Como si no tuviera bastantes polémicas en su haber, el presidente brasileño ahora acusa a ONGs y gobiernos estaduales por los incendios forestales que vienen devastando amplios sectores de la selva amazónica desde hace por lo menos 15 días y que parecen fuera de control. Poco afecto a la defensa del medio ambiente (sugiere ir de cuerpo un día si y un día no para disminuir la contaminación) ahora replica que el fuego podría haber sido producido por los mismos que denuncian que, en realidad, las «queimadas» son provocadas para utilizar los campos devastados la explotación agropecuaria, con la vista gorda de las autoridades asumidas el 1 de enero pasado.
Más aún, Jair Bolsonaro sugirió que las organizaciones ambientalistas «estan sintiendo la falta de dinero» después de que el gobierno suspendiera los recursos estatales de las que disponían hasta la llegada al poder del ex capitán del Ejército.
«Puede estar habiendo, sí, puede, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil. Esa es la guerra que estamos enfrentando», dijo Bolsonaro a salir del Palacio de Alvorada, la residencia oficial del presidente de la república.
«Sacamos dinero de las ONG. De las transferencias de fuera (del exterior, para la protección de la Amazonía), el 40% iba para ONG. No tienen más. Acabamos también con las transferencias de órganos públicos», refleja el cronista de la agencia AFP.
De paso, el presidente la emprendió contra gobernadores de las regiones afectadas «que tienen connivencia con lo que está sucediendo y le echan la culpa al gobierno federal».
«Hay estados ahí, que no quiero citar, en el norte, en los que el gobernador no está moviendo un dedo para ayudar a combatir los incendios, y además, está disfrutando de ello», insistió.
Los focos de incendios aumentaron más del 80% en lo que va del año debido a incendios en la región amazónica en plena temporada seca. Varias ciudades brasileñas vienen sufriendo las densas humaredas que por los vientos, recorren el amplio territorio. Incluso eso ocurre en San Pablo y amenaza a los países vecinos y la Argentina.
Bolsonaro se enfrenta desde hace semanas con los gobiernos de Noruega y Alemania, que sustentaban con aportes propios planes de lucha contra el cambio climático. Ambos países suspendieron el giro de dinero y reclaman en los organismos de la ONU por la deforestación y las actitudes del actual gobierno brasileño. «Pueden utilizar el dinero de modo más efectivo. Brasil no lo necesita», reaccionó el mandatario ante el anuncio de Oslo y Berlín.
El INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, por sus siglas en portugués) advirtió que los satélites detectaron 9507 nuevos incendios en la cuenca del Amazonas. En julio pasado, el entonces titular de ese organismo, el físico Ricardo Galvão, había asegurado que este año hubo un récord de incendios, con 72843 casos registrados.
«Tengo la convicción de que los datos del Inpe son mentirosos. Hasta mandé a averiguar quién es el tipo que está al frente del Inpe. Él me va a tener que explicar aquí en Brasilia esos datos que salieron en la prensa de todo el mundo, algo que para nosotros no se condice con la verdad». Y para rematar, agregó: «Hasta parece que él (por Galvão), está al servicio de alguna ONG, lo que es muy común».
Doctorado en Física en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (el prestigioso MIT, por sus siglas en inglés) tras graduarse en las Universidades de Campinas y la Fluminense, de Río de Janeiro, luego docente en el Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (IF-USP) y miembro de la Academia Brasileña de Ciencias, a los 72 años Galvão no estaba para recibir ese tipo de humillaciones y renunció.
Negacionista a todo nivel, Bolsonaro rechaza las investigaciones que alertan sobre el cambio climático y las consecuencias que el uso irracional de los recursos provocan en la Tierra.
En el caso de Amazonas, Greenpeace publicó informes científicos que indican que los incendios crearon un corredor de humo que se esparce sobre el centro oeste y el sudeste de Brasil y que puede llegar, por efectos del viento, hasta Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina.
Los incendios no solo devastan la selva, sino que generan daños irremediables para el ciclo de lluvias, que son la clave de la humedad en esa región pero también del cauce de los ríos de esa cuenca. De allí a generar la desertificación de grandes territorios hay un paso.
Por otro lado, los incendios afectan a las poblaciones indígenas y a la fauna que vive en esa región, tanto por quedar atrapados bajo el fuego como por la desaparición del microclima necesario para su vida.
El aumento de las «queimadas», como se las conoce, afecta a Mato Grosso do Sul, Rondonia, Pará, Acre y el estado de Río de Janeiro. «la Amazonia perdió más de una Alemania de su área selvática entre 2000 y 2017 -detalla la ONG- son cerca de 400 mil kilómetros cuadrados de área verde, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Oklahoma publicado en la revista científica Nature Sustainability».
Para Bolsonaro, luego del fuerte cruce con las ONG y los gobernadores, lo que está sucediendo en Amazonas es culpa del viento, el tiempo seco y el calor.
Pero no se hace cargo para nada de las acciones humanas y de lo que sus políticas producen en el medio ambiente.Tempo seco, vento e calor fizeram com que os incêndios aumentassem muito em todo o País. Os brigadistas do ICMBIO e IBAMA, equipamentos e aeronaves estão integralmente à disposição dos Estados e já em uso.
— Ricardo Salles MMA (@rsallesmma) August 21, 2019