El mismo día que vecinos y vecinas de Villa Amelia y otros pueblos santafesinos sobre la Ruta 18 se preparaban para concentrarse y denunciar la gran cantidad de fumigaciones con agrotóxicos en el departamento de Rosario y alrededores, una comunidad educativa advertía con preocupación que había una fumigación en curso cerca de la escuela. En el mismo momento en que chicos y chicas estaban en clases y con ventanas y puertas abiertas, para respetar el protocolo sanitario en el marco de la pandemia de coronavirus.
“La fumigación la vimos en primera persona –contó Anabel González, integrante de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados La 18- cuando íbamos a una pequeña concentración frente a la gobernación para entregar una nota sobre que habíamos registrado un mes entero de fumigaciones por todos lados”. Si bien en el perímetro de la escuela ya no se permiten fumigaciones, sí hay en los campos linderos a ese límite. “Hay como 400 metros de otra forma de producción, donde pasan el disco. Pero en el campo que linda eso fumigaron a la vez. Pasé con el auto a 500 metros y estaban fumigando con mosquito”, dijo González. “Lo que decimos es que da lo mismo 200, 400 o 600 metros si se están dictando clases con puertas y ventanas abiertas por la crisis sanitaria. No nos están cuidando”, denunció.
El hecho ocurrió a mediados de junio en torno a la Escuela 126 Miguel de Azcuénaga, en el paraje El Caramelo, al sur de Rosario. En esta época del año suelen proliferar las fumigaciones en la zona, tras la etapa de levantar la cosecha entre abril y mayo. Pero esta vez la pandemia se sumó al combo, por lo que ventanas y puertas de la escuela estaban abiertas mientras se fumigaba a pocos metros. “No es casualidad que un montón de gente en la última semana se ha enfermado”, sostuvo González.
La Ley Provincial 11.273 restringe la fumigación con agrotóxicos en un radio de 500 metros de cada pueblo. “Pero deja un blanco donde cada comuna tiene que emitir sus propias ordenanzas. Hay de 50-60-100 metros. Es una trampa que tiene el sistema extractivista”, advirtió la asambleísta. Y agregó que “si fue con un mosquito, eran agrotóxicos” (los que se usaron cerca de la escuela). El más conocido es el glifosato, pero hasta hay peores. En las zonas de legumbres, que hay mucho acá, es terrible: son agrotóxicos muy venenosos por más que les digan fitosanitarios”.
La Asamblea La 18 –integrada por vecinos y vecinas de Alvear, Álvarez, Coronel Domínguez, Piñero y Villa Amelia- se empezó a formar en 2018 entre “víctimas de fumigaciones, con enfermedades típicas de los agrotóxicos”. Sobre todo, para reunir y compartir información, vincularse con centros de salud del área y organizarse “para plantear que no es una locura de un vecino, sino que los propios médicos dicen cuáles son las enfermedades vinculadas a esto”.
“Acá en el pueblo nos sentimos muy solos. Por eso la militancia entre vecinos de pueblos aledaños –dijo González, quien vive hace cuatro años en Villa Amelia- Las autoridades conocen la problemática pero siguen gobernando para los intereses grandes”.