La jueza del caso Lola Chomnalez, este martes dictó prisión preventiva al único sospechoso del crimen de la chica argentina que fue asesinada en el balneario de Barra de Valizas en 2014. El acusado es Ángel Moreira Martín apodado «El Cachila», el mismo ya había estado detenido en la causa y luego liberado, pero cuando fue citado nuevamente por la Justicia se mostró susceptible al momento de ser indagado.
Por su parte, el abogado de la familia Chomnalez, Juan Williman, comunicó que el pedido de procesamiento realizado por el fiscal de la causa, Jorge Vaz, se hizo efectivo por una serie de indicios que comprometen al imputado y la fundamentación del ministerio plúmbico. La causa del crimen de la adolescente transita en el Juzgado Letrado de Rocha, en Uruguay.
«Hay elementos suficientes de convicción para imputar al sospechoso por el delito de homicidio especialmente agravado en calidad de co-autor», informa un comunicado de la Fiscalía que trascendió este lunes.
El fiscal aduce que «El Cachila», de 33 años, fue copartícipe del asesinato de Lola, y que tuvo uno o dos cómplices. Además, recordó que el imputado fue el último en ver a la adolescente con vida y después muerta.
Moreira Martín se dedica a cuidar autos. Y cuando se ordenó su captura fue detenido en la zona de Rivera, que tiene frontera con Brasil. Allí vivía junto a su pareja y tres hijos. Se supo que es un hombre que anda en la calle todo el tiempo y que es de bajos recursos económicos.
Lo que llamó la atención del magistrado fue cuando citó al imputado nuevamente a indagatoria este lunes – donde participó una perito semióloga- y mostró una actitud de rebeldía. Allí también se logró determinar que el sospechoso, cuando hablaba de cosas que no le generaban preocupación tenía un lenguaje no verbal cómodo y cuando se le preguntaron cosas relativas al homicidio tenia gestos restrictivos y movimiento corporales.
Desde la Fiscalía no descartan la hipótesis de un intento de violación en perjuicio de Lola. Se debe a los rastros de violencia que tenía en los brazos, es decir, que el imputado –con ayuda de alguien más- tomó por la fuerza a la chica de 15 años e intentó llevarla a un lugar para abusar sexualmente de ella.
El fiscal estima que se le dio muerte en forma intencional, a fin de cometer otro ilícito y por eso le cabe la calificación de la imputación. Y detalló que: «el haber estado allí en el momento de la consumación del crimen sin intenciones de impedir el mismo, y tampoco denunciar el delito con posterioridad, su conducta queda excluida de la complicidad, razón por la cual se imputa su participación en grado de coautoría».
El hombre procesado admitió al ser indagado que se cruzó con la víctima en la playa el 28 de diciembre del 2014 y le ofreció «una estampita», pero que luego ella se sintió «mareada» y que al auxiliarla descubrió que «no tenía pulso», se asustó y se fue.
Vaz remarcó que uno de los puntos «más impactantes» del relato del acusado fue cuando dijo que la chica comenzó a sentirse mal y él la llevó hasta el bosque detrás de los médanos donde se sentaron bajo la sombra de un árbol: «Yo le pregunté qué tenía y me dijo que se sentía mareada. Ahí se sentó y cayó de rodillas».
De acuerdo al fiscal, este relato «es a todas luces ilógico y contrario, no solo a la evidencia que surge del cuerpo de la víctima, sino de la situación en sí».
Lola (14) viajó a Barra de Valizas el sábado 27 de diciembre de 2014 y se alojó en la casa de su madrina, Claudia Fernández, quien se encontraba junto a su esposo, Hernán Tuzinkevcih, y el hijo de éste.
Al día siguiente, la adolescente desapareció cuando salió a caminar por la playa y dos días después fue encontrada asesinada a unos cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.
Mediante la autopsia se determinó que Lola murió por asfixia por sofocación y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo.