La villa no es para cualquiera dicen por ahí. El viernes 1 de noviembre en la Villa 31 de Retiro cientos de personas participaron de la primera marcha del Orgullo LGBTTIQ+ trans villera plurinacional. A partir de las tres de la tarde, la gente fue llegando al centro de formación y capacitación trans villero y latinoamericano. Desde allí arrancó la marcha hacia el Playón, uno de los lugares de mayor afluencia en el día a día de quienes viven en la 31.
Se me llenan los ojos de lágrimas al ver tanto acompañamiento y lucha de todas y todes, quienes salieron a caminar y a marchar por calles y pasillos de la villa junto a las travas vecinas y habitantes del lugar. Gabriela Villanueva es una trava que vive acá hace más de diez años, del lado de la 31 bis. «Es hermoso ver que en el barrio se hagan estas cosas», dice.
Tamara Cabañez es otra de las más de 80 travestis y trans que viven y marchan en su barrio. «Estoy aquí porque es el lugar donde tengo que estar, mi barrio”, me dice mientras empiezan a llegar los bombos, los tambores y la murga ruidosamente trava.
Niños y niñas miran desconcertados desde las ventanas de colores de sus casitas. Saludan con sus manos pequeñas y reciben a la marcha villera que viene llegando. La primera marcha del Orgullo transvillero ganó la calle e irrumpe sin permiso la hora de la siesta. Es en este momento cuando me gana la emoción. Veo al cuerpo travesti apropiarse del espacio. Pienso: justo en este momento la periferia pasa a ser el centro.
La teoría se pierde entre el cemento, las escaleras caracol de hierro y la mano de obra barata. Una vez más me toca entender que nosotras sobrevivimos sin esa teoría que quizás muchas jamás llegamos a leer. Y ahí veo a las travestis y trans villeras infectándolo todo para que muera o cambie para siempre está humanidad nos mata todos los días. Vienen marchado ellas, eso me llena de orgullo.
Esto tiene una artífice y responsable de esta tarde histórica para nuestro colectivo y nuestra memoria colectiva travesti y trans latinoamericana. Ella es Martina Pelinco, una de las fundadoras del centro de capacitación y oficios trans travesti villero.
Dice Martina: «Hace mucho tiempo que venimos organizándonos dentro de la villa junto a las compañeras, pidiendo espacios para poder desarrollar nuestras actividades y formar parte de la villa. Porque tenemos bien en claro que somos parte de este lugar. Y repudiamos la urbanización de Horacio Rodríguez Larreta”.
También las compañeras de la asociación civil «El Gondolín» llegaron a la 31 esta tarde con todo su glamour y sus hermosos cuerpos norteños, despampanantes fuegas. «Estamos muy contentas de estar aquí. Agradecemos a Martina y vamos siempre por más. Nos parece importante la respuesta de la diversidad de la villa”, comenta Zoe Lopes una de las miembras fundadoras del Gondolín.
Otra de las fundadoras y una de las que siempre se preocupan por las chicas que llegan del norte es la mamá Marizita. Me cuenta que su corazón es villero y su historia también. Ella también se siente parte de esto y lo celebra. Me lo dice dándome un abrazo cálido, ese que tanta falta nos hace a las travestis y trans. Solange Fabián de Fundación Huésped, resalta: «Es muy importante estar aquí haciendo compañia a esta causa. Es abrir y ampliar mucho más a la diversidad desde la villa”.
Con mucho ruido y lucha, la marcha avanzó hacia el escenario villero y disidente. La activista trans Paula Arraigada también estaba ahí. «Agradezco y acompaño la organización de las chicas de la villa. Es la primera vez que se hace una marcha de estas características desde un barrio popular. Tenemos que estar aquí para visibilizar que las compañeras travestis y trans viven en todas partes. Sufren las mismas necesidades de tener un trabajo estable, un trabajo regular, una obra social, una vivienda digna, salud y por sobre todas las cosas, un proyecto de vida”, dijo Paula.
Mientras nos acomodamos frente al escenario con un cielo con nubes negras de fondo, nos encontramos con la referente Anahí Posas, del Movimiento Evita Frente Nacional por la Igualdad. «Estoy aquí por la lucha de todas y todes. Es un orgullo ser parte de esta comunidad porque esta sociedad a pesar de no vivir en una villa, me y nos hubica dentro de la misma. Digamos que para muchos en esta ciudad, yo soy villera, negra y pobre. Solo por ser trans”.
Atenas Santana, una mendocina de 23 años que vive en el hotel Gondolín, dice: «No puedo hablar desde el orgullo villero porque no habito esas corporalidades. Pero veo a muchas compañeras trans y travestis que por ser villeras, sufren doblemente la violencia de la sociedad. Por la clase social que nos separa y las presiones que vivimos todos los días, sólo por habitar estos espacios».
En el escenario, las performances y números artísticos se aplauden con mucha euforia trans. La socióloga feminista Victoria Freire de Mala Junta, que vino a marchar por las travas villeras, agrega: » Es muy importante seguir haciendo un aporte para que este feminismo represente y sea para todas y todos”.
Mariano Altamirano -más conocido en el barrio como Cartón Pintado- hace diez años que trabaja en el galpón para el Renaper (Registro Nacional de las Personas). Es uno de los tantos aliados de las trans en el barrio. Cartón Pintado se ocupa de hacer los documentos para muchas de nosotras, y a la vez acompañar y asistirnos en lo que se pueda. Este año más de treinta travestis y trans tuvimos la oportunidad de tener por primera vez un DNI y acercarnos a estas instituciones expulsivas para muchas de nosotras. «Hoy vine por primera vez a la marcha trans, villera, loca, marica, trans, loca, torta, trans. Con Néstor y particularmente con Cristina, desde la ley de identidad de género, las chicas del barrio se empezaron a acercar y ahí entendí las realidades de muchas de ellas. Como homosexual nacido y criado entiendo que todxs somos parte. Como militante de los derechos humanos pienso que la dictadura se llevó por delante y borró la identidad de muchas y muchos. Por eso hoy estoy aquí”, me dice.
La marcha va llegando a su fin y Martina Pelinco agradece: “Muchísimas gracias por estar aquí y darnos su apoyo a nosotras las chicas de la 31. Los esperamxs el año que viene para seguir luchando por la indentidad trans villera”.
Me fui de la 31 con el corazón mirando al Playón, buscando un espacio entre tanta casa que crece y crece para arriba. Me fui feliz de ver cómo mis hermanas ocupan y reclaman los espacios. Y lo hacen con amor, alegría y lucha, con un cielo de testigo que también merece ser nuestro. Me fui contenta para ir a escribir mi primera crónica periodística. Me fui viendo las caras desconcertadas de los adultos y los transeúntes al vernos pasar, me fui dándome cuenta cuánto le falta cambiar al heterosexual. Me fui orgullosamente trava: Furia travesti!
Fotos: Ariel Gutraich y Betiana Aguirre