El ajuste en Ciencia no comenzará el año que viene. Ya arrancó en 2016. El caso más visible es el del CONICET, donde hay más de 400 investigadores que ganaron sus concursos en 2015 y aún no fueron efectivizados. En su mayor parte, por la intervención del Ministerio de Modernización, que les exige trámites extra para acceder a los cargos.
Sólo en Ciencia y Tecnología, el recorte alcanza los 4500 millones de pesos. El ajuste va a contramano del Plan Nacional Argentina Innovadora 2020, creado bajo la anterior gestión de Lino Barañao, cuya meta era aumentar del 2,9 al 5% la cantidad de investigadores por cada 1000 personas de la población económicamente activa. En el caso del CONICET, el sector de Investigación no tiene previsto el ingreso de nuevos investigadores ni personal de apoyo para 2017.
Durante el año pasado fueron concursados y aprobados alrededor de 900 cargos de investigadores y personal de apoyo científico, de los cuales sólo quedaron efectivizados alrededor de la mitad. Unos 250 fueron confirmados recién en julio, tras marchas y reclamos. De ellos, 25 quedaron «observados». No por el organismo científico, sino por el Ministerio de Modernización, conducido por Andrés Ibarra. Desde ATE CONICET y la agrupación Jóvenes Científicos Precarizados (JCP) denunciaron la ilegalidad de esta intervención en los concursos: «Estos ingresos están demorados por pedido de documentación que no había sido originalmente solicitada por el CONICET, tal como exigir el título de doctorado cuando para el concurso se aceptaba un certificado de defensa de tesis, sabiendo que el trámite de título se demora años en las universidades públicas.» Otros 200 cargos se efectivizaron el último mes, tras nuevas protestas.
«Pero hay 200 investigadores que están en el limbo. Suponemos que quedarán en una última tanda aún no publicada, pero mientras esas cosas no se oficialicen quedan en el aire», afirmó la becaria doctoral Agustina Miguel, integrante de JCP.
Tiempo pudo comunicarse con dos de esos científicos, que pidieron no publicar sus nombres hasta no saber cuál será su destino. Uno, de Exactas, con doctorado en Texas, dice: «A muchos de los que quedamos en las listas del año pasado todavía nos bicicletean. No tenemos ni fecha tentativa de ingreso.» A él, Modernización le exigió una traducción oficial del título, «que es un papelito con mi nombre, el de la Universidad, y la palabra doctor»). A otra colega la enviaron a hacerse de nuevo el apto médico.
Esta ausencia de ingresos a cargos científicos pone en riesgo la continuidad de muchas investigaciones, por falta de financiamiento y personal. Hay trabajos en curso que abordan desde el Chagas pediátrico hasta innovaciones informáticas. Juan Pablo investiga el control biológico de malezas; Rodolfo estudia el vínculo entre estructura de clases, informalidad y precariedad laboral; y Érica analiza los factores que modulan la regeneración de la flora puneña. Son cientos de científicos que hasta hoy siguen sin saber cuál será su futuro. «