“Dejé de pensar a futuro mi vida. Antes tenía proyectos, me veía jubilado viajando a mi querida Tucumán y luego volviendo a Buenos Aires para estar con mi familia”, rememora Martín Paredes, conductor de la línea B de Subte. En noviembre de 2019, tras varios años de lucha, la empresa Metrovias (hoy Emova) y el gobierno porteño aceptaron realizar estudios médicos a trabajadores y trabajadoras del sector. Un año después, él y decenas de compañeros fueron notificados con enfermedades provocadas por el asbesto, un elemento potencialmente cancerígeno cuya utilización está prohibida en nuestro país desde el 2003.
El quite de todas las formaciones que lo contienen es uno de los principales reclamos del gremio, que decidió un paro total para mañana lunes. Denuncian que ya hay 85 trabajadores diagnosticados, 2150 «bajo vigilancia médica» y tres perdieron la vida.
“Me diagnosticaron ‘inflamación de pleura neumoconiosis’, es el primer estado de una enfermedad potencialmente peligrosa para un cáncer. Mi organismo encapsuló a la fibra de asbesto que se me clavó en el pulmón y eso se inflama, es como una costra. Por ejemplo, me provoca muchísimo dolor de espalda», cuenta Paredes. Comenzó a trabajar en el subte en 1994, haciendo 12 horas continuas durante muchos años. Hoy tiene 53. Hasta 2020 fue conductor, su pasión.
“Cuando me informaron el diagnóstico no lo podía creer. Rápidamente, la ART y la empresa que concesiona los Subtes me mandaron una carta diciendo que me liberaban de mis tareas por tiempo indeterminado. Tuvieron que reconocer que era por el asbesto”, continúa. En la misma carta le dijeron que no debería regresar al subte por ningún motivo. Nunca le aclararon ni a él ni a sus compañeros ni a los usuarios por qué. El Hospital Británico confirmó los diagnósticos. Lo había provocado el asbesto.
Quienes les advirtieron que las formaciones que compró Mauricio Macri cuando era jefe de gobierno tenían asbesto fueron los trabajadores del subte de Madrid: “en 2017 nos dijeron que ellos tenían varios compañeros enfermos por asbesto y que ya había fallecido uno”.
La compra a Madrid de los coches CAF 5000 de segunda mano, fabricados en los ’70, se concretó en 2011 sin análisis ambiental, por 550 mil dólares cada uno. Iban a ser chatarra para subastar. La adquisición ocurrió ocho años después de que el asbesto fuese prohibido en nuestro país. Recién en 2018 el gobierno porteño confirmó que contenían ese material.
Asbesto: el temor de trabajadores y usuarios
Los trabajadores más perjudicados por el asbesto son los de Talleres. Allí el material flota en el aire y entra al organismo. La desabestización debe ser completa, incluso los expertos recomiendan mudar los talleres ubicados en inmediaciones de viviendas y escuelas, como los Bonifacio y Polvorín de Caballito, linderos a una primaria y un jardín de infantes.
Tras la ratificación de que en esos talleres hay material potencialmente cancerígeno, la vida de cientos de familias de la comunidad educativa cambió para siempre. Hoy afirman vivir la angustia de ser ignorados tanto por el Ministerio de Educación como por Sbase y Emova.
“Yo empecé con febrícula de 37,5 grados durante varios meses. Iba a la guardia, me empezaron a hacer todo tipo de estudios y no me encontraron nada. Así vivía todos los días y me iba a trabajar. Hasta que me hacen una tomografía y ven algo en el pulmón”, recuerda Gustavo Villalba, que entró a trabajar como boletero en 1997, luego pasó al sector de tráfico en 2003 y finalmente como conductor. A los 48 años fue diagnosticado con neumoconiosis, igual que Paredes y otros cientos de compañeros.
Actualmente se encuentro de licencia: «presenté una demanda ante la Superintendencia de Salud, porque la ART mintió descaradamente al entregarme un ‘alta médica sin secuelas’. Me levanto con el ojo seco, la garganta seca, y son muchos compañeros que viven con los lagrimales secos y no pueden estar sin gotas en los ojos. Yo entré con 24 años a la empresa donde me prometieron crecer, desarrollarme y tener un futuro. Tenía aspiraciones hasta que me encontraron este daño en la pleura. Ahora estoy luchando no solo por mí, sino por mis compañeros y por todos los que viajan en el subte a diario”.
De los casi 90 trabajadores y trabajadoras afectados por el asbesto, seis desarrollaron cáncer y tres fallecieron. “Pero este relevamiento es el que tenemos nosotros de cinco años atrás a la fecha, anteriormente como no sabíamos que el subte tenía asbesto pueden haber muchos otros compañeros y compañeras y usuarios afectados –aclara Claudio Dellecarbonara, del Secretariado Ejecutivo de metrodelegados–. Lamentablemente contamos con varios trabajadores de subte que fallecieron por cáncer, es una de las denuncias que hacemos siempre”.
Asegura que la incidencia del cáncer era alta en el sector, pero se lo atribuían a otras condiciones insalubres como electromagnetismo, microondas y micro partículas de minerales y metales. La situación no abarca solo a empleados. De hecho se conoció que una usuaria demandó al Gobierno de la Ciudad y a la empresa concesionaria. Le encontraron una fibra de asbesto encapsulada en el pulmón. Viajaba todos los días en subte.
“Ahora que sabemos que el asbesto existe y de sus consecuencias –acota Dellecarbonara–. Después de tanta lucha logramos que la ART, una vez por año, nos realice un control médico para saber si estamos afectados o no, pero a los usuarios no los controla nadie”.
Una medida de fuerza que abarca todas las líneas
Tras fracasar la negociación, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (Agtsyp) anunció que mañana lunes harán un paro total que «afectará el servicio de las seis líneas del Subte y el Premetro». Además del asbesto, hay reclamos económicos y laborales. Afirman que la empresa concesionaria no les devuelve las sumas descontadas en los haberes de trabajadores y trabajadoras por los días de paro. Christian Paletti, de los Metrodelegados, denunció que Emova, con el aval de la estatal porteña Sbase, «realizó descuentos en los salarios, masivos y arbitrarios como represalia contra las medidas gremiales, que consisten en paros rotativos de dos horas y dos líneas por vez». También piden «por un segundo franco, el recambio de los trenes contaminados por asbesto, aumento imprescindible de personal». Y agregaron la necesidad de «la convocatoria paritaria que debe ajustar la pérdida salarial del último período».