«No estamos con la Agenda 2030″, aseguró Victoria Villarruel en el último debate de vices. Antes había criticado Parques Nacionales como un gasto del Estado por la cantidad de guardaparques. En el medio, Javier Milei propuso privatizar los ríos, su principal asesor Benegas Lynch pidió lo propio con las ballenas, y en el debate el candidato a presidente negó el cambio climático. A esta altura parece obvia la animosidad del espacio hacia el cuidado del ambiente. Pero el negacionismo ambiental encierra múltiples consecuencias, incluso económicas. Así lo apunta Cecilia Nicolini, secretaria de Cambio Climático de la Nación. Lo pone en cifras: solo por sequía el país perdió en un año más de 20 mil millones de dólares. Casi la mitad del acuerdo con el FMI. Lo que se perdía en una década ahora se perdió en menos de doce meses.
Si quien asuma no trabaja en la prevención y mitigación, esos efectos climáticos extremos (que irán creciendo) sacudirán aún más las arcas públicas y afectarán a poblaciones y productores. Pero claro, no se puede prevenir algo en lo que no se cree.
–¿Se habla poco del negacionismo ambiental de Milei?
–Milei niega el cambio climático porque nunca gestionó nada. Cuando estás en el gobierno y una sequía te hace pelota la economía te pulveriza el 3% del Producto Bruto Interno como nos pasó, donde perdimos casi un cuarto de las exportaciones, sumado a inundaciones, incendios extremos, y una helada temprana que afectó economías regionales, no podés decir que no existe, tenés que ponerte a resolver los problemas. Hace muchos años que la ciencia nos alerta que la crisis climática existe y que los impactos van a ser cada vez más pronunciados. Y eso se viene acelerando. Lo que antes podíamos ver como impacto en 10 o 15 años, ahora lo vemos en un mismo año. Este último año perdimos 21 mil millones de dólares por la sequía. Y las economías regionales, por su población e infraestructura, están mucho más expuestas a esta variabilidad climática. Entonces ahí uno tiene dos caminos: invertir en política climática, adaptándonos. O negar la realidad hasta que estalle. Y ya sabemos quiénes están porque la Argentina estalle.
–¿Cómo se aborda desde lo gubernamental la problemática?
–Hay otra cuestión importante, que lo hablé mucho con Sergio Massa, y que lo tiene muy presente: es la importancia de que la cuestión climática es un debate profundamente económico. Por un lado porque tiene que ver con la transformación de la manera en que producimos y consumimos, para que pueda hacerse un desarrollo más sostenible. Pero por otro lado, porque es una cuestión decisiva para comercializar con el mundo, para recibir inversión y financiamiento no solamente de bancos multilaterales de crédito, sino también que las grandes corporaciones y capitales empiezan a poner cláusulas climáticas o ambientales para sus inversiones en cualquier sector. Si Milei conociera realmente la gestión privada, como dice, sabría que hoy la cuestión climática es decisiva para comerciar con el mundo y atraer inversiones. La Unión Europea ya pone barreras arancelarias por cuestiones como la deforestación, tenés muchas empresas con las que estamos trabajando aquí en Argentina para que reconviertan sus procesos y puedan exportar, porque en muchos productos exigen que sean libres de deforestación. En 2022 la Argentina aprobó más de 2100 millones de dólares de financiamiento climático internacional, récord en nuestra historia. Mucho de ese financiamiento que viene del BID, tiene una cláusula que los proyectos productivos no tienen que colisionar con objetivos ambientales y climáticos, no pueden incentivar la deforestación, tienen que cumplir con la Ley de Bosques. Desde el Estado tenemos que acompañar con políticas clave en todos los sectores productivos para que no se les cierre las puertas al mundo. Y los grandes capitales no van a seguir apostando al financiamiento si gobierna un tipo que niega la crisis climática. El ejemplo clarísimo fue el de Bolsonaro al que le suspendieron el Fondo multimillonario de la Amazonía por tener una postura contraria a la política ambiental. Acá están en juego inversiones millonarias para la Argentina con una persona que niega la crisis climática.
–No suele relacionarse mucho lo climático a lo económico
–La política climática se enmarca también en un debate profundamente económico. Desde cuánto invertís para lograr las transiciones hasta las consecuencias que te puede provocar. Históricamente la agenda climática, sobre todo la impulsada por el norte global, era una agenda eminentemente de mitigación. Ahora bien, nuestra agenda también tiene que ser de adaptación, porque la crisis climática ya la estamos viviendo y donde más afecta es en nuestros países, que son los que tienen una menor responsabilidad.
–¿Qué puede generar no priorizar una política climática?
–Si vos negás los efectos climáticos vas a seguir perdiendo mucho más. O sea que además es antieconómico. La clave no es solo analizar los costos de lo que vamos a invertir para la transición ecológica a la Argentina, sino lo que nos va a costar no invertir en eso. Y ahí vemos que los costos se te van a triplicar y hasta quintuplicar. No solo por sequía. Crecen las olas de frío y las olas de calor que te demandan invertir más en la atención de personas que tienen afecciones que requieren del sistema de salud. O las inundaciones que te demandan grandes inversiones en infraestructura y viviendas.
