Rosario protagoniza un hecho histórico. Cinco premios Nobel de la Paz conviven por estos días en la ciudad santafesina donde disertan sobre los principales problemas de un mundo en guerra. El evento, denominado Voy por la Paz, comenzó este jueves temprano con una conferencia de prensa en la sede de la Fundación para la Democracia Internacional, donde el conflicto de Venezuela no pasó desapercibido.

Por un lado, el ex presidente, durante dos períodos, de Costa Rica Oscar Arias Sánchez fustigó al gobierno de Nicolás Maduro; mientras que el argentino Adolfo Pérez Esquivel y la guatemalteca Rigoberta Menchu se posicionaron en favor de la “democracia bolivariana” y en contra del “golpe blando” que estaría sufriendo el sucesor de Hugo Chávez. Por su parte, la iraní Shirin Ebadi y el ex presidente polaco Lech Walesa intentaron poner paños fríos a la discusión.

El encuentro, inédito en Latinoamérica se extenderá hasta el sábado por la noche con un multitudinario recital en el Monumento a la Bandera, del que participarán León Gieco, Juan Carlos Baglieto, Peteco Carabajal, Jairo, Patricia Sosa, Hilda Lizarazu y Raúl Porchetto.

“Se preguntarán el por qué de Voy por la Paz en Argentina si acá no hay conflicto armado, asociando que si no hay guerra, entonces hay paz. Pero debo advertir que cuando hay pobreza, marginación, xenofobia, hambre, falta de educación, falta de inclusión es falta de paz. Nos hemos acostumbrado al error. Tenemos que recuperar la sensibilidad. No podemos acostumbrarnos a esto, porque son sinónimos de falta de paz. Vinimos a recuperarla”, lanzó el anfitrión, el presidente de la Fundación, Guillermo Whpei.

Si bien los premios Nobel debatieron y expusieron sobre diferentes conflictos, la situación de Venezuela acaparó la atención en varias intervenciones. “Es un país que lo conozco hace más de 40 años. Durante la revolución bolivariana de Chávez avanzó en superar la pobreza, el hambre y la marginalidad en gran medida. Pero nunca fue del agrado del gobierno de los Estados Unidos que intentó golpes de estados. Luego, el mismo pueblo lo repuso y siempre hubo un hostigamiento muy fuerte en contra de la política bolivariana como con la alianza con Cuba y con Latinoamérica”, dijo el argentino Pérez Esquivel reconocido con el galardón noruego en 1980 por su lucha pacífica por la justicia y la libertad en tiempos de la última Dictadira cívico-militar.

“Venezuela -continuó el argentino- sufre una infiltración permanente desde Colombia de grupos parapoliciales y paramilitares que generan la gran violencia que están sufriendo para desestabilizar al gobierno. Además, hay una campaña de los medios de tildar a Venezuela como un gobierno dictatorial, que no lo es. Es un gobierno constitucional que está tratando de contrarrestar esta fuerza que no quiere el diálogo y que quieren provocar una caída como lo hicieron en Honduras, Paraguay y Brasil. Estados Unidos no quiere perder lo que considera su patio trasero y esto es grave. No quieren la unidad del pueblo latinoamericano. Hay que tener mucho cuidado, porque puede llevar a una guerra civil. El Papa Francisco abrió una instancia de diálogo y la oposición no lo quiere. Quiere el derrocamiento de un gobierno constitucional”.

En esa misma línea, Rigoberta Menchú Tum, la reconocida indígena guatemalteca que dedicó su vida a combatir de manera pacífica los ataques contra los pueblos originarios y recibió el premio en 1992, indicó que “Venezuela es un país muy rico. Tiene pozos petroleros, diamante, oro, plata. Cada vez que hay esos bienes de la madre tierra se genera una guerra por el ansia de la usurpación de los recursos de los países. Mucho no se habla de esto porque la especulación es más beneficiosa que la verdad de un conflicto”.

En las antípodas se ubicó Óscar Arias Sánchez, el entonces presidente de Costa Rica que fue reconocido en 1987 por haber generado el Plan Arias al que adhirieron todos los mandatarios centroamericanos para comprometerse con la paz en la región. “A veces el gobernante consciente o inconscientemente le hace mucho daño a su pueblo. Ese fue el caso, lamentablemente, de Hugo Chávez. Ganó las elecciones con el precio del petróleo por las nubes, fundó instituciones, creó el Alba, al que se unieron varios países, luego los tiempos cambiaron y expropió buena parte de la agricultura, la industria y los servicios. Quiso terminar con buena parte de los medios de comunicación, coartó libertades individuales”, aseguró.

“Es cierto que fue durante mucho tiempo muy popular. Pudo convocar a una constituyente, elaboró una nueva constitución que dijo que era casi perfecta y que no se debería cambiar, cosa que ahora Maduro quiere convocar a una nueva constituyente para cambiarla. Venezuela dejó de ser una democracia hace tiempo. Las democracias no tienen presos políticos”, señaló Arias, quien precisó que Venezuela es un narcoestado y que como “saben que tarde o temprano van a tener que pagar por esos delitos, va a ser muy difícil que el gobierno entregue el país”.

Luego, Arias aseveró que “volver a reconstruir los cimientos de esa economía va a llevar muchísimo tiempo. Afortunadamente, Venezuela tiene excelentes economistas en el Banco Interamericano de Desarrollo, en el Banco Mundial, enseñando en Hardward”.

Pérez Esquivel, volvió a intervenir. “No estoy de acuerdo con el amigo Oscar Airas sobre su visión. Acá en Argentina tenemos presos políticos y tenemos una democracia constitucional. Naciones Unidas reclama la liberación de una mujer que fue condenada antes de ser juzgada como Milagro Sala”.
El líder sindical polaco Lech Walesa recibió el Nobel de la Paz en 1983 y siete años después llegó a la presidencia de su país. Encabezó el sindicato Solidaridad cuando su país era un satélite de la ex Unión Soviética, con el que logró históricas mejoras para los trabajadores. Sin violencia y utilizando el arte de la negociación, logró la estabilidad de Polonia. Walesa también aportó su visión de Venezuela: “Si yo hubiera luchado contra el comunismo ruso como acá luchan contra el gobierno venezolano nunca hubiéramos triunfado. Porque piensan que eliminando al enemigo pueden vivir tranquilos. ¿Pero cómo yo con un sindicato pude eliminar al enemigo?”, se preguntó Walesa, y añadió: “Es importante encontrar el compromiso. Hay que apostar al sistema que incluya las tres patas del poder legislativo, ejecutivo y judicial. Ahí se resuelven todos los problemas. Ayudemos a construir eso y mantenerlo”.

Por último, Shirin Ebadi, la abogada iraní que recibió el Nobel de la Paz en 2003 por ser la primera jueza de su país y por luchar por los derechos de las mujeres, niños y los perseguidos políticos, opinó que “las imágenes terribles de la gente haciendo largas colas por horas para tener lo mínimo para poder sobrevivir, las imágenes de manifestantes en las calles, un grupo de personas que murieron no se le puede achacar a Estados Unidos. Yo misma tengo muchos problemas con las políticas de ese país. Protesto contra ellas, pero me gustaría añadir que tener enemistad con Estados Unidos no va a dar legitimidad al gobierno venezolano para pisar los derechos de sus ciudadanos. Debemos escuchar a los pueblos. Son los pueblos los que tienen la última palabra en cualquier tema”.