El desarrollo del cáncer suele asociarse al paso del tiempo. Por vincularse al envejecimiento o por el efecto de la acumulación de malos hábitos a lo largo de la vida. Sin embargo, las enfermedades oncológicas tienen su «Talón de Aquiles»: hay hábitos de prevención que permiten reducir su incidencia y protocolos de control para detectarlos en estadios iniciales, cuando las terapias resultan muy efectivas.
Argentina se encuentra hoy dentro de los países que tienen un nivel medio-alto de incidencia del cáncer, con 212 casos cada 100 mil habitantes. Cada año 130 mil pacientes son diagnosticados, según las últimas estadísticas del Observatorio Global del Cáncer (Globacan), y se producen 60.000 muertes.
Casi el 40% de las nuevas detecciones corresponden a tres tipos de tumores. El cáncer de mama, con 22 mil casos anuales -según datos del Ministerio de Salud-, es el más frecuente y la principal causa de muerte por enfermedades oncológicas entre las mujeres. En cuanto al cáncer de colon y recto, en el 2020 se estimó en Argentina una incidencia de 15.605 nuevos casos, lo que lo ubica como el segundo más frecuente para ambos sexos. En tercer lugar se ubica el cáncer de pulmón, del cual se registran 12.110 diagnósticos, de acuerdo a las estadísticas oficiales, pero es a la vez el más mortal: provoca 8.600 fallecimientos anuales.
En el Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora este 4 de febrero, un grupo de expertos brinda una guía de los síntomas que requieren consultar al médico, los chequeos recomendados y las pautas de qué podemos hacer para reducir el riesgo de las enfermedades oncológicas que más afectan a los argentinos.
Cáncer de mama
Habitualmente se dice que ser mujer y cumplir años son los principales factores de riesgo para desarrollar un cáncer de mama. Esa frase tiene mucho de cierto, pero también necesita ser interpretada correctamente: no hay que confiarse en la juventud ni tampoco resignarse a que “si pasa, pasa”. Conocer la enfermedad y prestarle atención a los cambios del cuerpo en cada momento de la vida puede favorecer un diagnóstico temprano y con ello, una mejor perspectiva de tratamiento.
“Es importante concientizarnos respecto a los síntomas habituales que se presentan ante el diagnóstico de la enfermedad, incluyendo la palpación de un nódulo en la mama o en la axila o una asimetría entre las mamas. Otros signos que motivan la consulta con el médico son la presencia de cambios de color, signos de inflamación en la mama o retracciones o fluidos provenientes del pezón”, explica el oncólogo clínico Federico Waisberg, del Centro mamario del Instituto Alexander Fleming (IAF).
La mayor incidencia se observa en pacientes mayores de 60 años y se estima que una de cada ocho mujeres que llegue a los 80 años padecerá esta enfermedad. Entre las más jóvenes, sin embargo, hay una mayor posibilidad de que los tumores que aparezcan tengan un comportamiento más agresivo, ya que dependen de factores biológicos que propician su crecimiento. Además, es habitual que presenten alguno de los síntomas mencionados en el diagnóstico. En las pacientes mayores de 60 años, en cambio, hay mayor incidencia de cáncer de mama hormono-dependiente. “En esta población, es habitual que el diagnóstico lo hagamos a partir de los estudios anuales recomendados”, acota Waisberg.
La doctora Luciana Sabatini, mastóloga y ginecóloga del IAF, apunta que en la Argentina se recomienda realizar una mamografía por año a partir de los 40 en mujeres asintomáticas: “Si tienen antecedentes familiares de cáncer de mama, la sugerencia es comenzar la mamografía anual 10 años antes de la edad del diagnóstico del familiar más joven. En algunas ocasiones y cuando el médico lo considere, podrá acompañarse de una ecografía mamaria. La frecuencia es anual y no aumenta con el tiempo, excepto que sea necesario controlar alguna imagen en particular”.
