«Macri hace campaña mostrando el nuevo edificio Cero+Infinito. Intenta apropiarse de un proyecto que comenzó en 2011 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Los fondos fueron gestionados por Axel Kicillof. Macri no inauguró ninguna obra del sistema de ciencia y tecnología. Su gobierno lo desmanteló», advirtió el diputado Roberto Salvarezza, expresidente del directorio del Conicet. El biólogo Alberto Kornblihtt fue más allá, y en un artículo en Página/12 calificó de «visita furtiva» la que hizo el presidente al nuevo edificio de Ciudad Universitaria, asignado a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Una recorrida realizada en una día no laborable (el lunes 8), sin conocimiento de las autoridades de esa facultad, y difundida por redes sociales, en la que Mauricio Macri se vanagloria de la obra, atribuyéndola a su gestión.
Dos días después de la aparición «furtiva» de Macri en Ciudad Universitaria, desde el sitio web de Exactas se difundió una cronología del proyecto que claramente no se originó en la gestión Cambiemos. Cero+Infinito, explica el artículo, «nació de las necesidades generadas por el desarrollo que tuvo el sistema científico argentino a partir del año 2003, con un marcado aumento de investigadores e investigadoras, más equipamiento y nuevas líneas de investigación. Se ideó, desarrolló, consolidó y se gestionó su financiamiento internacional en un período extenso, que va desde 2006 hasta 2015».
En su planta baja, el moderno edificio aportará 23 aulas de docencia, diez aulas-laboratorios de computación, además de aulas de seminarios y espacios de estudio para los alumnos. El primer piso está destinado a oficinas para los grupos de investigación de los departamentos de Computación y Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, el Instituto del Cálculo y el Centro Latinoamericano de Formación Interdisciplinaria (CELFI), destinado a recibir científicos, principalmente de Latinoamérica, que trabajen en el área de Ciencia de los Datos. Esa distribución formó parte de un plan de obras propuesto en 2006, en función de las nuevas necesidades de espacio para la investigación científica, por el anterior decano de Exactas, Jorge Aliaga.
Ese plan se tradujo en 2008 en la obtención de financiamiento por parte del Ministerio de Economía para realizar el anteproyecto del edificio. En 2009, el graduado de Exactas Sebastián Ceria se sumó a la propuesta, contactando e involucrando en el proyecto al destacado arquitecto uruguayo Rafael Viñoly. Y a fines de 2010, su estudio presentó los planos del edificio, con dos parques internos (el cero y el infinito, por su forma), paredes exteriores vidriadas, una terraza «verde» y un espacio total de 17 mil metros cuadrados.
En septiembre de 2012, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acordó un crédito por 10 millones de dólares para su construcción en la Ciudad Universitaria, aprobada por un convenio suscripto dos meses más tarde entre el entonces rector de la UBA, Rubén Hallú, y el ministro Lino Barañao. Como el BID no permite cofinanciar obras con otros organismos de crédito, la diferencia entre el monto del crédito y el costo total de la obra debía aportarla el Tesoro Nacional. Así, en abril de 2013, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, con el apoyo del de Economía, gestionó exitosamente los fondos para toda la obra ante el Banco de Desarrollo de América Latina.
Por fin, en octubre de 2015, después de la aprobación por parte de Kicillof de ese crédito que permitiría financiar la obra completa, los dos ministros y el nuevo rector de la UBA, Alberto Barbieri, presentaron públicamente el proyecto Cero+Infinito durante un acto realizado en el Polo Científico Tecnológico, adjudicando la obra a la empresa Constructora Sudamericana por 461 millones de pesos.
El inicio de las obras se definió en ese momento para el segundo semestre de 2016, previéndose un plazo de ejecución de 20 meses. Así se llega, pasado largamente ese plazo, a la visita de Macri. Aunque, en rigor, la «inauguración» de campaña para las redes que hizo el presidente ocultó que el edificio todavía no está listo: la devaluada Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva aún está concluyendo la etapa de detalles de obra y las licitaciones de mobiliario y equipamiento, antes de realizar la entrega definitiva a la UBA.