La violencia sexual está en la agenda mediática con bastante frecuencia. Acorde a la realidad, el protagonismo de la noticia es de las mujeres, porque son ellas las víctimas mayoritarias. El problema a resolver es cómo se hace el tratamiento periodístico.
La tendencia al morbo es casi impulsiva y es perversamente cómoda. El periodismo vuelve a violentar a las personas violentadas cuando convierte el abuso sexual en un espectáculo. Esta elección es notoria en estos días.
La noticia es que varones, adolescentes, fueron abusados sexualmente en el ámbito del fútbol. Abuso sexual, en varones, en el fútbol, un combo informativo ideal para la morbosidad. No. Todo lo contrario. Estamos ante una enorme oportunidad para construir noticias que dejen claro que se trata de una violación de derechos, que el machismo también afecta a los varones, que las víctimas tienen sus tiempos para poner en palabras el abuso, que hay que creerles, que el Estado debe garantizar el anonimato, la contención y el acompañamiento a las víctimas, que los clubes de fútbol y la AFA tienen que generar mecanismos urgentes para que los abusos no se repitan.
Y que hay que poner el foco en los abusadores y en la cultura que sustenta esa violencia: hombres, machistas, con poder, que se amparan en instituciones cómplices que se aprovechan de chicos en situaciones vulnerables, que dejan sus pueblos de provincia, sus familias, sus amigos, su lugar de pertenencia para intentar ser jugadores profesionales.
¿Se dan cuenta de la cantidad de ejes que podemos aportar desde el periodismo? Y hay muchas más opciones.
En Argentina hay leyes, organismos, organizaciones sociales (algunas de sobrevivientes de este tipo de violencia) y especialistas de diversas disciplinas que sirven de contexto y fuente para crear coberturas responsables y respetuosas de los pibes y sus familias. Es decir, no hay excusa.
Si el medio decide darle horas televisivas a un personaje mediático por rating en vez de ocupar ese espacio con especialistas que ayuden a pensar la realidad del abuso sexual hacia adolescentes varones, de brindar información sobre lugares donde recurrir para asesoramiento, pues es cómplice de ocultar, desvirtuar y sostener la violencia.
Un buen ejercicio para quienes toman decisiones en los medios y definen el encuadre de la cobertura es: Si fuera mi hijo ¿Cómo me gustaría que se tratara en los medios? Porque las y los periodistas no podemos dejar en la puerta de la redacción al ser humano. Y también es válido el No se sobre este tema, porque de eso también se trata el periodismo, de interpelarse y aprender cada día. De esta manera se evitan las palabras, análisis y opiniones que sólo siguen violentando.
No hay que perder de vista que hay una audiencia participativa gracias a las redes sociales que cuestiona la malas coberturas. El periodismo no puede no escuchar, porque la comunicación es una construcción colectiva.
Y también hay escasas pero buenas notas sobre el tema que marcan el camino a seguir. No las perdamos de vista.
El abuso de chicos en el fútbol encuentra al periodismo con mayores herramientas y posibilidades de hacer coberturas responsables que cuando se conocieron los abusos del sacerdote Julio César Grassi.
No perdamos esta oportunidad de acompañar a los pibes. Se lo debemos.
Silvina Molina.
Periodista, trabaja en Télam, coordina en Argentina la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
Escribió para Unicef una guía para periodistas sobre adecuado tratamiento mediático del abuso sexual en niñas, niños y adolescentes que puede consultarse y descargarse en este link.