Federico es mexicano, tiene 9 años cumplidos el 20 de diciembre y va a la escuela pública en Nueva York, un estado y una ciudad gobernado por demócratas, con tendencias más progresistas de lo que normalmente se halla en Estados Unidos.
-Buen día, ¿cómo estás, Federico?
-Muy bien. ¿Y vos?
-Bien. ¿Me podés contar cómo es lo de las viandas en el colegio?
-En realidad nos vamos a nuestros colegios como a las 9. Y cuando estoy allí (mi hermano va a la ‘mañana-mañana’) entonces, pues nos dan comida, sólo tenemos que esperar un poco porque es comida libre. Sólo esperamos un poco y después agarran nuestra mochila y ponen la comida allí y después nos vamos a nuestra casa.
-¿Cuántas veces al día la van a buscar?
-Yo, una; pero mi hermano, dos.
-¿Eso es para todos los chicos, Federico?
-Bueno, sí, hay personas que no están en la escuela y lo agarran también.
-¿Qué tipo de comida te dan que te acuerdes, vos que sos un buen comensal?
-Hay ensaladas, pollo, también hay cereal y a veces jugo. Y muchas veces sandwiches.
-¿Es abundante o es un poquitito?
-Nos dan lo que nosotros queramos. Nos dan mucho.
-¿Están yendo al colegio?
-Yo sí. Mi hermano todavía no. Como está en el 6° grado, no va porque en la escuela hay cuarentena, como desde diciembre. Santi está durmiendo, yo me despierto siempre antes que él.
-¿Cómo ha sido el tiempo desde la pandemia?
-En realidad no tan malo porque en nuestra casa tenemos actividad y un montón de juguetes. Pero no pudimos salir, aunque tengamos todo listo. Además hay personas que no quieren que salgamos. Después de eso, está muy bien.
-¿Les aconsejan mucho cómo cuidarse?
-En realidad ya no tanto. A veces se preocupan un montón y otras están como que les da igual.
-¿La gente en general se cuida en la calle? ¿Usan barbijo?
-Sí, pero hay algunos que no lo usan.
-Te agradezco mucho por el pequeño reportaje… Tengo inmensas ganas de verte, pero vos sabés lo que pasa, no se puede viajar, ¿viste?
-Sí, yo también te extraño. Que la pases muy bien, abuelo.
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Federico es mi nieto. Hijo menor de Matías, quien también suele plasmar su pensamiento en estas páginas de Tiempo. Con la seriedad con la que salió al aire de La Mañana de la AM750, siendo un gran juguetón de 24 horas, nos contó algo que bien se puede confrontar con lo que ocurre en la ciudad del Buenos Aires.
La charla surgió luego de que la Justicia porteña ordenara a Rodríguez Larreta que informase a las familias de la comunidad educativa dónde pueden reclamar asistencia alimentaria. Lo hizo en el marco de la causa impulsada por la UTE y otras organizaciones sindicales, políticas y sociales. Protegen el derecho de recibir los bolsones alimentarios durante las vacaciones. Con la excusa del receso escolar, la gestión de Larreta decidió suspender a partir del 11 de diciembre pasado la distribución de las canastas familiares, una canallada. Soledad Acuña, tan preocupada por volver a las clases presenciales, tan preocupada por el marketing, ahora debe brindar toda la información y el servicio a la comunidad. El fallo la obliga.
Kathy Goldman también vive en Nueva York. Es la madre de Joe, extraordinario periodista estadounidense quetrabaja en Buenos Aires. Ella, hace un tiempo, invitó a políticos a una escuela del Bronx y les pidió que probaran la comida que se les daba a los chicos. Así cambió la historia.
Acá, hace años que se reclama por que las viandas son deplorables. Ahora, desde el 11 de diciembre, ni siquiera eso. Nada. Me gustaría ir con cualquiera de quienes gobiernan la CABA y decirles: ¿Usted cree que esto es decente? Hace unas horas, Juan Manuel Valdés hablaba con acierto de la escasa solidaridad social y el nulo compromiso que tienen con la educación pública. Nueva York lo hace porque se inspira en esa necesidad, sean de donde sean. Tengo la esperanza de que acá alguna vez haya un reflejo en los sectores donde se pueden tomar medidas. Yo funcionario, si escuchara todas estas cosas, me diría: “Voy a hablar con todas estas personas”.
Y a ver cómo se despierta la solidaridad de quienes pueden ayudar. A veces a los que tienen mucho dinero, no les gusta dar si se lo reclaman, si es una obligación. Pero la real obligación la tiene un estado, una ciudad que es la más rica del país, mucho más que los lugares a donde no fue todo ese dinero brutal que le quitaron a la provincia de Buenos Aires. Es muy ilógico que esto suceda. Todo lo que tiene que ver con la Ciudad es muy doloroso. Fue la primera en abrir sin ton ni son frente a la cuarentena. Acá existe un espíritu despiadadamente recaudatorio. Los impuestos que nos han tirado por la cabeza en estos días son pavorosos. ¿A dónde van si no van a los que trabajan en la salud, a los que trabajan en la educación, a las viandas que les niegan a los pibes? Recaudan a como dé lugar. Se advierte que lo hacen para las campañas.
Encima, debemos soportar que aparezca otra vez Macri. No deja de ser gracioso, al tiempo que tan doloroso. El mismo que disminuyó el 35 % del presupuesto educativo, que habló de “caer” en la escuela pública; ahora aparece con un “abran las escuelas” y llama a la “acción” a los padres. Su continuidad, su brazo en la CABA, Larreta, implementó este año el presupuesto educativo más bajo de la historia. Del 27% que representaba en el 2007, ahora es de sólo el 17 por ciento. Hace unas horas fuimos testigos de un título lacerante: “La tijera de Rodríguez Larreta le recortó 370 millones al Plan Sarmiento para educación pública y los convirtió en subsidios para escuelas privadas”. No se detiene. Ni con los recortes ni con intentos alocados como el de las burbujas escolares que, lógicamente, no tuvieron el respaldo de las familias ante tan absurda medida. Obstinado, de la forma que sea, pretende volver a las clases en un mes, en condiciones bochornosas, como se demuestra en otras páginas de este diario. Hasta los representantes de las cámaras de la Educación privada advierten que no están dadas las condiciones. Estamos hablando de la vida, de la salud, estamos hablando de los chicos.
Pero son gente capaz de perpetrar los hechos más aberrantes y peor aún. Nunca podremos dar una buena explicación, nunca será suficiente lo que se diga para entender cómo se hicieron cargo de nuestras vidas. Y peor todavía: cómo se hicieron cargo de la vida de los más vulnerables.