Desde las seis de la tarde hasta las 12 de la noche, una sola enfermera queda a cargo de una decena de bebés en el sector de neonatología de bajo riesgo del Hospital Pedro Elizalde (ex Casa Cuna). Es la franja más crítica en cuanto a falta de personal, algo que se viene agudizando a partir de la no renovación de contratos de trabajadoras y trabajadores que se incorporaron durante la pandemia. “Una sola enfermera no puede estar atenta a nueve o diez chicos, doce a veces. Si ella tiene algún inconveniente, no queda nadie en el horario más desprotegido”, advirtió Héctor Ortiz, delegado y referente de la agrupación Hospitales de la Ciudad de ATE.
“Las enfermeras pusieron el cuerpo a la pandemia y hoy las descartan”, cuestionaron desde ese espacio. Y aseguraron que a fin de mes se concretará la rescisión de cerca de tres mil contratos: dos mil de enfermería y el resto de otras áreas como clínica y servicios técnicos. En el Pedro Elizalde los contratos por pandemia fueron poco más de 30, y ya se concretaron entre tres y cinco “despidos encubiertos”.
El dato a nivel general, según indicaron desde los gremios, fue aseverado en una reunión por el jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Felipe Miguel, la semana pasada. Si bien no fue comunicado oficialmente, llamó la atención que incluso el Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (SUTECBA), siempre cercano al Ejecutivo, también expresara su preocupación ante este panorama mediante un comunicado emitido días atrás: “Estimamos que proceder a la baja del personal de salud incorporado para enfrentar a la pandemia resultaría un grave error, puesto que sanitariamente el peligro no ha pasado aún. A ello hay que agregarle el incremento exponencial de la demanda que, a raíz del Covid 19, se hallaba contenida”.
Por lo pronto, la desvinculación de personal se efectúa a cuentagotas. “De a poquito están informando por mail que quedan fuera del sistema. Pero el 30 de este mes en teoría termina la emergencia sanitaria y van a quedar muchos afuera”, alertó Ortiz. La semana pasada, de hecho, hubo un paro en el Hospital Ramos Mejía luego de que dejaran cesante a uno de los contratados. Tras la medida de fuerza, el caso se revirtió. En el Hospital Durand, en tanto, llevan semanas en estado de alerta y aseguran que hay 184 puestos de enfermería en riesgo.
En el Tornú, la preocupación se repite. “Hace una semana nos comunicaron que se reduce el número de guardias autorizadas un 20 % y un 50% en diciembre, mientras los consultorios externos siguen sin atender. Así se restringe la oferta de turnos y la accesibilidad en un momento en que aumenta la demanda contenida (por efecto de la pandemia) y la población que perdió cobertura o no puede seguir pagando aumentos de prepagas no consigue turnos”, dijo el médico Gabriel Rosenstein, de la Asamblea Permanente por el Derecho a la Salud.
“Es un tema de planificación. Los que están tampoco quieren hacer horas extras, porque los módulos de enfermería los pagan 60 pesos la hora, una vergüenza. Es duplicar el turno y terminás cansado por poca plata. El personal sufre un maltrato enorme, de parte de directores, de jefes que obligan a quedarse, con vacaciones cortadas. Todo ese agotamiento se sigue sumando, y todo por 50 mil pesos por mes”, lamentó Ortiz.