Adoptar rutinas saludables, a toda edad, es vital para no allanarle el camino a este tipo de tumores. “Los buenos hábitos alimenticios, una vida activa (no sedentaria) con una rutina física, como así también no fumar son ejemplos puntuales de prevención primaria; es decir, disminuir las posibilidades del desarrollo inicial de la enfermedad. Otra cuestión a tener en cuenta es disminuir el sobrepeso u obesidad, evitar el consumo de alcohol excesivo y no realizar terapias de reemplazo hormonal con estrógeno en la perimenopausia. La lactancia también es considerada un factor protector que disminuye el riesgo de desarrollo de cáncer mamario”, enumera el doctor Sergio Rivero, oncólogo clínico del IAF.
«Es importante saber que hay ciertos tabúes con el uso de anticonceptivos, o los tratamientos de fertilidad, los cuales prescriptos por un médico y supervisados no son un factor de riesgo para el cáncer de mama”, añade.
Una vez diagnosticado el tumor, las opciones de tratamiento giran alrededor de tres ejes principales: el tratamiento quirúrgico, la radioterapia y el tratamiento sistémico (quimioterapia, hormonoterapia, terapias dirigidas antiHer2 y actualmente también la inmunoterapia). No todos los tipos de cáncer de mama se tratan de la misma manera y el objetivo del tratamiento va a depender del estadio al diagnóstico de la enfermedad: «La cirugía y la radioterapia son más válidas en estadios tempranos; y en algunos casos deben ir seguidas del uso de quimioterapia, como así también de una de las terapias dirigidas más importantes como es el tratamiento hormonal y los tratamientos antiHer2. Mientras que en estadios avanzados de la enfermedad, el uso de quimioterapia o de tratamiento hormonal son sin lugar a dudas el pilar fundamental del tratamiento”, sostiene el doctor Alexis Ostinelli, oncólogo del staff del IAF.
Cáncer de colon
Estos tumores también son más frecuentes con el avance del reloj biológico, aunque hay algunas alertas previas a considerar. “La edad es uno de los factores de riesgo más importantes, pero no modificable. Es muy clara la relación de incidencia, con incremento del riesgo a partir de los 50 años. De todos modos es importante mencionar el aumento de la incidencia en la población joven”, explica el oncólogo clínico Federico Esteso, subjefe de Tumores Digestivos del Instituto Alexander Fleming.
En cuanto a los factores de riesgo para personas jóvenes (menores de 50 años) y muy jóvenes (menores de 40), muchos son no modificables como el sexo (más riesgo en varones), raza, enfermedad inflamatoria intestinal y la historia familiar de cáncer colorrectal.
La oncóloga clínica María Romina Luca, del staff de Tumores Gastrointestinales del IAF, detalla que los síntomas más frecuentes “suelen ser el cambio en el hábito evacuatorio (ya sea diarrea, estreñimiento o sensación de no poder evacuar), el sangrado rectal con sangre roja brillante o sangre en las heces (heces de color marrón oscuro o negro) y en algunos casos, también puede asociarse a debilidad, fatiga y pérdida de peso involuntaria”. La experta advierte, además, que estos síntomas son independientes de la edad y muchas de las veces “suelen ser subestimados en pacientes jóvenes”.
Si bien existe cierta controversia sobre la edad de inicio de los controles del cáncer de colon, en la Argentina es estipula comenzarlos a partir de los 50 años en pacientes asintomáticos y sin factores de riesgo. “Como estrategias de screening o tamizaje (dirigido a población sana) tenemos a la videocolonoscopía (VCC). Además del diagnóstico, en caso de encontrar pólipos se hace la extracción de los mismos para su análisis, por lo que tiene un carácter terapéutico. Otra forma estratégica recomendada a nivel nacional es la realización de la prueba de sangre oculta en materia fecal (TSOMFi)”, agrega la doctora Luca.
