Una nueva audiencia virtual del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús contó esta semana con los testimonios de los exdetenidos-desaparecidos Alejandro Reinhold y María Esther Alonso; Eduardo Nachman como testigo por la desaparición de su padre Gregorio Nachman, y Alejandrina Barry hija de Susana Mata y Alejandro Barry, quienes también continúan desaparecidos.
“Mi padre Gregorio Nachman fue secuestrado el 19 de junio de 1976”, comenzó su relato Eduardo Nacham, el primero en declarar durante la jornada. “Una patota irrumpió en una oficina del centro de Mar del Plata preguntaron por él y se lo llevaron. Ese día en Mar del Plata secuestraron a mucha gente”, aseguró Eduardo. “Desde entonces, no supimos más nada de él”, relata Eduardo.
“Averiguamos qué había pasado con mi papá en las diferentes dependencias policiales. En la Comisaría 4ª de Mar del Plata que era ya ‘célebre’ por ser un centro de torturas me dijeron ‘¿A quién buscan? ¿A Gregorio Nachman? Ah, el actor. Ah, puto, ¿pero además judío y zurdo? ¿Para qué lo buscan?’”, relató.
Luego de una interrupción por un problema en la conectividad, el testigo contó todo el hostigamiento que sufrió la familia Nachman, durante el secuestro de Gregorio. “Durante semanas fuimos vigilados y teníamos el teléfono intervenido. Con frecuencia nos advertían que no dijéramos nada del secuestro de papá, porque de esa manera iba a aparecer más rápidamente blanqueado y a disposición del Poder Ejecutivo Nacional ( PEN), cosa que nunca sucedió. Nunca más supimos nada”, sentenció.
Eduardo contó también que recién en 2003 durante un juicio por la verdad en La Plata, volvió a saber algo de su papá. Fue durante el testimonio del sobreviviente Raúl Codesal. “Codesal hablaba de un director de teatro de Mar del Plata, un estupendo muchacho, pero estaba con signos de demencia por las torturas recibidas”, contó.
De acuerdo al relato de su Eduardo, su hijo, Gerardo Nachman no tenía militancia partidaria pero era muy solidario con la gente. También recordó que tenía amigos y colegas que sí estaban dentro de la militancia, como Antonio Luis Conti, actor de teatro ligado al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Daniel Ángel Román y su hermana. “De ellos aparecieron varios cuerpos en el cementerio de Avellaneda identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense”, afirmó Nachman.
De casa a la comisaría: las cuadras del horror en Luján
En segundo término, se escucharon las palabras de Alejandro Reinhold quien comenzó su declaración brindando detalles de la noche en la que fue secuestrado de su vivienda en Luján, el 24 de marzo de 1976.
“Eran alrededor de las 11 de la noche cuando tocan insistentemente el timbre y me asomo por una ventana del lavadero. Veo un auto parado justo delante de la entrada del edificio, uno más, y las luces de un tercero. Recién teníamos noticias de un golpe militar. Sabíamos que había gente de la Triple A y de la derecha haciendo cosas de todo tipo. Cuando vi autos no identificados, pensé en esa gente y traté de buscar algún escape. Todo el frente se encontraba cubierto por personal de civil, entonces subí hasta la terraza del edificio y me acosté sobre la tapa del tanque para esconderme”, cuenta.
Luego de que lo descubrieran, Reinhold cuenta que lo llevan hasta su departamento, lo revisan y se identifica una persona como jefe del operativo con un nombre falso. “Yo lo conocía, era un oficial de la Comisaria de Luján. Luego me cargan en un Chevrolet 400 de color azul. Me llevaron hasta una parte muerta de la ruta donde nos interrogan y nos golpean”, contó ante el Tribunal.
Allí, Reinhold vio que había otros detenidos. Recuerda a Oscar Pellejero y Héctor Pighin, con quienes trabajaba en la Universidad de Luján. “Nos suben a los tres a otro auto, en la parte de atrás y luego de una hora de marcha, nos detenemos. Levanto la cabeza y observo que se trataba de una dependencia de la policía de la provincia. Nos bajan y nos ponen en una sala de dimensiones grandes donde nos tienen por bastante tiempo. Ahí escuchamos gritos y alaridos de gente que torturaban. Uno de ellos era muy crudo… Aparentemente se trataba de un chico muy joven que gritaba ‘matame’, ‘matame’, ‘matame’”, relató.
De allí fue trasladado junto a otros secuestrados en San Andrés de Giles, a la Brigada de Banfield, conocida como Pozo. Reinhold afirma que estuvo junto a los otros detenidos, entre ocho y trece días. Luego, los pusieron de a dos en las celdas para recibir más gente. “Los días siguientes se llevaban a algunos a la noche para las sesiones de tortura, y a la madrugada los traían de vuelta”.
Durante su declaración, Reinhold aseguró haber visto y hablado con Jorge Antonio Bergés, el médico de la Bonaerense. Dijo que el entonces médico se acercó a él y a sus compañeros en dos ocasiones para consultar el estado de salud. Contó que en una de esas charlas le pidió una pastilla para dormir y el médico se la dio. Bergés es uno de los imputados en este juicio.
Días después los dejaron en libertad en el cruce de la ruta 41, en las afueras de Luján, “nos dijeron que no contáramos dónde habíamos estado. Que digamos cualquier otra cosa y que estaríamos siendo vigilados. Cuenten hasta 100 y se sacan la capucha”, finalizó.
El Pozo de Banfield
El testimonio de la testigo María Esther Alonso fue guiado por preguntas del abogado querellante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Pedro Griffo. La mujer relató su secuestro el 13 de noviembre de 1974 junto con Víctor Manuel Taboada, Dalmiro Suarez y Delfina Morales y Nelfa Suarez.
