La conmemoración, este miércoles, del Día de la Accesibilidad en la Argentina, ofrece un panorama de claroscuros en el balance respecto de las muchos obstáculos que todavía se alzan en el camino de las personas con movilidad reducida. La fecha remite a un nuevo aniversario de la sanción de la Ley 24.314, que garantiza el derecho de todas estas personas a un entorno inclusivo, libre de barreras físicas en los ámbitos urbanos, arquitectónicos y del transporte. Pero estamos lejos aún de ese ideal.
Según datos recolectados por la ONG Acceso Ya la única dedicada exclusivamente a esta temática desde hace 15 años, en base a denuncias y relevamientos propios, el 93% de los locales gastronómicos de la Ciudad de Buenos Aires, el 85% de las escuelas, el 80% de las estaciones del subterráneo, el 71% de las sucursales bancarias y el 70% de los colectivos, son inaccesibles para las personas con discapacidad.
Inaccesibles para mucha gente. El último Censo Nacional, de octubre de 2010, reveló que en la Argentina viven unas 5 millones de personas con algún tipo de discapacidad (el 12,9% de la población). De ellas, más de 800 mil tienen discapacidad motriz y padecen las barreras a la accesibilidad, junto a todos aquellos que tienen una movilidad reducida, transitoria o permanente: niños pequeños, ancianos, mujeres temporales y personas que han sufrido alguna lesión temporal.
Las campañas de sensibilización en pos de suprimir las barreras arquitectónicas en el ámbito público y privado han dado resultados concretos en los últimos años. Desde Acceso Ya informaron que a partir de su intervención se obtuvo accesibilidad en 782 espacios: 609 establecimientos porteños de enseñanza pública y 38 escuelas privadas realizaron obras en ese sentido, se hicieron refacciones en 48 edificios de uso público y 28 privados, se resolvieron 53 casos de ausencia de rampas y veredas rotas en la vía pública, se crearon y desobstruyeron 12 estacionamientos reservados, y se iniciaron obras de accesibilidad en cuatro estaciones ferroviarias.
Sin embargo, y a pesar de las normativas vigentes, la accesibilidad sigue siendo un derecho en construcción, asediado por innumerables barreras urbanas.