En un monte de eucaliptos, ubicado a unos 17 kilómetros de San Lorenzo, en el sur de Santa Fe, dos retroexcavadoras trabajan a tiempo completo para encontrar los restos de Paula Perassi, desaparecida hace casi ocho años. Es la última gran novedad que tuvo el caso y, sobre todo, la posibilidad de una nueva esperanza para la familia.
El pasado viernes, a la 8, comenzaron las tareas de remoción de tierra a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en el predio ubicado en la localidad de Luis Palacios, lindero a un campo de trigo, luego de que un testigo de identidad reservada dijo haber visto el cuerpo de una mujer enterrado en la zona.
“Se trata de un empleado que trabajó en el predio entre 2011 y 2012, y que hasta ahora no había contado nada por miedo”, explicó una fuente del caso.
El testigo señaló un monte de eucalipto ubicado a unos 500 metros del cruce de las rutas AO12 y 34. Según explicó a La Capital, Juan Nóbile, responsable del Equipo, “las máquinas hacen un trabajo de palas mecánicas, un movimiento de suelo muy detallado sacando capa por capa. La idea es hacer una búsqueda total en el área para constatar la presencia o ausencia de algo que pueda ser de interés para la causa». Se espera que las excavaciones continúen, por lo menos, hasta fines de la semana.
“Esta búsqueda renueva las esperanzas. No es fácil haber llegado hasta acá sin nada, hace ocho años que estoy buscando a mi hija prácticamente sin la ayuda de la justicia, la policía y el poder político”, le dice a Tiempo, Alberto Perassi, quien sigue de cerca las tareas de los antropólogos.
“Si esta disposición –agrega– que muestra el Equipo y el nuevo fiscal hubiese existido en los primeros momentos de la investigación, el caso se cerraba en una semana y yo hubiera sabido qué pasó con mi hija. Pero el Estado me negó la justicia”.
El 18 de septiembre de 2011, Paula, de 36 años, salió de su casa en la localidad de San Lorenzo, y nuevo volvió. Luego se supo que fue privada de su libertad y obligada por su amante, el empresario Gabriel Strumia, a realizarse un aborto. Murió en el procedimiento, lo que derivó en una cadena de complicidades para hacer desaparecer el cuerpo.
En mayo de este año, el Tribunal Oral de Rosario absolvió por el beneficio de la duda a los cuatro civiles acusados de «privación ilegítima de la libertad agravada y aborto sin consentimiento seguido de muerte» (además de Strumia, llegaron a juicio su esposa Roxana Michl, su empleado Antonio Díaz y la partera Mirta Rusñisky) y a los cinco policías imputados por encubrimiento.
En el fallo, los jueces consideraron que «no logró el Estado a través de sus fiscales ni tampoco la actividad de los representantes de la querella, probar con la certeza necesaria en esta etapa que las personas acusadas son culpables de los delitos que se le achacaron».
“En todos estos años de lucha –concluye Perassi– soporté muchas cosas, incluido, que la justicia dejara libre a los imputados por el crimen de mi hija porque, según los jueces, no había pruebas suficientes. Pero yo nunca trabajé para meter preso a tal o cual persona, nunca me separé de mi objetivo primordial que es encontrar a Paula para decirles a mis nietos que le pasó y tener un lugar a donde llevarle una flor”.