“Nos detienen y enseguida nos llevaron a la Comisaría de Bernal”, contó. Calcula que ahí estuvo dos días. Recuerda que apareció un “señor grande, canoso, a las patadas. Yo estaba en el piso. Él decía ‘yo soy el coronel y vengo a reventar a cuatro subversivos. Me molestan un fin de semana para que venga”.
Según su testimonio, los llevaron a un CCD que cree era “Cuatrerismo”, también conocido como “Protobanco” o “Güemes”. En un galpón la torturaron con picana eléctrica, desnuda sobre “una especie de madera alta atada de pies y manos me pasaban electricidad en los pies y en la pelvis”, relató.
El centro clandestino de detención Cuatrerismo-Brigada Güemes, también conocido como Protobanco. Funcionó aun antes del golpe de Estado –desde 1974– en el cruce del Camino de Cintura y la autopista Riccheri, frente al centro clandestino El Vesubio. Dependía del Ejército y de la Policía Bonaerense.
“A mi izquierda escuchaba ruido de agua, como de tanques de agua, y más allá escuchaba la voz de Dalmiro y a unos dos metros se escuchaba como que era Víctor que lo tenían atado y lo colgaban y después agua. Yo estaba aterrorizada”.
Al hablar de su cautiverio en el Pozo de Banfield, afirmó que no puede relatar cómo llegó allí. “En Banfield yo estaba muy lastimada. Tenía los pechos lastimados porque me los habían retorcido”, aseguró al referirse a otra de las torturas a las que eran sometidas las mujeres.
En Banfield aseguró haber visto a Nelfa, a Susana Mata y a Alejandro Barry. Semanas después le hicieron firmar un papel en donde la víctima asume toda responsabilidad por los hechos ocurridos “ese papel decía que yo era culpable de todo”. A principios de diciembre la llevaron a la cárcel de Olmos donde estuvo con otras presas políticas, entre las cuales nombró a Silvia Ibarra, a Nelfa, Delfina, quien al momento de su secuestro estaba embarazada de mellizas. Por aquellos meses ya había dado a luz. También estuvo con Silvia Negro, Nelly Ramos, Alicia Bello, Susana Mata, que estaba embarazada de Alejandrina, entre otras mujeres
María Esther fue liberada en marzo de 1975. El día de su liberación anunciaron por unos parlantes “se va una guerrillera en libertad”. “Yo pensé, acá me cagan a tiros”, afirmó la mujer que comenzó a vivir en clandestinidad y en mayo de 1977 se fue del país.
Nacer en cautiverio
Por último, se escuchó la voz de Alejandrina Barry, actual diputada porteña, quien declaró como hija nacida en cautiverio de Susana Mata y Alejandro Barry ambos desaparecidos secuestrados en el Pozo de Banfield.
“Quería empezar mi testimonio diciendo que este es un juicio por el que esperamos muchos años y por el que luchamos muchos años. Queríamos reivindicar la lucha de los familiares y de los sobrevivientes para que este juicio fuera posible”, sostuvo antes de subrayar que “la lucha contra la impunidad ha sido producto de una enorme lucha colectiva”.
“No hubiera conocido mi historia si no fuera por la lucha colectiva”, afirmó Barry y homenajeó a Adriana Calvo y a Nilda Eloy, fallecidas y cuyos invalorables testimonios dieron inicio a este juicio el pasado 27 de octubre.
En esa línea recordó las palabras de Nilda, y dijo “estos son los juicios que tenemos no los que queremos”, en alusión a todos los responsables del genocidio “Los responsables no están siendo juzgados”, en alusión a los civiles consideró Barry. “En este juicio quedó demostrado que el plan genocida comenzó antes del 76, tras escuchar los relatos de los distintos sobrevivientes y lo que yo voy a contar sobre mis padres da cuenta de eso”.
Barry contó que su mamá era una docente y militante del sindicato de Almirante Brown en el momento de su detención. “Era militante montonera como el resto de mi familia”, relató.
Susana Mata fue secuestrada en noviembre de 1974. “Supe que mi madre estuvo en la cárcel de Olmos por mi tío Jorge Barry y por otra compañera. Yo nací en la cárcel el 19 de marzo de 1975. Compañeras que se encontraban detenidas me contaron relatos de cuando la fueron a ver encarcelada en la camilla”, dice y agrega, “tomo conocimiento de que antes de Olmos mi mamá estuvo en el Pozo de Banfield por Nelfa Suárez de Rufino. Mi mamá salió meses después de mi nacimiento”, dijo.
Respecto de su padre, relató, “mi padre Juan Alejandro Barry fue detenido en noviembre de 1974 en un bar de Lomas de Zamora. Primero fue a una comisaría de Lomas y luego a la Brigada de Banfield donde pasó un tiempo antes de ser legalizado y trasladado a la Unidad 9 de La Plata” mencionó.
En otro tramo, la diputada mencionó la persecución sufrida por sus padres en Uruguay. “En diciembre de 1977, estando yo con ellos, somos víctimas de un operativo conjunto de las Fuerzas Armadas argentinas y uruguayas en el que participó el Grupo de Tareas 3.3.2 que viaja expresamente a ese país para llevar adelante el asesinato de mis padres y el secuestro de los militantes que se encontraban junto a ellos que son trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)”.
Desde entonces, sus padres están desaparecidos. Por último, Barry afirmó que la Iglesia Catolica tiene información al igual que la ex Side donde tras numerosas presentaciones logró obtener “tres hojas sobre su padre”.