La víctima, Julián Bártoli, contó hoy en conferencia de prensa -convocada por la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina- el calvario que vivió durante su adolescencia por el abuso psicológico y sexual que sufrió del sacerdote durante dos años y medio, un trauma que le llevó 20 años superar.
«Todo comenzó en 1999 cuando Lorenzo comenzó su actividad en la parroquia y armó grupos de scouts, de acción católica, de acción vecinal para luchar contra la inseguridad, todo un centro de operaciones», contó sobre la llegada de Lorenzo a la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en 20 y 38 de la capital provincial.
Bártoli relató que el confesor y amigo del padre Grassi, condenado por abuso y corrupción de menores, «se mostraba como un cura pulcro, con una figura patriarcal, que habla muy bien, pero todo es mentira: lo que él busca es estar a solas con menores».
También contó que casi todos los viernes el cura organizaba cenas en su departamento con líderes scouts con la excusa de «organizar la actividad del día siguiente» y que allí abusaba de los niños y jóvenes. «Se bañaba, se perfumaba. Se ponía su pijama y me decía que lo llevara a dormir. Que le diera besos en el cuello», relató Julián y acotó: «Me hizo creer que yo era su amigo pero él no tiene amigos, tiene víctimas».
En ese marco, el joven reconstruyó el peor episodio que le tocó vivir con el cura. «Una noche después de irse a bañar y de hacer ese ritual, me pidió que suba a su habitación privada y me recibió desnudo en su cama matrimonial. Me habló durante 15 minutos en esa condición tratando, en un juego perverso, que yo me acercara a su cama», señaló.
Julián, que hoy tiene 32 años, está casado y tiene dos hijos, contó que le llevó 20 años poder hacer la denuncia. «Hasta mis 24 años todo esto se mantuvo escondido dentro mío, hasta que conocí a Marianela, mi esposa, a quien pude contar el trauma más grande de mi vida», señaló. Los fantasmas volvieron a aparecer con el nacimiento de su primer hijo, Ignacio. «Los abusos de Lorenzo hicieron que los primeros años de vida de Ignacio dudara que cuando lo bañara, durmiera con él, lo abrazara o diera besos no fuera a pasar que repitiera lo mismo que Lorenzo hizo conmigo», detalló.
Lorenzo ya había sido denunciado en 2008 por abusos sexuales ocurridos en las iglesias San Benito y Nuestra Señora de Lourdes, también de La Plata, en campamentos que organizaba él mismo. En ese momento, once años atrás, el denunciante fue un menor de edad del hogar para chicos «Leoncito», aunque la acusación fue desestimada por falta de pruebas. Sin embargo, la aparición de nuevos testimonios -entre ellos el de Julián- reactivaron ahora la causa que está en manos de la titular de la UFI N° 1, Ana Medina. Expuesto por estos nuevos casos, en abril, el cura fue apartado de su cargo de capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense aunque no desafectado de la fuerza, por lo que sigue percibiendo su salario.
La víctima contó también que en las dos semanas previas a la audiencia ante la fiscal, el propio Lorenzo llamó a la casa de sus padres y que también lo hizo su abogado, Alfredo Gascón, para intentar conocer qué iba a declarar ante la Justicia. Ya en el final de su relato, el joven le habló al cura: «Fuiste y sos el peor monstruo que conocí en mi vida. Tus mentiras se van a terminar. No vamos a parar hasta que se haga justicia».