Una discusión central que está sucediendo en la Argentina es qué comemos, a qué precio lo adiquirimos, y quiénes lo producen. Mientras el gobierno busca mantener los precios de los alimentos bajo control, y con la flamante sanción de la Ley de Etiquetado Frontal, organizaciones nucleadas en la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) mantienen un acampe en las afueras del Congreso para impulsar el tratamiento de la Ley de Acceso a la Tierra para la agricultura familiar. Tiempo dialogó con Nahuel Levaggi, coordinador nacional de la UTT y presidente del Mercado Central, para hablar de esta iniciativa que pretende cambiar el modelo de producción de alimentos de la Argentina.
“Se está discutiendo integralmente el modelo agroalimentario. De qué manera producimos y de qué manera nos alimentamos. Nuestra pelea por esta ley forma parte de esa gran discusión que busca la transformación del modelo productivo, un modelo basado hoy en agroquímicos, en semillas modificadas, totalmente dolarizado. Ahí nosotros tenemos que fortalecer la producción agroecológica, las semillas nacionales”, explicó el dirigente de la economía popular.
– ¿Cuál es la idea de este acampe que empezó el lunes y terminará el jueves?
– Venimos peleando desde la UTT por la presentación de esta ley desde hace años. Esta es la tercera vez que ingresa al Congreso. La presentamos por primera en 2016. Tiene que ver con el otorgamiento de créditos blandos para que familias y pequeños productores puedan acceder a la tierra propia como si fuera un Procrear rural; un crédito para que las familias con ese dinero puedan comprar dos o tres hectáreas para producir y después devolver el dinero.
– ¿Por qué se presentó tres veces el proyecto?
– Durante el macrismo no había voluntad política. Se volvió a presentar en el 2018 y ahora en el 2020 lo presentó Cecilia Moreau con el acuerdo del Ejecutivo de que avance. Pero ya pasó un año y todavía no avanzó ni siquiera en las comisiones; y como venimos haciendo siempre, salimos a ocupar el espacio público para contar quiénes somos, qué hacemos y de qué se trata nuestra propuesta y nuestro laburo cotidiano que básicamente es garantizar alimentos sanos a precios justos para el pueblo.
– ¿Cuál es la situación hoy?
– Las familias que hoy producen gran cantidad de alimentos no son dueños de la tierra en la que producen, sino que son arrendatarios y alquilan. Por eso es clave poder acceder a la tierra propia que significaría tener una vivienda digna, proyectarse, tener arraigo, un montón de cosas, y eso impactaría también en el precio final de los alimentos.
– ¿En esta oportunidad tienen mejores expectativas?
– Durante el macrismo nos explicitaban concretamente que no había decisión de avanzar. El año pasado la volvimos a presentar con el compromiso por parte del Frente de Todos de que va a haber avances, pero como no pasó estamos acá con las familias acampando desde el lunes hasta el jueves que viene, haciendo un verdurazo, un feriazo y distintas actividades. Ayer, por ejemplo, estuvo Narda Lepes cocinando. Obviamente que todo esto está articulado también con la Ley de Etiquetado Frontal.
– ¿Es parte de una misma discusión?
– Se relaciona con nuestra pelea 100%. En este contexto es tan importante avanzar con políticas concretas que transformen el modelo agroalimentario que tenemos. Necesitamos avanzar en medidas y políticas públicas para descalzar el dólar de la producción; tenemos que tender hacia la agroecología, que las familias avancen con la tierra propia, planificar la producción agraria, fortalecer sobre todo a las pymes, a las cooperativas que producen y generan arraigo en los territorios del interior.
– Pero esa disputa no es fácil…
– Por un lado, está la pelea con las grandes corporaciones por los precios, pero al mismo tiempo que das esa discusión necesitás fortalecer un modelo alternativo y ese modelo alternativo están manos del pueblo, de pequeños y medianos productores, cooperativas y pymes. Ahí es donde hay que avanzar en la legislación y en políticas públicas para fortalecer a ese sector, sino siempre vamos a estar presos de las grandes multinacionales peleando el precio del alimento final, de la comida, y que muchas veces ni siquiera es alimento, apenas es apto para consumo humano y te llenás de porquerías el cuerpo.