En 1978, durante la última dictadura cívico–militar, un permiso provisorio otorgado por Jorge Rafael Videla permitió el aval para que Copetro –la única productora de carbón de coque del país, perteneciente a la multinacional Owbow Corporation– se afincara en barrio Campamento de la ciudad de Ensenada, en lo que actualmente es la zona del Polo Petroquímico. Unos 45 años después, la lluvia de hollín sigue presente, con denuncias de contaminación de una población que la sufre día a día. Una sombra más de los años de plomo.
Según la Ley de Radicación Industrial N° 11.459, Copetro es una firma «categoría 3». Es considerada «peligrosa» porque su funcionamiento constituye un riesgo para la población y el ambiente. Por esta razón, según la norma, debería estar emplazada fuera de zonas urbanas. Desde la empresa aducen que no había un barrio consolidado en el momento de su radicación pero los vecinos denuncian que son preexistentes a la misma.
El coque
Subproducto de la refinación del petróleo, de bajo costo y alto contenido calorífico, el coque se utiliza en la industria del aluminio y el acero. La mayor parte se destina a exportación. Las tolvas de Oxwob-Copetro despiden un continuo hollín oscuro y denso, polvillo que vuelve intolerable la vida a su alrededor. Los vecinos y vecinas lo respiran a diario. El ambiente presenta de por sí una considerable contaminación atmosférica por ser enclave de la zona petroquímica, con firmas como Petroken, YPF, y también Copetro. Las emisiones son mezclas complejas de polvo, vapores y gases que generalmente contienen sustancias carcinógenas como el cadmio y el arsénico.
Nelva Sianópulo llegó al barrio en 1966. Desde entonces, vive en la histórica calle Gaggino –bombardeada el 16 de septiembre del 55 por la «Revolución Libertadora»–, a una cuadra de la firma contaminante. “Las enfermedades respiratorias y las patologías asociadas con hollín que desde hace cuatro décadas respiramos, son las mismas y van pasando de generación en generación. Los últimos estudios de una de mis nietas arrojan una ‘capacidad pulmonar reducida’. Estamos hartos. Lo nuestro es un grito silenciado”, manifiesta. Nelva debió cerrar el patio interno y aún así los restos del coque se esparcen por toda su casa. Los vecinos juntan el polvillo y llenan frascos de café como prueba. Es visible, está ahí. Ese color negro que todo invade.
Ante las reiteradas quejas, el Ministerio de Ambiente de la provincia, ex Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), colocó medidores de hollín en las inmediaciones de la empresa, pero los vecinos desconocen si el producto fue analizado y sostienen que no hubo ninguna acción a partir de esas mediciones. Natalia Penda, psicóloga y vecina, forma parte del colectivo Vecinos Contaminados Berisso/Ensenada. Es querellante en la causa que tramita en la justicia contra Copetro.
Explica que les llega un hollín, “que es un material particulado, muy oscuro y con olor a hidrocarburo. Esto mancha la ropa, el piso, se acumula en el bebedero de los animales, en las plantas. Molesta nuestra vida cotidiana, corroe las cosas. Si vamos al médico con una criatura con bronquiolitis, broncoespasmos o asma, nos dicen que somos el tercer polo petroquímico más grande del país. Que nos tenemos que mudar. Hemos realizado cientos de reclamos a los organismos de control y el municipio. Pero estamos cansados de hacer las gestiones que debería hacer el Estado, que está ausente”.
La lenta marcha de la Justicia
La lucha judicial contra Copetro comenzó pocos años después de que la firma se radicara en el barrio, con tandas de causas de damnificados particulares. Pero la contaminación persiste. En plena pandemia, un grupo de vecinos aunó el histórico reclamo a vivir en un ambiente sano y presentó una medida cautelar en la que exigen que se suspendan las actividades de carga y descarga de coque en el puerto de La Plata, y como medida de fondo, el cese de la contaminación.
Silvana Sosa es la abogada que lleva adelante la causa penal presentada en 2020 ante la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (UFIMA). El caso fue girado a la justicia federal de La Plata, donde ya tramitaba una denuncia por contaminación hecha por ex empleados de Copetro. “La causa no avanzó. La Suprema Corte de la provincia nos dio la razón de que la causa debe seguir en el juzgado contencioso administrativo y no en el fuero civil como pretende Copetro. El máximo tribunal provincial se lo rechazó y entonces Copetro presentó un recurso de queja directamente ante la Corte de Nación pidiendo que resuelva la cuestión de competencia. Es meramente dilatorio”, detalla la letrada. Mientras, los vecinos no cesan la batalla en medio del hollín que ronda como una marca más de la dictadura que aún persiste.
«Es el paco del petróleo»
Si bien desde la firma aducen que el hollín se diluye en el agua y no afecta a la salud, distintos estudios evidencian la contaminación.
En 2010, la revista Environmental Earth Sciencies publicó un paper realizado por el geólogo Juan Carlos Bidegain, doctorado en Master en Geología en Suecia, quien midió los parámetros magnéticos en sedimentos de los arroyos de la región de La Plata y en el carbón emitido por la chimenea de la planta de Copetro: constató la existencia de partículas menores a 2,5 micrómetros, es decir, perfectamente respirables.
Otro estudio que constató la problemática fue el de un grupo ad-hoc de referentes convocados por la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet. Incluso el Departamento de Trabajo de los EE UU cataloga a las emisiones de coque como “sustancias tóxicas y peligrosas”. Los vecinos lo definen más gráficamente: «es el paco del petróleo».