Laura Cáceres tenía un parto programado a las 8 de la mañana, pero las contracciones se hicieron muy fuertes y decidió ir al Hospital de Morón dos horas antes. «Las parteras me dijeron que el turno era más tarde y me hicieron esperar. Les pedía por favor que me ayudaran y me dijeron que me aguantara, que no podían estar gastando guantes cada vez que me revisaban», cuenta a Tiempo. Los partos de sus otros dos hijos habían sido complicados y todos los monitoreos mostraban que la beba por nacer sufría taquicardia, pero no consideraron su caso como de riesgo.
Durante las 14 horas que duró el trabajo de parto Laura pedía socorro, pero las parteras no la asistían. «Estaban con el celular, me gritaban que dejara de llorar, que les estaba rompiendo los oídos. En la historia clínica pusieron que me revisaron cada diez minutos y nunca lo hicieron. Echaron a mi marido porque si no, el médico no entraba a la sala de parto, fue todo una pesadilla», dice entre lágrimas. «Comencé a pujar y mi hija quedó trabada. Empezaron a hacer toda clase de maniobras para sacarla pero no podían. Lo lograron quebrándole el hombro derecho y moviéndole la cabeza para todos lados. Salió asfixiada, la reanimaron y la entubaron». Desde el 3 de noviembre de 2017, Alma está en coma y con respirador artificial. La asfixia provocó un daño severo e irreversible en su cerebro. El martes 20 de febrero, Laura consiguió que la beba fuera trasladada al Hospital de Pediatría Sor María Ludovica, en La Plata, para que le realizaran una traqueotomía y le aplicaran un botón gástrico. Después volvió al centro de salud de Morón. Ahora su mamá lucha para acondicionar su hogar y lograr la internación domiciliaria. «La quiero llevar para darle todo el amor y la contención que necesita», dice. Pero el municipio de Morón se niega a brindarle ese servicio, al igual que el Ejecutivo bonaerense. Tanto el intendente Ramiro Tagliaferro como la gobernadora María Eugenia Vidal descargan la responsabilidad en el gobierno nacional como el único que puede habilitar dicha medida.
Por los hechos de violencia obstétrica y negligencia, el 13 de diciembre, Cáceres radicó una denuncia en la UFI 2 de Morón. Su caso es apenas uno de la larga lista de mujeres que denuncian violencia obstétrica en el hospital municipal, paradójicamente una de las instituciones de salud pioneras en implementar la Ley 25.929 de Parto Humanizado. Ese lauro local ya había quedado mancillado en agosto de 2016, cuando se reveló que las y los profesionales del Centro de Atención Primaria de la Salud de la zona eran obligados a denunciar a las mujeres sospechadas de haberse realizado un aborto.
Yésica Sosa también alza la voz contra el hospital. Su obstetra, cuenta, dejó morir a su beba de 41 semanas en la panza. Cumplía los nueve meses de embarazo el 1 de octubre de 2017, pero le dieron fecha para el 18. El día 10 no aguantó más los dolores y fue al hospital a hacerse un control. Su hija ya estaba muerta. «Me dejaron con mi beba sin vida en la panza más de 12 horas, y con ironía me preguntaron si la quería tener por parto natural. Me hicieron una cesárea y me dieron el alta con dolores de panza y sin medicamentos», denuncia.
Guadalupe Pallares sufrió un maltrato similar. El 24 de enero último llegó al Hospital de Morón a la madrugada, con contracciones. «Me culpaban a mí, decían que no pujaba bien, pero lo hacía de la misma manera con la que tuve a mis otros dos hijos», recuerda. Esto ocurría «mientras una partera mandaba mensajitos y la otra dormía en una silla». Después de varias horas asomó la cabeza del bebé. El marido observó que las doctoras la giraban de un lado a otro. «Mi hijo quedó con el cuerpo adentro y yo seguí pujando ya sin contracciones porque tenía miedo de que le pasara algo. Me gritaban mucho, me humillaban». La criatura nació con asfixia luego de casi cuatro horas de parto, «y a mí me dejaron abandonada en la sala cinco horas más, sin decirme nada», denuncia Guadalupe. El mismo pediatra le confesó que el bebé nació ahogado por el tiempo que pasó con la cabeza afuera y el cordón enroscado en el cuello, que luego de 26 resucitaciones pudieron reanimarlo, y culpó directamente a las parteras, incluso invitando a la familia a iniciar acciones legales.
«El 2 de septiembre del año pasado mi hija estaba de 37 semanas con pérdidas de líquido amniótico. En la guardia de Morón, la obstetra le dijo que no había ‘Neo’ por un virus cuenta Fabiana Laino. Le hizo un monitoreo y le dijo que la bolsa estaba bien». Sin quedarse conformes, decidieron ir al hospital de Hurlingham: «En cuanto entró, quedó internada de urgencia, ya que habían pasado varias horas de la fisura de la bolsa. Se trató de inducir al parto pero no dilató e inmediatamente fue a cesárea de urgencia porque mi nieto corría grave peligro».
Hay otros casos de mujeres que aún no se animaron a hacer pública su denuncia, la mayoría recientes. Tiempo intentó dialogar con el secretario de Salud del municipio de Morón, Hernán Galimberti, quien evitó expresarse al respecto. En su lugar envió a Lorena Castanheira, representante legal de esa cartera, quien, sin mayores precisiones, aseguró que, con «la feria judicial de por medio, aún no llegó ninguna denuncia sobre estos casos». «