La crisis económica que profundiza la pandemia no afecta a mujeres y hombres de igual manera. En situaciones ordinarias, las mujeres de por sí son quienes sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral. En promedio, en Argentina ganan un 29% menos que los varones. Y esta brecha se amplía para las asalariadas informales alcanzando un 35,6%. Lo mismo ocurre con la tasa de desocupación: para las mujeres es un 10,8% mientras que los varones 8,9%. (INDEC, 2019).
Asimismo, el personal de atención médica y servicios sociales son predominantemente mujeres. Esto aumenta la exposición ante la crisis sanitaria y deja al descubierto la división sexual del trabajo y los estereotipos de género.
Cuidar la vida es trabajo feminizado
Las experiencias femeninas en el mundo del trabajo se desarrollan fundamentalmente en actividades vinculadas a sostener la vida. Es decir, tareas que implican cuidar y asistir a las personas a lo largo del ciclo vital, principalmente a las personas con dependencia: niñxs, personas mayores, enfermas o con discapacidad.
Recordemos que las mujeres poseemos un alto índice de participación en el servicio doméstico, la enseñanza, la salud y los servicios sociales. (INDEC, 2019)
La división sexual del trabajo se sostiene bajo los estereotipos donde la mujer posee condiciones más aptas para desarrollarse en la esfera privada del hogar: por emocional, altruista, sensible y cuidadora.
Esta desigualdad de género es estructural y puede evidenciarse en los principales indicadores estadísticos sobre uso de tiempo, empleo, ingresos, condiciones de trabajo y acceso a puestos jerárquicos. Por ejemplo, en condiciones sociales ordinarias, son las mujeres quienes realizan el 76% de las tareas domésticas no remuneradas, 88,9% de ellas dedica 6,4 horas promedio semanales. Mientras que solo el 57,9% de los varones participa en estos trabajos, a los que les dedican un promedio de 3,4 horas semanales. (EAHU-INDEC, 2013).
Esta semana, la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía publicó un informe que demuestra que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa un 15,9% del PIB y es el sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13,0%). Se trataría de un aporte de $4.001.047 millones de pesos. Y si se observa la participación de las mujeres en esta actividad, resulta más de las tres cuartas partes, el 75,7%. Que implicaría 96 millones de horas diarias de trabajo gratuitas a las tareas del hogar y los cuidados.
Es decir, las mujeres aportan tres veces más al PIB en el sector con mayor relevancia y más invisibilizado de toda la economía nacional.
Cuidar en pandemia
Tras la implementación del aislamiento social preventivo y obligatorio, las principales políticas de prevención y cuidados quedaron en manos de los hogares. El hogar fortaleció su rol cuidador para no enfermar, a la par de perder la red de cuidado que lo complementaba. Las obligaciones del cuidado recaen exclusivamente sobre lxs miembrxs de la familia, y allí principalmente las mujeres bajo la ética de cuidado que invisibiliza y oprime. A esta situación de sobrecarga se suma la tensión por compatibilizar con las tareas productivas, tanto trabajos esenciales como teletrabajo.
Indefectiblemente debemos debatir los cuidados. Debemos hacerlo a la par de cuestionar el sistema económico vigente. Pero además necesitamos constituirlo dentro de la agenda de las relaciones laborales para poder avanzar en la regulación normativa, como en acciones positivas para la transformación cultural hacia la igualdad y la justicia de género. Debemos apelar a la responsabilidad colectiva de la vida que involucra distribución y corresponsabilidad entre Estado, mercado, organizaciones de la sociedad civil, y los hogares, y allí las personas cumpliendo roles de cuidado independientemente de los cuerpos, el género y sus estereotipos.
* Docente titular de la materia “Trabajo Género y Economía del Cuidado” FSOC-UBA y Coordinadora Área de Contenidos de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de UNSAM.