de muerte por cáncer, pero sólo el 20% de los pacientes recibe el diagnóstico en un estadio temprano de la enfermedad. En esos casos, la chance de curarse es de hasta el 90%. Sin embargo, cuando la patología está avanzada, esa chance es de menos del 10%.
En el marco del Día Mundial contra el Cáncer de Pulmón, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) difundió un documento elaborado por un grupo de expertos de distintas instituciones dedicadas al tema en el país que “podría cambiar la manera en que se diagnostica esta enfermedad, aumentando el diagnóstico temprano de pacientes y las chances de curación o sobrevida”.
El artículo, publicado en marzo de este año en una revista extranjera, resume el Consenso Argentino para el Tamizaje de Cáncer de Pulmón. Por primera vez en la región, es un acuerdo entre profesionales sobre qué medidas preventivas se podrían tomar para las y los pacientes considerados con mayor riesgo ante este tipo de cáncer.
Según difundió la AMMR, “el tamizaje del cáncer de pulmón puede salvar vidas y el mejor método es con la tomografía computarizada de baja dosis (TCBD) con resultados muy por encima de, por ejemplo, la radiografía de tórax o la citología de esputo”. El documento advierte que las tasas de implementación de programas de Tamizaje con TCBD son bajas en todo el mundo, y particularmente en América Latina “se han reportado sólo aislados esfuerzos al respecto”.
Por una política pública
“No hay ninguna política pública para ponerlo en marcha. Si no, no tendríamos que escribir un consenso entre profesionales para establecer qué pacientes tienen que realizarse el rastreo de cáncer de pulmón y qué características tienen que tener para someterse a una tomografía de baja dosis. Al no haber una política pública ni evaluarse costo-beneficio de esta tecnología, el primer paso que hacemos como AAMR es este consenso publicado en revista extranjera”, dijo a Tiempo Karina Patané (MN 95234), Coordinadora de la Sección Oncología de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
La especialista afirmó que “no es imposible” la implementación del rastreo, porque si bien “no todos hospitales tienen tomógrafos, se pueden hacer redes de trabajo que permitan llevar a cabo este tipo de estudios para hacerlos a todos los pacientes que lo necesiten, más allá de la cobertura social. Pero eso requiere evaluación y planificación”.
El trabajo colectivo –del que participaron especialistas del instituto Ángel Roffo, el Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública del Conicet, el instituto Alexander Fleming, el Hospital María Ferrer, el Hospital Posadas, la Fundación Favaloro, entre otros- apunta a “lograr que se activen programas nacionales de rastreo tomográfico para la detección precoz del cáncer de pulmón. Se trata de una decisión en políticas de salud, que podría reducir enormemente los gastos de tratamientos y discapacidad en la población afectada”.
De hecho, el artículo refleja que “el primer año de tratamiento de un paciente con cáncer de pulmón en Argentina en 2020 fue equivalente a 2,25 veces el producto interno bruto per cápita del país. La inversión en la implementación de programas de cáncer de pulmón con detección precoz y mejora de la supervivencia podría reducir los costos para el sistema de salud”.
Tras la publicación del documento consensuado, el material se presentó ante el área de Evaluación de Tecnología Sanitaria (ETS), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación. “Si ganamos terreno en eso y es considerada como una tecnología sanitaria de relevancia, el camino se va allanando cada vez más”, apuntó Patané.
“Si se logra que la gente viva más porque se hace un diagnostico más temprano, se evitan también costos de quimioterapia en estadios avanzados, coberturas de pacientes con discapacidad, falta de calidad de vida, entre otras cosas. Son costos que no son tan tangibles pero existen”, remarcó.
A quiénes estaría dirigido
El material difundido por la AAMR indica que “son dos los factores clave que este consenso toma en cuenta para la recomendación de realizar estudios preventivos a las personas en mayor riesgo: la edad y si la persona es o fue fumadora”. El documento sostiene que una persona de entre 55 y 75 años con antecedentes de tabaquismo de 30 paquetes por año (equivalente a 600 cigarrillos), fumador actual o que haya dejado el cigarrillo en los últimos 15 años, debe realizarse estudios de detección temprana.
Las y los profesionales que trabajaron en el documento –entre abril de 2021 y enero de 2022- concordaron en que el tamizaje debería tener un intervalo anual y debería interrumpirse “si se cumple uno de los siguientes criterios (a) han pasado 15 años desde que la persona dejó de fumar, (b) cuando el estado físico de la persona indica una corta esperanza de vida, (c) cuando la persona no está en condiciones o es reacia a continuar con el tamizaje y (d) cuando la persona tiene >80 años. El tamizaje de CP también debe interrumpirse si el paciente presenta un resultado positivo en la TCBD”.
Además, la política preventiva propuesta indica que, a la población en riesgo que se analizara mediante el tamizaje “debe ofrecerse un programa para dejar de fumar y debe realizarse una evaluación del riesgo cardiovascular. Las instituciones deberían contar con un comité multidisciplinar, disponer de protocolos para el manejo de pacientes sintomáticos no incluidos en el programa y distribuir material educativo”.
“Es importante que cualquier medico esté familiarizado con el consenso. Primero, tiene que identificar al paciente que puede requerir el estudio. E iniciarlos en programas de cesación tabáquica, si fuman al momento de la consulta. Segundo, elaborar conciencia. Cuando uno elabora conciencia, es algo colectivo: el paciente también habla con otros colegas, amigos, tal vez promueve escala en la prevención”, planteó la Coordinadora de la Sección Oncología de la AAMR.
La médica contó que en la Patagonia ya se está dando una tarea en este sentido: “Se juntan diferentes centros y tratan de poner en marcha desde los médicos locales la práctica del rastreo de cáncer de pulmón. Hay mucho movimiento. Es algo que parte de las bases, y no está mal que sea así. Pero hay que darle mucho impulso. Hay mucho entusiasmo y ganas. Es factible”.