El veredicto por el travesticidio de la activista de Derechos Humanos Diana Sacayán fue histórico: por primera vez en América Latina el crimen de una travesti fue condenado por odio a la identidad de género en la primera condena por travesticidio. El presidente del Tribunal Oral Criminal N4, Adolfo Calvete, lo leyó pasado el mediodía en la misma sala donde transcurrió este proceso. Lxs familiares de Diana entraron entre aplausos de quienes esperaron el fallo mirando una pantalla en los pasillos del sexto piso del Palacio de Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires y los alentaban al grito de “Fuerza!”.
Diana tenía 16 hermanxs y muchxs de ellos estuvieron presentes en todas las audiencias con remeras y carteles pidiendo Justicia.
Say, hermano de Diana y varón trans, fue uno de los mayores impulsores de la causa y es quien tomó la posta de la organización M.A.L (Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación) fundada por Diana. Estaba expectante en primera fila, tomado de la mano de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, y junto a Darío Arias, de la Comisión de Justicia por Diana Sacayán, y muy cerca de las activistas travestis Marlene Wayar y Susy Shock. En una tarima frente a su asiento, de cara al tribunal, Say acomodó dos estampitas: una del Gauchito Gil y otra de Diana Sacayán.
En esta audiencia, el acusado, Gabriel David Marino, entró por una puerta especial, ubicada detrás del estrado del tribunal, por la que entran solo lxs jueces, para evitar que tuviera contacto con el público. A diferencia de la primera audiencia, cuando sonreía a los fotógrafos casi desafiante, estaba cabizbajo y de brazos cruzados, como si intuyera que la sentencia prolongaría por muchos años la detención en la unidad penal de Ezeiza, donde vive privado de su libertad desde que lo detuvieron en Morón en 2015.
El día no había empezado bien para él: su defensor Lucas Tassara no pudo asistir a la audiencia a raíz de un problema de salud en su familia (la operación de una hija). Pero Marino fue asistido por otros defensores, una abogada y un abogado, que habían estado en audiencias previas como parte del equipo de Tassara.
Una voz ordenó “de pie” cuando entraron lxs jueces, en un gesto que no deja de sorprender en el año 2018, si se trata de un acto de administración de justicia en que lxs jueces son, ante todo, servidores públicos. Y aunque el tribunal solía obviar esta parte en las audiencias, casi todas las personas se pusieron de pie cuando ellxs entraron al recinto.
Los silencios y la espera
La primera parte de la audiencia -citada para las 9:30- fue breve y se centró en cuestiones técnicas relativas a dúplicas y réplicas. Ariel Yapur, el fiscal a cargo de la acusación, y Juan Kassargian, en representación de la querella del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), hicieron sus intervenciones. El defensor también se despachó con sus planteos acerca de nulidades y pruebas. Mientras que dos de las mujeres que más trabajaron para que esta causa llegara a juicio con las palabras con las que llegó en los expedientes -travesticidio, crimen de odio a la identidad de género-, Luciana Sánchez, abogada de la querella familiar, y Mariela Labozzetta, de la UFEM (Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres)- permanecían en silencio
El mismo silencio expectante que embargó la sala tras el cuarto intermedio, cuando el tribunal dijo que iba a leer “la parte dispositiva de la sentencia”, y que la sentencia integral será leída el viernes 6 de junio a las 13:30hs. El silencio precedió a las palabras del juez tras doce audiencias, 30 testimonios, meses de preparación y más de dos años de investigación y duelo. El silencio abismal cuando se produce en una sala repleta de activistas que vienen luchando desde hace más de dos años por el crimen de una compañera y saben que lo que sigue, para bien o para mal, dibuja un camino, construye un sentido hacia adelante y hacia atrás.
