Existe un mundo silencioso en la Ciudad de Buenos Aires, que en los últimos días entró en ebullición. Los trabajadores de los cementerios porteños declararon el estado de asamblea permanente, a partir de la decisión de Horacio Rodríguez Larreta de quitarlos de la órbita del Ministerio de Espacio Público, para unificarlos con la Dirección de Espacios Verdes. «No tienen relación entre sí ni en las tareas que desarrollan», advirtieron. Cuando se levante la conciliación obligatoria, planean realizar un paro.
El origen del conflicto fue la publicación en el Boletín Oficial del nuevo organigrama del gobierno porteño, donde se estableció que la Dirección General de Cementerios estará bajo la tutela de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal, a cargo de Facundo Carrillo, con una particularidad: la unificaron en “misiones y funciones” con Espacios Verdes.
La Delegación Gremial Cementerio denunció no sólo un intento de achicamiento, al fusionar dos direcciones en una, sino que además se mezclan responsabilidades que carecen de similitudes: «Nuestro trabajo es muy específico, requiere un conocimiento que no tiene la gente de espacios verdes». De manera inédita resolvieron el lunes 16 de diciembre un paro por 48 horas para el viernes de esa semana. Sin embargo, el gobierno porteño dictó la conciliación obligatoria, que vence a mediados de enero, aunque no los convocó a ninguna reunión. “Si no cambia nada, volveremos con las medidas de fuerza”, señalaron a Tiempo. Durante el paro, las inhumaciones y cremaciones no se hacen con normalidad, y los féretros permanecen en el depósito.
En una carta dirigida a la Subsecretaría de Gestión Comunal, los trabajadores apuntaron que desde hace 12 años se lleva a cabo un “proceso de vaciamiento de los cementerios, que incluye el mantenimiento edilicio, equipamiento y dotación de personal”. Y que “el no cumplimiento” de los procedimientos adecuados “provoca demora, insatisfacción y malestar de los contribuyentes que requieren de un servicio público fundamental e inevitable, con una exposición innecesaria del personal que se ve involucrado en maltrato y llega a ser incluidos en cuestiones judiciales”. El servicio incluye la prestación gratuita para indigentes y personas de bajos recursos.
“Tampoco tenemos insumos –agregan–. No se dan las ropas en tiempo y forma. Tampoco las sogas. En 2019 se hizo el pedido de cruces, para incorporarlas a los cajones de los indigentes, y no nos dieron nada”. Para los legisladores de la oposición, detrás del vaciamiento del área se esconde, a mediano plazo, la intención de entrega de valiosas tierras públicas (ver recuadro).
Uno de los temores es que en la fusión de direcciones se reduzca personal. Actualmente, Cementerios posee cinco gerencias (Chacarita, Recoleta, Flores, Planeamiento y Registración, y Crematorio), que reúnen a 21 departamentos. Difícilmente se mantengan todos ellos en una dirección compartida con Espacios Verdes. Por despidos, jubilaciones y retiros voluntarios, hoy trabajan en la Dirección de Cementerios 264 empleados. Hace diez años eran más de 400. “En Recoleta hay sólo tres inhumadores. Por eso se suspendió el horario de la tarde”, grafica una de las trabajadoras a Tiempo. Y agrega otro factor del oficio, nunca tenido en cuenta: “Estamos en contacto con la muerte diariamente, conteniendo a las familias en sus dramas. Tratamos de tomarlo como un trabajo, que termine cuando nos vamos, sin embargo es muy difícil no empatizar con la gente, sobre todo cuando hay inhumaciones de niños o bebés, es muy desgarrador. Quedan secuelas psicológicas, pero no hay ningún apoyo ni contención oficial en ese sentido”.
A la inseguridad y a la falta de inversión, que llevó en las últimas décadas a un deterioro notable de los cementerios porteños, se agrega el fenómeno cultural del auge de las cremaciones: según la Dirección de Estadística y Censos, hoy se realizan 13.927 cremaciones al año en la Capital Federal (todas en Chacarita), y ya duplican a las inhumaciones. Mientras tanto, los valores que debe abonar la gente por tener un espacio en el cementerio crece año a año. En Recoleta, una bóveda cuesta más de 20 mil dólares y un nicho supera los 7000 pesos. En cambio, los salarios del área en 2019 aumentaron apenas un 19 por ciento. “Si no es por los trabajadores, hoy los cementerios no podrían prestar el servicio que prestan –remarcan–. Pensemos que un inhumador cobra menos de 30 mil pesos”. «
«El gobierno los abandona para demolerlos»El tema llegó a la Legislatura porteña, donde se reunieron los delegados de Cementerios con los diputados del Frente de Todos, Claudio Ferreño, Javier Andrade y María Rosa Muiños. “Esta nueva medida va en consonancia con la política de vaciamiento que Rodríguez Larreta viene desarrollando en torno a los cementerios públicos, en especial el de la Chacarita, de excepcional valor histórico, arquitectónico y paisajístico, con una extensión de 97 manzanas de espacio en su mayoría verde, que son muy codiciadas por el mercado inmobiliario”, plantea Andrade, vicepresidente del bloque. “Como parte de su avanzada sobre la tierra pública, abandona los cementerios. Comienza un proceso de deterioro que luego el propio gobierno utiliza como excusa para demoler estructuras, en muchos casos centenarias, y desafectar la tierra, como sucedió con el ‘Parque Elcano’, tirando abajo la galería de nichos más bella y antigua de Chacarita, luego de dejarla abandonada por años”.