El tratamiento a desarrollar depende del estadio del tumor hallado, explica Esteso, ya que por ejemplo se puede definir una resección endoscópica en estadios muy precoces, la cirugía en estadios localizados y también la quimioterapia como complemento de la cirugía o como tratamiento único. “Otros tratamientos sistémicos son la inmunoterapia y los tratamientos dirigidos a blancos moleculares. A esto se suma la radioterapia para tumores localizados o con lesiones localizadas en casos especiales. La combinación de estrategias enfatiza la necesidad del manejo con equipos interdisciplinarios en centros especializados”.
En el contexto del Día Mundial contra el Cáncer, los expertos destacan que también es importante adoptar hábitos saludables para la prevención de este tipo de tumores, como dietas ricas en frutas, verduras, fibra y calcio, mantener peso adecuado, no beber alcohol o limitar su ingesta, no fumar y evitar comer carnes roja en exceso.
Cáncer de pulmón
Las señales que puede dar el cáncer de pulmón son tos, tos con sangre, cansancio, pérdida de peso, falta de aire o dolor asociado a metástasis (óseas o síntomas neurológicos asociados a metástasis cerebrales). Sin embargo, estas advertencias no son tempranas: este tipo de tumores no suele presentar síntomas hasta que se encuentra en estadios no operables o con metástasis.
“No hay diferencia en la presentación según la edad. En pacientes de 70 años o más -cuando son más frecuentes los casos- se asocia fuertemente al tabaquismo y estos pacientes suelen por ejemplo presentar tos crónica o falta de aire por lo que es difícil registrar cambios en los síntomas”, explica el doctor Claudio Martin, jefe de Oncología Torácica del Instituto Alexander Fleming.
Sin embargo, cuando esta enfermedad se da en pacientes más jóvenes, “se suele asociar a cambios genéticos con más frecuencia que en pacientes de más edad, y tienen más chance se ser tratados con terapias de precisión”, suma el experto del IAF, un centro de salud de referencia ya que participó en el registro mundial más grande de cáncer de pulmón en menores de 40 años.
¿Cuándo hay que empezar los controles? “En la actualidad se recomienda la tomografía en pacientes que han sido muy fumadores y que tienen entre 55 y 75 años de edad. Es en este grupo donde este estudio ha evidenciado reducir las muertes por cáncer de pulmón”, suma Martin.
No fumar o dejar de hacerlo es la principal pauta de prevención y aplica para todos los momentos de la vida. Otro aspecto importante, suma el experto, sería observar si existen en el domicilio concentraciones de radón por encima de lo normal para mejorar la ventilación del hogar o realizar modificaciones que reduzcan su presencia. Se trata de un gas inerte derivado del uranio de la corteza terrestre y que es la segunda causa de cáncer de pulmón luego del tabaquismo.
En el IAF se desarrolla un Programa de Detección Precoz de Cáncer de Pulmón en pacientes sanos o con mayor riesgo de padecerla. “Consiste en una consulta médica con un especialista más un screening realizado con Tomografías Computadas de Baja Dosis de Tórax (TCBD) que nos permite detectar cualquier anomalía antes de que aparezcan los síntomas”, explica José Luis Morero, especialista en Neumonología y jefe de la sección Neumonología de la institución y coordinador de esta estrategia de tamizaje. Se recomienda para fumadores o quienes hayan dejado de fumar hasta 15 años atrás; quienes fumaron un paquete por día en 20 años o 2 paquetes por día en 10 años; o los pacientes que tengan antecedentes familiares directos de cáncer de pulmón y otros tumores asociados al tabaquismo.
“Paralelamente hemos desarrollado un programa personalizado para ayudar a los pacientes a dejar de fumar. Consta de una consulta médica especializada de evaluación de la dependencia al tabaco más un examen, prescripción de un tratamiento individualizado y/o grupal en función de los resultados de la evaluación clínica y los análisis y seguimiento clínico cada 15 días hasta completar 3 a 6 meses de tratamiento, amplia el Dr. Fernando Bartolomé Verra, especialista en cesación tabáquica del IAF.