El Hospital Italiano porteño es uno de los establecimientos de salud que más casos de coronavirus registró entre sus trabajadores: al menos 19 empleados dieron positivo, de los cuales tres están internados y el resto permanecen aislados en sus casas. Alcira Juárez, de 48 años, es una enfermera que cumple funciones en el sector de internación general, en el tercer piso: “No atiendo pacientes directamente infectados, porque ellos van a un lugar de aislamiento previamente acondicionado”, explica la mujer, pero asegura que “el temor igual está, porque el virus ya es de circulación comunitaria. Lamentablemente, uno cambió la mirada que tenía del paciente, pero hay que sobreponerse a esa especie de desconfianza, es nuestra responsabilidad”.
Si bien Alcira no está, todavía, mano a mano con los pacientes infectados, más de una vez en el sector donde trabaja se activó el protocolo de actuación ante pacientes con diferentes sintomatologías similares a la enfermedad. Sabe que, cuando llegue, el pico de la pandemia la pondrá frente a frente con el virus.
El día a día dentro del hospital cambió mucho. Los profesionales mantienen distancia entre sí y con los pacientes, apenas se saludan cordialmente y casi ni se cruzan en el desayuno o almuerzo. “No es la misma calidez que teníamos antes. Cambió totalmente nuestra rutina. Se trata de no transitar ni desplazarse demasiado por los espacios”, grafica Alcira.
Tiene hijos y nietos. A los más chiquitos no los ve desde que se desató la pandemia, aunque se comunica con ellos mediante videollamadas. “Mi marido también es enfermero en el Hospital Elizalde y en una Unidad Sanitaria de Almirante Brown. Por eso, nuestra familia entendió que no vamos a poder encontrarnos hasta dentro de varios meses. Nosotros tomamos todas las precauciones, pero no estamos exentos de contagiarnos. Ellos saben que así los estamos cuidando”.