El primer caso de dengue autóctono conocido en esta primavera, en el hospital Paroissien de Isidro Casanova, partido de La Matanza, disparó la preocupación acerca de las condiciones en las que afrontará el país esta problemática que el pasado verano vivió la peor epidemia de la historia. La realidad refleja que las tareas de prevención en el territorio han sido virtualmente abandonadas. Y los números, que en 2017 el presupuesto destinado al área será menor que este año.
El programa de Prevención y Control de Enfermedades Endémicas, que se ocupa de implementar acciones de control de las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, tiene actualmente un presupuesto de 296,14 millones de pesos. Con una inflación interanual superior al 40% y a pesar del peligroso antecedente de la última epidemia, el gobierno de Cambiemos le destinará en 2017 la cifra de $ 280.698.459, más de 15 millones menos.
En rigor, el desfinanciamiento del programa comenzó este año. Su ejecución hasta el 16 de octubre fue de apenas un 43,99% del total, habiendo pasado los meses en los que mayores acciones de prevención había que desplegar, especialmente en las zonas donde proliferan los huevos del mosquito aedes aegypti, esperando hacer eclosión con los primeros calores, como apuntan los especialistas.
El del dengue es un caso concreto en el que la comunidad organizada, junto con las autoridades sanitarias, puede conseguir resultados concretos de manera sencilla. Pero se está subestimando al asunto, no tomamos real conciencia y es algo que hay que hacer todo el año, no solo cuando hace calor, analiza Juan García, investigador del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE).
La clave es conocida: el descacharrado. Hay que deshacerse de todo tipo de reservorio que pueda acumular agua estancada, lugares preferidos por los mosquitos para desovar. Y hacerlo antes de que aumenten las temperaturas. Tomás Orduna, jefe de patologías regionales y medicina tropical del Hospital Muñiz, explica que es una actividad casera que individualmente no es difícil, pero de manera colectiva sí. Y ahí hay que sumar la presencia del Estado en conjunto con la sociedad civil. En este momento el mosquito está a punto caramelo para empezar a circular.
Ese esquema supone una tarea de prevención en el territorio. Eso se está desmantelando. Los integrantes de los equipos sanitarios, los médicos comunitarios, están cobrando el sueldo con casi un mes de atraso. Están aplicando una política de desgaste para que se vayan sin que los echen. Encima, trabajan con el rumor de que a fin de año se van a despedir a otros 30 mil estatales. Los camiones sanitarios no salen, el programa de zoonosis está paralizado, junto con todo lo que hace a los programas de abordaje territorial, denuncia el secretario general de la Junta Interna de delegados de ATE en el Ministerio de Salud, Héctor Carrica. En este contexto, la aplicación de políticas sanitarias efectivas pasa a ser solo un deseo de lejana concreción. Agrega Carrica: El cuadro epidemiológico es gravísimo. La guita está, solo que han utilizado mal las partidas, subejecutaron. «
«La oportunidad era en el invierno y se desaprovechó»
«Continuamos descacharrando en los barrios más vulnerables. En bebederos, coches abandonados, cementerios, chatarra. Y en las escuelas, concientizando. Con las ONG, con la industria de neumáticos. Pero no es un trabajo sencillo, y lo estamos haciendo sólo desde el municipio. Hay cuestiones que dependen del gobierno nacional. Pero no tuvimos apoyo, ni de ellos ni de provincia. A eso se le suma que subejecutan y recortan presupuesto para el año que viene.» Quien lo dice es Alejandro Collia, secretario de Salud del municipio de La Matanza y ex ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires.
Collia asegura que el foco de las políticas de prevención debía profundizarse durante el invierno, centrándose en las tareas de descacharrado «en la fase de prebrote, donde las temperaturas frías no permiten que el huevo desarrolle las larvas del mosquito Aedes aegypti. La oportunidad era esa. Pero estos meses claves no hubo presencia de autoridades nacionales ni provinciales.»
La Ciudad elige invertir en repelente
Los especialistas coinciden en que la principal estrategia de salud pública frente al dengue es el descacharrado, sobre todo en época invernal, para evitar que los huevos de los mosquitos permanezcan hasta la primavera y el verano, cuando la situación explota.
En la Ciudad de Buenos Aires, sin embargo, la principal estrategia se focalizó en los repelentes. Hace una semana, el Ejecutivo porteño, a través del Ministerio de Hábitat y Desarrollo Humano, emitió una orden de compra de más de 52 mil repelentes a un valor de 3,4 millones de pesos.
El detectado en La Matanza no fue el único caso de dengue en la zona Metropolitana. En la Ciudad de Buenos Aires ya se registraron otros tres. Así se desprende de los boletines epidemiológicos que publica el Ministerio de Salud porteño.
Sin investigación
El programa «Investigación para prevención y control de enfermedades tropicales y subtropicales» tiene un 3,6 por ciento de ejecución presupuestaria.