–Mencionabas cómo afecta el cambio climático a las economías regionales. ¿Por qué en muchas de ellas el más votado fue Milei, cuya política las afectaría aún más?
–Entiendo que las razones por las que lo han votado pasan por bronca o la situación económica. Va por una cuestión más coyuntural que por su plataforma política. Lo que sí hemos trabajado este año es regionalizar nuestras políticas. Que no sean solamente planes estratégicos que van desde la Ciudad de Buenos Aires. Trabajar mucho más cerca de los territorios. La cuestión más difícil de todo esto, que lleva más tiempo, es el cambio cultural. Por ejemplo con la ley que establece que en todos los niveles educativos tiene que haber una formación ambiental. En cambio, lo que vemos hoy son candidatos opositores que, por ejemplo, están en contra de los parques nacionales. Es la primera vez que lo escucho. Es completamente absurdo. Por eso hay que resaltar la importancia de que la ambiental sea una agenda de mayorías y que no está en colisión con el desarrollo económico de la Argentina, sino que por el contrario, lo que buscamos es que la agenda ambiental sea una gran generadora de oportunidades para crear empleo verde y sostenible, con inversiones en sectores estratégicos energéticos, como la eólica, solar, el hidrógeno verde, el litio y la electro movilidad. Y hoy hay una gran oportunidad para la Argentina de convertirse en protagonista de esta transición ecológica a nivel global.
La Agenda 2030 y los Parques
«Nosotros no adherimos al marxismo cultural, no adherimos a la decadencia». Con esas palabras Javier Milei respondió en el último debate a la pregunta de si su hipotético gobierno adheriría a la Agenda 2030. Se trata de un acuerdo de la ONU que incluye a países desarrollados y en vías de desarrollo con los «grandes desafíos mundiales»: desde la pobreza y el hambre hasta la corrupción. Y un punto clave: el cambio climático. También rechazado por La Libertad Avanza. «Lo que buscan es que esto sea la ley de la selva, no solo en lo ambiental; que rija el sálvese quien pueda. Hay muchísima ignorancia, falta de preparación y también intereses en privilegiar a un porcentaje muy pequeño de la sociedad. Estoy convencida de que la agenda climática es una agenda de la mayoría de la sociedad. Los fundamentalistas de los alambrados están empecinados en privatizar absolutamente todo, sin importar de qué se trate y sin analizar de manera detenida el beneficio económico de la conservación y la sostenibilidad. Los parques nacionales no son un gasto del Estado, sino todo lo contrario».
–Quizás no se toma dimensión de las consecuencias climáticas, pero puede afectar hasta a atracciones turísticas, como las ballenas de Puerto Madryn
–Los servicios ecosistémicos nos permiten tener una mejor salud y también el desarrollo turístico sostenible, que atrae a millones de turistas y generan divisas. Argentina es un orgullo por sus bellezas naturales. Hay que cuidar nuestro patrimonio natural. Por ejemplo, proteger los bosques nos permite acceder a más de 80 millones de dólares para un Fondo Verde que busca evitar la deforestación. Pero para generar el desarrollo de un beneficio económico, que también es para el sector privado, no se puede dejar de invertir ni desconocer los factores climáticos.
La nueva arquitectura financiera
Nicolini aboga por una nueva arquitectura financiera global: «Hacia 2009 en la conferencia COP de Copenhague, los países desarrollados acordaron que iban a financiar con por lo menos 100 mil millones de dólares anuales a los países en desarrollo para políticas de mitigación y adaptación en la transición energética. No solamente no se cumplió, sino que ahora los análisis que hacen los mismos bancos multilaterales indican que la necesidad de financiamiento se triplicó. Esto va a ser un círculo vicioso y una espiral de desgaste económico cada vez más insostenible, sobre todo para países que tienen que invertir mucho en la transición como Argentina, a la vez que tenemos que cuidar nuestro gasto y déficit. Por eso hay que dar también todo un debate sobre la arquitectura financiera. Cómo van a hacer los países altamente endeudados, mayoritariamente los países en vías de desarrollo que no son los principales responsables de la crisis climática, para seguir pagando los servicios de nuestra deuda y a su vez invertir en la transición. Yo suelo ser muy optimista, por eso me dedico también a la política, pero hoy estamos en una situación complicada: cuando deberíamos invertir en capacidades y recursos para un modelo de transición más conveniente para todos, las potencias invierten cada vez más en armamento».
Eso sí, Nicolini destaca algo positivo en el actual contexto: la llegada de Lula al gobierno en lugar de Bolsonaro, otro que al igual que Milei fue negacionista climático. «Es la gran novedad en este último tiempo, ahora contamos con un grupo negociador específicamente de la Argentina con Brasil, que adquiere protagonismo con una persona como Lula da Silva, con Argentina entrando a los BRICS y yendo de la mano para negociar con una agenda marcadamente de desarrollo sostenible y de cuidado ambiental y climático. Además, al final de este año asumirá la presidencia del G20 y en dos años la COP se hará en Brasil».