«Adiós Tito Cara de Goma, nos veremos en el infierno, todavía recuerdo cuando nos corriste con una metra en la ruta», lo despidió un miembro de la primera línea de La 12 en su muro de Facebook.
«Tito Cara de Goma» era Julio César Navarro, un auténtico guerrero del infierno, segundo en la línea de mando de la barra de Rosario Central. Murió el mes pasado en el noroeste de la ciudad. Era delegado de una línea de colectivos, tenía el mentón cuadrado como los tipos que resuelven las cosas a trompadas. Dicen que fueron dos jóvenes en moto, o en auto. En Rosario los testigos suelen ser desmemoriados.
El crimen habría estado ligado al entredicho que Cara de Goma mantuvo en Medellín con el integrante de un grupo ligado a la familia Cantero.
«Tuvo problemas en Colombia reveló una fuente con gente ligada a Los Monchis. Habría discutido con gente de Pitito Martínez.»
En este punto, es importante recordar que Pitito es Leopoldo Martín Martínez, quien, entre otras cosas, el 11 de noviembre de 2001, al término de un clásico contra Newell’s, disparó a quemarropa contra un cordón policial e hirió al agente César Adrián Juárez. El año pasado, Martínez apareció en una escucha telefónica de una causa narco. Según las fuentes judiciales, Pitito sería el hombre elegido por Ariel «Guille» Cantero para remplazar a Andrés «Pillín» Bracamonte, histórico jefe de la barra canalla.
A pocos días del crimen de Cara de Goma, el que cayó fue Mario Sebastián Visconti, conocido como «Gringo». Le dieron nueve balazos de la cintura para arriba a un kilómetro al oeste de la Ruta Nacional 34. También era barra de Central y había visitado la cárcel de Devoto por drogas. Antes de conocer la vida bandida había sido jugador de las inferiores de Central. Su asesinato fue leído como un ajuste de cuentas en el seno de la barra del club más grande de Rosario. Sin embargo, las cosas quizás no hayan sido tan lineales. Según la prensa santafesina, El Gringo estaba ligado a un sector de la policía rosarina.
Ocurre que semanas antes del crimen, el periodista Miguel Villanueva, editor de la página
«Druetta tiene ruido de proteger narcos. Nosotros lo ubicamos como protector de El Tuerto Boli. Al Boli lo metimos preso con la PSA y le reventamos una cocina. Cuando salió de la cárcel lo mataron», confió un agente aeroportuario que también participó en la detención del entonces jefe de la policía santafesina Hugo Tognoli, condenado a seis años de prisión por «encubrimiento triplemente agravado de narcotraficantes por ser especialmente grave, haber actuado con ánimo de lucro y ser funcionario público; e incumplimiento de los deberes de funcionario público, en concurso real con el delito de coacciones».
La tercera novedad que podría estar encadenada a esta espiral de pólvora ocurrió la semana pasada. Ramón Ezequiel Machuca, Monchi, hermano de crianza de los líderes de Los Monos, fue capturado en Buenos Aires. El Ministerio de Seguridad de la Nación lo presentó como el gran líder narco. En Rosario sospechan que los mismos policías que se encargaron de Visconti, habrían acelerado su caída.
Ahora nadie sabe cómo continuará esta historia. Lo único cierto es que en las calles rosarinas siguen mandando las balas. «