Un suspiro quebró ese silencio cuando Calvete empezó a leer el fallo e informó: no hacía lugar al planteo de nulidad de la defensa. Abrazados y tensos como niñxs que se protegen ante una tormenta inminente, Say, lxs activistas, lxs familiares, escucharon: “el tribunal resuelve condenar a Gabriel David Marino a prisión perpetua por homicidio agravado por violencia de género y odio a la identidad de género”. Entonces hubo aplausos pero no estallidos ni gritos. En el aire se mezclaron la congoja y el dolor, la inmensa tristeza, el esfuerzo que costó que la Justicia se pronunciara así por la muerte de una travesti, la victoria de haber llegado hasta acá en el juicio de todas las travas. El alivio de un fallo ejemplar se mezcló con la inmensa tristeza por la ausencia de Diana. Y apenas el tribunal cerró lectura, de afuera llegó la ola de gritos y festejos.
En el hall del sexto piso de Tribunales, más de cien personas miraron la transmisión por pantalla y se abrazaron, gritaron y cantaron “Diana Sacayán, presente” apenas el juez leyó “crimen de odio”. En la plaza frente al Palacio de Tribunales, fueron cientxs quienes escucharon el veredicto por una radio abierta.
“El mejor fallo que podíamos pedir”
“Estamos más que felices con este fallo. Tiene que ver con un trabajo de dos años y medio. Aunque Diana no está físicamente, está en este hecho. Quiero agradecerles a todes”, dijo Say Sacayán en la Plaza Lavalle. “Creo que es el mejor homenaje que podemos hacerle a Diana ya todas aquellas que fueron víctimas de travesticidios y sobre las que la Justicia nunca se ha pronunciado”.
La fiscal de la UFEM Mariela Labozetta explicaba: “Se condenó a prisión perpetua al imputado, Marino, por un crimen agravado por odio y violencia de género. Fue un largo proceso muy intenso y movilizante, para todos y todas. Se festeja hoy en Tribunales como una conquista que ha sido fruto de este proceso, del trabajo conjunto de Ministerio Público con las querellas y las organizaciones para llegar a este resultado”.
Desde el INADI , que con este juicio se convirtió en querellante, (“acompañamos a la familia desde nuestra querella”), también celebraron el fallo como “emblemático” y “una condena histórica, una oportunidad que servirá para visibilizar la problemática de un colectivo tan vulnerado”.
“Todo eso que nos enseñaron compañeras como Diana Sacayán hoy lo pudimos poner en práctica para que esta sentencia sea ejemplificadora y favorable, la mejor que podíamos haber tenido. La sentencia que hoy logramos fue la mejor que pensábamos que podíamos tener. Fue la mejor sentencia para hacer Justicia”, dijo Darío Arias, de la Comisión de Justicia por Diana. Recordó que Lohana Berkins, la activista travesti fallecida en 2016, había dejado instrucciones precisas sobre cómo seguir adelante con el juicio. “Las cumplimos a rajatabla”, dijo Arias. También reconoció el enorme trabajo de Say Sacayan, quien lideró el proceso, y a Luciana Sánchez, la abogada querellante y otra pieza crucial. “Hoy podemos decir que Diana debe estar orgullosa de cada une de nosotres. Estuvimos a la altura de lo que se merece”.
¿Por qué es una sentencia histórica y relevante? Luciana Sánchez recordó que la sentencia reconoció dos cosas que habían pedido: condenar a uno de los asesinos de Diana, reconociendo que uno de los motivos fue la identidad de travesti y su calidad de defensora de derechos humanos. “Logramos la condena por el artículo 80, inciso 4to (crimen de odio por identidad de género), y también por inciso 11 (violencia de género) que clásicamente se conoce como femicidio, cuando un hombre mata a una mujer mediando violencia de género. Nos parece muy importante reconocer que las compañeras travestis y trans no solo tienen derecho a que su identidad de género sea motivo de orgullo y valor, y no de asesinato, y que todas tenemos derechos a vivir una vida libre de violencia de género. Es el mejor fallo que podíamos tener. Say Sacayán lo viene pidiendo desde el principio. Lo hicimos con compañeras de la UFEM y de la DOVIC (Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas). Ellas hicieron posible que las amigas de Diana y que activistas como Amaranta Gómez Regalado pudieran estar acá testimoniando, logramos esto: la inscripción jurídica de un tema que social y políticamente se va abriendo camino, también en la justicia”.