El gobierno porteño dio un paso más hacia la transformación del Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires en una suerte de gigantesco patio de comidas, un gran shopping al aire libre, a través de la audiencia pública que se llevó adelante este miércoles en la Legislatura, y que repitió la lógica de todas esas instancias desde que Cambiemos gobierna la Capital y la Nación, puesta de manifiesto sobre todo en las que precedieron a los aumentos de tarifas de servicios públicos: decenas de expositores inscriptos –93 en total– enumeraron las falencias del proyecto de Horacio Rodríguez Larreta para el Ecoparque y las dudas que genera, ante la mirada impertérrita de los legisladores oficialistas que buscan que la iniciativa, ya aprobada en primera lectura, sortee este trámite y vuelva cuanto antes al recinto para su sanción.
Respaldado por una cómoda mayoría –a Vamos Juntos lo acompañan Evolución, el Partido Socialista y el GEN–, el Ejecutivo porteño impulsa una ley para concesionar a privados más de 20 edificios y espacios públicos ubicados dentro del predio de Palermo. Casi todos ellos son objeto de preservación, por su valor patrimonial histórico y cultural, y suman un total de 33.050 metros cuadrados, equivalentes a una quinta parte de la superficie total del zoo.
El defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad, Gabriel Fucks, uno de los expositores, puso el acento en la posibilidad de afectación de los edificios con valor patrimonial que suponen las concesiones: “La riqueza patrimonial del predio ha entrado en una zona gris”, dijo. Y reclamó conocer “quiénes son los interesados en las concesiones, qué uso le darán a los edificios y sus entornos, qué obras y con qué fondos públicos está realizando la Ciudad para la remodelación de edificios que luego serán entregados a concesionarios con fines de lucro”, además de cuáles son los cánones que pagarían, y si ese número explica “la necesidad de entregar tierras de dominio público por hasta 20 años”.
Fucks también expuso la hipótesis de que las obras que se realizan estén impactando negativamente en el bienestar de los animales, habida cuenta de las prematuras muertes de la rinoceronte Ruth y la jirafa Jackie, ocurridas durante el mes de julio, que habitaban dos de los recintos que se pretende adecuar para concesionar. De hecho, los trabajos no deberían haber empezado en absoluto ante la falta de un estudio de impacto ambiental.
La iniciativa ya es polémica en términos de enajenación del espacio público, pero presenta otro inconveniente de difícil solución en el corto y mediano plazo: al menos la mitad de los lugares que se pretende empezar a entregar para su explotación a privados este mismo año están actualmente ocupados por animales, y el proceso para derivarlos a otros sitios adecuados para su preservación no es sencillo ni puede acelerarse sin riesgo para la vida de las 104 especies que aún habitan el zoo, cerrado en junio de 2016 tras 140 años de historia. En rigor, su reconversión en Ecoparque, con topadoras y obradores, se realiza con casi un millar de animales adentro.
La iniciativa del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta prevé períodos de uso y explotación de diez, 15 y 20 años de los centenarios edificios y también de los terrenos que quedarían liberados con el traslado de los animales cautivos, para ser destinados a actividades educativas, recreativas y de servicios.
Fuera de la Legislatura, un centenar de personas protestaba contra lo que llaman “ecofraude”. Dentro, Malala Fontán, referente de SinZoo, una asociación civil que brega por abolir el cautiverio de animales en zoológicos, exponía los temores de los grupos animalistas: «Esta premura por avanzar en las obras y trasladar a los animales como sea, responde al plan oficial de acelerar la consumación de un gran negocio inmobiliario en una de las zonas más del país”. Las consecuencias, dijo, son las muertes por estrés de los animales que conviven con obradores y topadoras y su derivación irresponsable, sin protocolos.
Fontán mostró al finalizar fotografías de Gaspar, el único rinoceronte blanco que queda ahora en Palermo, y su rápido deterioro luego de la muerte de su compañera, Ruth, y pidió a los legisladores que voten con responsabilidad, en prevención de lo que parece otra muerte anunciada en el zoo porteño.
Las derivaciones de animales son expedientes complejos, que dependen de la salud de cada ejemplar, del interés de otros parques de recibirlos, de una tortuosa burocracia de permisos sanitarios y de una logística complejísima que estiran todos los plazos. Para los grupos animalistas, la sombra que se cierne sobre los animales es el traslado a otros centros de explotación. En efecto, la Ley N° 5752, que creó el Ecoparque, no estipula que las derivaciones deban ser necesariamente a santuarios que recreen el hábitat natural de cada especie, y el temor es que, en el apuro, recalen en zoológicos que repliquen la lógica de exotismo, encierro y exhibición.
Sorteada la audiencia pública, el gobierno porteño aspira a arrancar con las privatizaciones este mismo año. La Casa de los Osos, la primera estructura de líneas neogóticas construida en 1897, y la Condorera, donada en 1903 por el gobierno de Chile, serán concesionadas por 20 años. Y por 15, la Confitería del Águila, el Pabellón de las Fieras y el de los Loros, el Reptilario, la Leonera (donde hoy viven tres leones) y el Acuario (habitado por ocho lobos marinos). Por diez años se entregará también la explotación de la llamada «Casita Bagley», una construcción de principios de siglo XX que originalmente iba a ser una estación de tramway.
De prosperar el proyecto, la segunda etapa de concesiones, a partir de 2020, alcanzaría por 20 años al Templo Hindú de los Elefantes, réplica de uno de Bombay construido en 1904 (donde todavía estarían Kuki y Pupi, las elefantas africanas, por quienes hay aún inciertas ofertas desde Brasil y Sudáfrica), y al de los Cebúes. Por diez años se privatizarán el Pabellón Ruso, los chalets de Ciervos y Bisontes y el de los Rinocerontes, y la Casa de las Jirafas. Como ya advirtieron todos los expertos (también los de las fundaciones Jane Goodall y Azara, que se alejaron con críticas al manejo de la UPE), muchos animales directamente no podrán ser reubicados.
Por fin, desde 2022, la última etapa de privatizaciones en el zoo cederá a privados el Antiguo Monario Azul y el Pabellón de los Camellos (donde hay tres ejemplares bactrianos) por 15 años, y por diez, la Casa de los Ciervos y Tapires, la ex Choza Congoleña, la Administración y el Museo de Arte Infantil, ex Casa de los Pumas y las Víboras.
A estas casi tres hectáreas y media de predios a concesionar (ningún oferente podrá quedarse con más de tres espacios), el proyecto busca agregar otras áreas aún no ponderadas en superficie y que se mencionan como «nuevos espacios cubiertos o descubiertos» que, desde luego, también explotarán concesionarios privados, para darle forma, por fin, al sueño del ecoshopping de Palermo.