El nombre sorprendió a muchos. Y posiblemente la mayoría de los integrantes del plantel, el cuerpo técnico y la dirigencia de la selección argentina ni siquiera conocieran bien dónde queda ni cómo es el país que van a enfrentar este martes en Santiago del Estero. Y ahí está la isla de Curazao, con sus 162.000 habitantes, su turismo y sus paraísos fiscales, y su rica historia.
Primero lo geográfico: se trata de una isla, de apenas 444 kilómetros cuadrados y con una temperatura promedio de 29 grados durante el año. Su bebida más famosa es el licor Curaçao Blue, alcohol destilado de la corteza de naranjas locales con graduación de hasta 40 grados. Su moneda es el Florín Antillano (ANG), que equivale a 0,55 de dólar.
Y si bien queda al norte de Sudamérica (o al sur del Caribe, como prefieran), a escasos 50 kilómetros de Venezuela, en la realidad responde a los Países Bajos. El periodista Fernando Duclos (@periodistan), uno de los mayores expertos en «países de los que no sabemos absolutamente nada» le dedicó un espacio en sus redes: “Por más que existe gobierno local y parlamento, en última instancia Curazao depende de las decisiones que se toman en Ámsterdam, principalmente en cuestiones de defensa y política exterior. No es considerado independiente en la ONU. Pero sí tiene selección propia en la FIFA”.
Curazao, un país con historia
Como todo el continente, tuvo población originaria indígena. En su caso los caquetíos, que vivían en la costa caribeña de Venezuela. “En 1499 llegaron los españoles y los esclavizaron”.
Curiosamente, Américo Vespucio formó parte de esa expedición que comandó Alonso de Ojeda. Llamaron al lugar Isla de los Gigantes, aparentemente por el tamaño corpulento y la estatura de los habitantes originarios.
Duclos cuenta que casi todos los caquetíos fueron trasladados forzosamente a la isla La Española, hoy dividida entre Haití y República Dominicana: “Curazao, cuya tierra era poco fértil, se convirtió en una base desde la cual explorar América del Sur. Luego, empezaron las guerras entre europeos. En 1634, como parte de la guerra entre los Países Bajos y España, los neerlandeses invadieron la isla y ya se quedaron. Los españoles no la defendieron mucho. Se fundó entonces la capital del país, Willemstaad, en homenaje al rey Guillermo. Y se la empezó a poblar”.
Los españoles ya la habían empezado a abandonar antes, por no ser fértil para los naranjos que habían plantado originalmente, y por no tener ni oro ni agua dulce. En cambio, a los neerlandeses les servía como abastecimiento de madera y sal. Ya en 1642 los colonos de los Países Bajos comenzaron a cultivar maíz y maní, además de frutas nativas.
En un principio, Willemstaad se llamaba De Punt (la punta). Pero, con el tiempo, pasó a ser Punda. “La palabra ‘punda’ pertenece al idioma papiamento, que es el que aún hoy se habla en la isla. Base de español, mezclada con expresiones portuguesas, amerindias, africanas…”.
Esclavos, judaísmo e independentistas
Resalta que tras la llegada de los neerlandeses, Curazao adquiere mucha importancia por varios motivos, pero principalmente como un importante centro de tráfico de esclavos de África a América: “Los esclavos llegaban a Curazao y de ahí eran trasladados a sus destinos finales. También había piratería. Comercio de sal. Y sucede algo muy importante para el país: desde Recife (norte de Brasil) y Amsterdam empiezan a llegar cientos de judíos sefaradíes. Es por eso que hoy, en Willemstaad, se encuentra la sinagoga más antigua de toda América: la Mikvé Israel-Emanuel, que es además una importante atracción turística. Se construyó en 1674, hace ya 349 años. Actualmente adhiere al movimiento del judaísmo reconstruccionista”.
En el siglo XVIII floreció el contrabando, sobre todo de cacao y tabaco venezolanos. Hubo levantamiento de esclavos, duramente reprimidos. Y sufrió dos invasiones inglesas, de 1800 a 1803, y de 1807 a 1816. Eran los años de las independencias de las colonias españolas en América del Sur. Y Curazao contribuyó dando refugio a personajes protagonistas de las luchas. El principal fue Simón Bolívar. También Manuel Piar, líder de las revueltas en Guayana, y Luis Brión, que sería almirante de la Gran Colombia. En 1815, tras la derrota de Napoleón en Waterloo, el Tratado de París le otorga legalmente la potestad de la isla a los holandeses.
