¿Ochenta, Carlitos? No te puedo creer. Cómo nos levanta el ánimo a los de setenta y cinco. Llegar así a la edad que antes era la de la vejez. Tan lúcido, tan ilusionado con la vida y la profesión. ¿Cuáles son los proyectos inmediatos? ¿Y más adelante? Eso es lo que te define. Jugar con los desafíos como si estuviéramos jóvenes. Acá metí el plural porque nos parecemos. En qué teatro, presentación de libro, encuentro de artistas o de gente valiosa nos encontraremos la próxima vez. ¿Será cuando te entreguen estas y tantas otras palabras de los amigos?

¿Y cómo estarás? Reflexivo, manso, sabio, como siempre, lo doy por seguro. Con una sonrisa amable, tan querida por todos. Con una frase de hombre comprometido.

Me acuerdo la primera vez que te vi en la radio de otras épocas. Dije: «qué lo parió, qué bien hizo la radio en traer a este tipo».

Ay, cuando conocí tu libro Seamos felices mientras estemos aquí, sobre la vida del exilio en México. Surgió con aquella calidez y comprensión que, algunos años más tarde, cuando mi hijo Matías debió vivir allí y estaba desconcertado en el aprendizaje, nos fueron tan útiles en la distancia. «Sé feliz mientras estés ahí», le dijimos, y fue aprovechando el libro como un mapa cuando no conocés las calles y querés andar.

Días de radio, y el orgullo de estar allí, en las crónicas que pusieron la vida radiofónica, como un tesoro que dejás en la silla de un escenario e iluminás con un rayo que lo hace brillar. Pero lo mejor es verte en la penumbra de una sala, como si la cabeza blanca marcara un lado y otro de la fila, y pensar que a la salida uno te encuentra y la charla, aun si breve, te deja caminando con una sonrisa por la vereda del teatro, como si la obra se hubiera completado con ese abrazo.

Feliz cumple, buen amigo. Gracias por la parte que pude compartir de estos ochenta, que seguramente me hicieron un poco mejor, como el cariño, el respeto y las ganas de aprender nos hacen mejores.

Abrazo de gol de Racing. Anotado a los 80, con mucho por jugar. «