Alberto Becker baja de un salto desde el tractor, corre hacia el campo y arranca suave una caña. Pero no es tal, es el tallo que sostiene una raíz enorme, con tubérculos peludos de color marrón rojizo teñido de la tierra colorada. Es mandioca. La muestra, la exhibe y parte en dos mitades a uno de los globos marrones. Adentro es de un blanco inmaculado. Esta es la “Yuca” (mandioca), dice y la muerde así, cruda y la saborea para después, contar: “Cuando éramos chicos, en momentos duros, comíamos sólo esto”. Se crió en el campo, en ese puntito del mapa que está unido por el río Iguazú a Brasil y adonde en 1985, por una cuestión de límites y de soberanía, se ofrecía tierra a familias enteras que contaran con herramientas de trabajo de campo y experiencia en ganadería y agricultura. La propuesta fue tierras para quien las trabajara, para poblar ese rinconcito de la Argentina que cada vez más era un suelo adoptado por brasileños. A partir de ahí, con vacas, tractores, gallinas y quien fuera docente también era tentado a instalarse en Comandante Andresito, Misiones, a menos de 100 kilómetros de Puerto Iguazú y de las cataratas, junto al río.
Junto a su compañera Soeli y sus hijos Jeferson y Gabriel, Alberto cultiva yerba mate, la que crece en la selva y mantienen la selva. Hay piña (ananá), mandioca y de todo. Venderán las hojas de yerba mate al molino. Pero mientras tanto, integran la Cooperativa de Turismo y Trabajo Kaá (yerba-selva en guaraní) que integra la propuesta “Andresito Experience” que agrupa a más de 12 productores que forman parte de la Asociación Ruta de la Yerba Mate (ARYM) y entre todas las actividades, es en su chacra donde se puede conocer este mundo en un carro “polaco” antiquísimo de 1845, de madera, tirado por un tractor. Los visitantes suben a bordo y recorren casi dos kilómetros de selva pura donde conocerán desde el “Rey” de la selva, el Palo Rosa, hasta los famosos palmitos, preservados, porque los furtivos, los cortan y destruyen estas plantas por su corazón de palmito.
Alberto cuenta todo. Cómo hacen para proteger a la plantación de yerba mate de las plagas y muestra el poroto que plantan en cada línea que les va a alertar si algún bicho u hongo quiere atacar la plantación. Muestra los brotes de cada planta de yerba mate y revela que el trabajo es todo el año.
Hay mandarinas. Clink, caja. Cada uno en un segundo, prueba estas mandarinas- limón, como les llaman aquí, que son riquísimas, jugosísimas y dulcísimas, un manjar. Las cáscaras pasan volando hacia el suelo y la espesura, porque alimentarán a otras especies.
De regreso, siempre por la huella demarcada para no aplastar ni helechos se ven las lianas que forman figuras sensuales en su recorrido de vida que abraza ramas y troncos. Hasta la “escalera de mono”, que se trata de una de estas especies que se parece a la cadena de la bicicleta pero tamaño gigante y se pierde entre los más de 20 metros de altura de los colosos verdes de la selva a los que une, como una escalera.
Al final, un mate cocido exquisito, con budín de mandarina y los famosos chipá, coronan la visita guiada por la chacra pero todo se acompaña con miel, no cualquier miel, sino la que elaboran las abejitas autóctonas que son tan pequeñas como la cabeza de un alfiler y que trabajan un año entero para lograr un kilo de miel.
Alberto sonríe satisfecho cuando ve a los visitantes saborear y preguntar de todo sobre el trabajo, la selva, la chacra, la yerba y la miel. Fue lo que le permitió a su abuelo, a su padre, a él y a todxs, vivir.
Más datos
Cooperativa Kaá Mauricio Bogado (03757) – 559723
IG Andresito.Experience / Facebook: Andresito Experience
Chacra El Rincón de Los Recuerdos $300 por persona Visita con refrigerio y el circuito en carro polaco tiene un costo total de $ 5000 (03757) 452740.
La Asociación de la Ruta de la Yerba Mate ofrece con la cooperativa de Turismo y Trabajo Kaá un sinfín de opciones desde paseos en kayak hasta alojamiento one lodge de la selva junto con las chacras productivas.