Sánchez fue detenido en la tarde de ayer por la Policía Federal brasileña en la ciudad de Paraty, en el sur del estado de Río de Janeiro, por una orden de captura del Supremo Tribunal Federal de Brasil para extraditarlo a la Argentina. El represor, de 69 años, fue detenido por orden del juez Luiz Fux, del Supremo Tribunal Federal que tramita la extradición y que, según fuentes de la justicia Argentina, ya fue concedida, por lo que comenzarán las gestiones para que sea trasladado a la Argentina.
Según detallaron a Télam, fuentes de la Cancillería, Sánchez sería trasladado a la ciudad de Foz de Iguazú, para quedar a disposición de la justicia argentina. Desde la cartera que encabeza Felipe Solá aseguraron que se están desarrollando todas las acciones necesarias para que la extradición se haga efectiva a la «mayor brevedad posible».
Este será el primer caso de extradición sobre asuntos de derechos humanos del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien reivindica a la dictadura militar brasileña y recientemente elogió a los ex dictadores Alfredo Stroessner, de Paraguay, y Augusto Pinochet, de Chile. En un comunicado, la Policía Federal de Brasil informó que Sánchez participaba también de los llamados ‘vuelos de la muerte’ para lanzar al Río de la Plata y al Océano Atlántico a secuestrados detenidos desaparecidos.
«El pedido de prisión preventiva para extradición fue formulado por la representación nacional de Interpol, con base en informaciones de las Alertas Rojas incluidas allí por las autoridades argentinas», indicó el comunicado.
«Era uno de los tipos que más estaba en ´Capucha´, el sector de le ESMA donde alojaban a los secuestrados que recién llegábamos. Siempre estaba con otro represor muy conocido, que era Antonio Pernías, a quien le decían ´Rata´», contó a Télam Carlos Loza, sobreviviente de ese centro clandestino de detención e integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), que querella en varias causas de lesa humanidad.
«Chispa» Sánchez era, según los sobrevivientes, uno de los represores más jóvenes de la ESMA, y del temible Grupo de Tareas 3.3.2 de la Armada. Testimonios de los sobrevivientes también lo ubicaban en la quinta de General Pacheco que fue una suerte de anexo del centro clandestino y donde fueron alojados varios detenidos.
El ex prefecto vestía siempre camisas a cuadros, trajes sports y lucía siempre «muy bronceado, lo que lo hacía más destacable entre el resto de los represores». «Le gustaba hablar y jactarse de sus actos. Le contó a un grupo de secuestrados cómo era el método de eliminación que se había ideado con los vuelos de la muerte. Antes, nos contaba que los marinos quemaban a las víctimas, y que era un método que insumía mucho tiempo», señalo a Télam la periodista Myriam Lewin.
De acuerdo a lo que se desprende de la causa judicial, Sánchez integró el grupo operativo que emboscó a Walsh en 25 de marzo de 1977 en el barrio de San Cristóbal, donde el autor de «Operación Masacre» e integrante de la organización Montoneros cayó asesinado tras resistirse con una pistola calibre 22, con la que hirió a uno de sus atacantes. El cuerpo del escritor fue trasladado a la ESMA, lugar en el cual se presume que se lo incineró en terrenos adyacentes al Río de La Plata.
Sánchez fue mencionado en las denuncias que formularon los sobrevivientes de ESMA en el exterior, ante la Conadep y en el Juicio a las Juntas, pero la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final evitó que enfrentara la acción de la Justicia en los primeros años de la recuperación democrática.
Vinculado a empresas pesqueras durante los años ’90, recaló a fines de esa década en la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste, donde se jactó de su pasado represivo y recibió una declaración de persona no grata por parte del Concejo Deliberante de esa ciudad.
A principios de los 2000, se profugó a Brasil, país en el cual eludió una orden de captura cursada por el juez federal Sergio Torres, a cargo de la instrucción de la megacausa ESMA. Sánchez había sido detenido en 2013 en la ciudad de Angra dos Reis, también en el litoral sur de Río de Janeiro, para extradición, pero en 2016 obtuvo la prisión domicilaria, de la que se escapó.
El represor se había radicado en Brasil para trabajar en la industria naval en el litoral de Río de Janeiro, pero un nuevo pedido de captura llegó en 2019 y el Supremo Tribunal Federal autorizó la extradición hacia Argentina. El pedido de captura reciente fue realizado el 29 de enero por el ministro Fux, del Supremo Tribunal Federal, y ahora la decisión se encuentra en manos del Gobierno de Brasil.