Su cercanía con Venezuela fue un beneficio pero a veces un problema, por ejemplo para la autonomía e independencia de Venezuela. “En 1902, barcos de varias potencias europeas realizaron un bloqueo naval a Venezuela. En 1908, también hubo crisis con los Países Bajos. Y todo cambió -el mundo cambió- cuando se descubrió petróleo en la cuenca del Maracaibo, ahí cerquita de Curazao”, explica Duclos.
“Las islas neerlandesas se vieron muy favorecidas por este increíble descubrimiento y la economía cambió para siempre. Shell instaló enormes refinerías en toda la zona. Curazao se convirtió en un ‘país petrolero’. Pero en la década del ’80, la actividad económica empezó a caer. Shell, entonces, decidió deshacerse de su refinería curazoleña. La vendió a un consorcio del gobierno local por un precio simbólico: un florín. Una monedita terminaba con 70 años de presencia de una de las empresas más contaminantes de la historia del planeta”, acota.
Un paraíso, en todas sus acepciones
La isla caribeña hoy tiene cuatro principales ingresos económicos: el turismo, que crece año a año con cruceros, shoppings, resorte, y sus edificios coloniales que combinan estilos holandeses y españoles. El colorido de sus casas va más allá de estética urbanística: según la ley vigente promulgada en 1817, por el entonces gobernador de la isla, Albert Kikkert, los exteriores no podían ser blancos porque el resplandor del sol causaba dolores de cabeza y ceguera. Su particular estilo le hizo recibir el título de patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
También obtiene ingresos por lo que persiste de la extracción petrolera, el comercio (en un lugar estratégico). Y sobre todo, los servicios financieros. Según la organización OXFAM, Curazao está entre los 15 principales paraísos fiscales del mundo, junto a otros como Suiza, Luxemburgo, Singapur o Hong Kong: “Al pertenecer a la zona euro, es uno de los paraísos fiscales más atractivos del mundo. No cobra impuestos corporativos, aunque sí el 5% sobre los dividendos. Para poder operar allí, las empresas deben tener al menos tres empleados en la isla”.
Hoy el PBI per cápita en Curazao es de 21.000 dólares, muy alto pero con muchas desigualdades. Las últimas décadas estuvieron signadas por la corrupción, una deuda superior a los 1700 millones de dólares (enorme para tan poca población) y el desencanto de buena parte de la población que, a diferencia de hace 15 o 20 años, hoy no apoyan en su mayoría la autonomía del país por sobre la integración a los Países Bajos.
En la última década se profundizaron un par de procesos sociales en el país caribeño. Por un lado, mayor inmigración, especialmente de la vecina Venezuela. Y por el otro, el aumento de la trata de personas. Dice la ONU: “Desde diciembre de 2018, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está activa en Curaçao en el contexto del programa Respuesta para Venezuela (R4V, parte de la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela).
En este sentido, la OIM está llevando a cabo acciones humanitarias en Curaçao en estrecha colaboración con la sociedad civil, con el objetivo de mejorar los medios de vida y el bienestar de los migrantes venezolanos desplazados. Actualmente se están realizando actividades para fortalecer la capacidad (institucional) en las áreas de lucha contra la trata”.
Duclos remarca: “Hay bastantes evidencias de que Curazao es un importante centro de trata de personas (brasileñas, peruanas, etc.). De esto casi nadie hablará, porque -como vemos con la tremenda represión en Francia estos días- la prensa siempre elige qué mostrar y qué no. Pero existe”.
El paso de Bolívar por Curazao
Bolívar llegó el 2 de septiembre de 1812. Ocho días después escribía en una correspondencia a un amigo: «con infinitas incomodidades y pena he logrado llegar aquí ocho días ha. Mala navegación, peor abordo y detestable recepción. Digo que mi recepción fue detestable porque todavía no había bien llegado, cuando ya estaba mi equipaje embargado». Lo embargado alcanzaba a su equipaje, joyas y dinero, doce mil pesos en moneda y cinco mil pesos en alhajas, para un total de 10.000 dólares que constituía toda su fortuna. Igualmente con el pasar de los días aumentará su comodidad rodeado de conocidos, un par de hermanas también exiliadas, y del apoyo de la mayoría del pueblo de la isla.
Es en Curazao donde se recupera de problemas de salud tras su primera acción como jefe militar en Puerto Cabello (Venezuela), y donde vuelve a llenarse de confianza independentista. A «los ciudadanos de Nueva Granada» les escribe desde allá: «corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras siempre esperando su salvación de vosotros; no burléis su confianza: no seáis insensible al lamento de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos».